Introducción.

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Me creía fuerte, pero la picazón en mis manos me estaba fastidiando, me estaba delatando.

Otra vez había caído.

"Ansiedad"

----No eres fuerte---- se reía mi subconciente.

Estaba empezando a salir el sol y necesitaba faltar al colegio. Sin embargo, mis padres no quisieron.

Les dije que estaba enferma, pero, ¿qué vampiro se enferma?

---Irás sí o sí, Alice--- gritó papá en el auto, obligándome a salir de este junto con mis dos hermanos.

--Aún tengo hambre-- comentó Nick mientras estabamos en la entrada y las chicas le guiñaban y le tiraban besos--- bah, plásticas---

Él había heredado todo de papá, sus ojos verdes, su piel pálida, su sonrisa, podríamos también contar que su altura iba en camino. Era demasiado para su edad medir un metro ochenta, con el cuerpo bien proporcionado, con quince años el ya era el chico atractivo de secundaria y preparatoria y me da un gusto decir que el no se fijaba en cualquier chica bonita, sino sus sentimientos.  ---Pero, acabamos de venir de caza--- exclamé sorprendida.

Sus ojos me observaron de una manera asesina.

---Tú te comiste mi presa, eres una... gilipollas---

---Eres un idiota--- reí.

Así era nuestra relación. Podríamos insultarnos hasta ya no tener energías o hasta herirnos, pero siempre volveríamos.


---¡Yoyuuu!--- gritó Marc.

Sí, él también estaba apunto de entrar a su primer año de estudios.

------Pobre------ pensé.

Ya podía hablar lo suficiente y tenía un intelecto demasiado avanzado como para un niño de dos años, su cabello era un rubio (como era de esperarse) su sonrisa era igual a la de mamá y sus ojos verdes, él era la ternurita del vecindario.

Pero luego, estaba yo, Gorda, ojos cafés, baja y la piel no era tan pálida como la de Nick y Marc, mi sonrisa era como la de mis abuelos maternos (que descansen en paz).

¡Yo era un completo desastre en mi familia!

Era una falla genética, definitivamente.

Mamá por lo menos era hermosa, sus ojos color miel y sus rizos perfectos y largos.  Los compañeros de trabajo de mi padre siempre la embellecían.

En fin, llevé a Nick y a Marc a sus respectivos salones y llegué al auditorium solo para escuchar el discurso del director y los comentarios de unas chicas que, puedo apostar, y miden mi dedo meñique. Y ambos, hipócritas.

Pero entonces, sucede algo malo. Olvido mis lápices en la mochila de Nick. Tuve que volver a su salón y para cuándo entré a mío... sucede, comentarios... putos comentarios.

---Está demasiado gorda--- habló una pelirroja.

¡oh, pero que novedad!--- pensé con sarcasmo.

------desplomará el salón----- comentó un tipo de cabellera castaña que supongo, era el típico chico del fútbol.

Los alumnos ríeron, pero, me susurré lo estúpidos que se mirarían si me conocieran per.fec.ta.men.te.

Me senté en el primer lugar que hayé vacío sin ver quién estaría a mi lado.

El profesor se levantó y se presentó. Aparentaba unos 29 o 30 años. Allan claft.

Hizo que cada uno dijera su nombre y que le gustaba de química.

Luego llego mi turno.

---Soy Alicia Harrison---
-Gorda- dijeron atrás---- y me gusta mucho química.

---¿Piensas follarte al profesor? ¿por eso te gusta quimica, Elefante?--- giré mi cabeza hacia trás y sonreí.

---No, cariño--- quité el mechón de cabello de mi rostro--- me gusta por que puedo crear ácidos y líquidos venosos... quién sabe y en un futuro los pueda usar.-

Su rostro paledició muchos tonos y solo me gire a mi asiento para ver al profesor sonreír.

----Trabajaremos en parejas---- declaró sentándose en su escritorio.

----Profesor Allan---- levanté mi mano para que me mirase y después la bajé---- puedo trabajar sola.

----Claro que trabajarás sola---- interrumpió al profesor la misma pelirroja. Cómo lo sé, su irritante voz de actriz porno.--- ¿Quién quisiera trabajar con una gorda?----

----Te equivocas Stella--- alguien tomó de mi mentón y me obligó a verlo; No me había fijado en que momento había agachado mi cabeza. Posó su mano en mi mejilla y la acarició suavemente---- yo si quiero trabajar con ella---

Lo miré fijamemte a los ojos, observé su rostro y anhele que parace el tiempo.

No podía decir qué me cautivaba o intrigaba más: si sus ojos o su toqué frío.

¿Qué diablos eres?...




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