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· Lucy ·

Desde qué Ice, Eve, y Sakura se unieron al gremio, Natsu ha estado ignorándome. Claro que duele, Natsu me ha gustado desde hace mucho, pero Mira dice que es muy tonto como para darse cuenta. 

—Mira, dame un batido de fresa, por favor.—dije a Mira en la barra.

—Claro, Lucy.—contestó con una sonrisa, y me lo dio.

—Hola, Lu-chan.—me saludo Levy sentándose a mi lado. A Levy la ha estado ignorando Gajeel desde que vinieron ellas, sé que a Levy le gusta Gajeel, pero Eve y Gajeel están saliendo, y a Levy le duele, aunque no lo demuestre, lo sé.

—Hola, Levy-chan.—saludé.

—Hola, Lucy-san.—me di la vuelta y vi a Juvia. Gray está saliendo con Ice, y ha estado ignorando a Juvia.

—Hola, Juvia.

—¿Lu-chan, podemos quedarnos a dormir a tu casa?—pregunto Levy.

—Claro. No veo porqué no.—respondí encogiéndome de hombros.

—¡Vamos!—dijo Juvia tomándome de la camisa.

Cuando iba a abrir la puerta, escuché como alguien gritaba a todo pulmón. —¡SOMOS NOVIOS!

Me di la vuelta para ver a Natsu y a Sakura en una de las mesas del gremio, ambos sonriendo ampliamente.

—Nos tardamos demasiado...—susurró Levy.

—Vámonos.—dije con una sonrisa fingida, aunque sabía que mis lágrimas caían.

Llegamos a mi apartamento, y lo primero que hice fue tirarme a la cama y llorar. Sé que debería estar feliz por él, por ambos. Pero simplemente no podía. Algo evitaba que yo me sintiera bien ante la relación de Natsu y Sakura. Sentía que algo estaba mal. 

Claro, no me sentiré bien al saber que el chico que me gusta sale con alguien más. 

—Lucy-san, por favor, no llore.—dijo Juvia reteniendo las lágrimas.

—Lu-chan, nos sentimos igual, por favor, para.—dijo Levy llorando.

Poco después, Juvia comenzó a llorar también. Sé que ellas se sienten igual que yo, peor, incluso. No dije nada, solo las acompañé, tratando de hacerles saber que estabamos en la misma situación. 

Al parar de llorar, miles de pensamientos e ideas pasaban por mi mente, y dije el que más se repetía en voz alta. —Chicas, creo que... dejaré el gremio. 

Juvia y Levy me quedaron viendo boquiabiertas. Supuse que me pararían, que no estarían en mi mismo lado esta vez. Sin embargo, no pasó mucho cuando Levy habló. 

—Lu-chan... si tú te vas, yo lo haré también.

Vi a Levy con el ceño fruncido. —¿De qué hab...

—Juvia las acompaña.—dijo Juvia, limpiando sus lágrimas.

—Chicas, no deben hacer esto.—dije. 

—Yo lo haré, Lu-chan, no importa lo que digas. Me duele ver a Gajeel y a Eve juntos, además... no creo que un tiempo entre chicas nos haga daño, no te  podría dejar sola.—dijo con una pequeña risa. 

—Gracias.—susurré. 

Fui a mi baño, y vi mis ojos. Estaban rojos e hinchados de todas las lagrimas que había derramado minutos antes. Estaba horrible.

Me di un baño, me cambié, y decidí ponerme una capucha negra para que el gremio no me reconociera. Sería peor si supieran que me iría. 

Juvia y Levy fueron a Fairy Hills a recoger su ropa. Decidí hacer unas cartas para el gremio.
Después mi puerta sonó, mostrando a Juvia y Levy. Les di una capucha negra para que se ocultarán al igual que yo.

Llegamos al gremio, y todos estaban ahí, festejando. Quería llorar, pero no podía, y no debía. Ahí estaba Natsu, junto a Sakura festejando.

—Mira, ¿podemos hablar con el maestro?—le pregunté a Mira mostrándole mi cara.

Al principio se mostró confundida, pero rápidamente cambió su expresión. —Claro, está en su oficina.

Subimos a la oficina del maestro, y entramos.

—Maestro,—dijimos las tres quitándonos la capucha.

—Levy, Lucy Juvia, ¿qué las trae por aquí?—preguntó el maestro con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Venimos a dejar el gremio.—dijo Levy.

—Temporalmente.—agregó Juvia.

—¿Y eso a qué se debe?—preguntó el maestro, cambiando su expresión a una de tristeza. 

Le explicamos todo al maestro, y me sentí mal. Al fin y al cabo, él era como un padre para mí. 

—Les quitaré la marca del gremio, y recuerden, que las puertas del gremio siempre estarán abiertas para ustedes.—dijo el maestro con una sonrisa, aunque lagrimas caían de su rostro.

—Maestro, queremos que nos teletransporte hasta las afueras de Magnolia ,y que les de esta carta a los del gremio.—dije entregándole un sobre. —¿Puede?

—Claro, Lucy, las teletransportaré cuando estén en la puerta del gremio.—dijo el maestro.

—Gracias.—dijimos las tres.

—Me duele mucho que mis hijas me abandonen, pero prometanle a este viejo que algún día regresarán a su hogar.—dijo el maestro.

—Claro que lo haremos.—contesto Juvia llorando. 

Salimos de la oficina del maestro, y cuando llegamos a la puerta, la abrimos de una patada, lo que hizo que llamáramos la atención de todo el gremio. 

· Normal ·

Un ruido fuerte se escucho por todo el gremio, haciendo que todos los que estaban ahí pusieran su atención de donde provenía el estruendo. Todos dirigieron sus miradas a la puerta del gremio, donde habían tres encapuchadas.

Esas tres personas se quitaron la capucha, revelando el rostro de Levy, Lucy y Juvia, quienes hicieron el signo de Fairy Tail con sus manos derechas. Lucy no tenía la marca del gremio en su mano. 

¿Qué hacen?, pensó Erza.

Ellas se dieron la vuelta, y todos vieron sus caras. Ellas estaban llorando, pero tenían una sonrisa en sus caras.

—Regresaremos.—susurraron las tres para luego desaparecer.

No, no puede ser. ¡Ellas no pueden dejar el gremio!, pensaron Wendy, Mirajane y Erza.

—¿E-Erza?—susuró Mirajane, quien lloraba.

Las mejillas de Erza estaban mojadas, ella estaba llorando.

—Mira...—susurró la peli-roja, y sus lágrimas fluían sin cesar. —¡No pueden dejar el gremio! ¡No pueden! ¡Maldición!¡Son de Fairy Tail!—gritó Erza abrazando a Mirajane.

—Tranquila, Erza, estoy segura que volverán.

Ya nada es igual [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora