8. Capítulo

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Kai salió de la casa furioso consigo mismo. Había perdido por completo el control y su lobo se había apoderado de él. Como consecuencia, había lastimado a Zuria. Se merecía un castigo, maldita sea, pero se había pasado. Se había comportado como un salvaje con ella.


Buscó a Andrea. La pediría que echara un vistazo al hada. Aunque su cuñada le castraría en cuanto se enterara de lo que le había hecho. Drew estaba con ella cuando entró en la casa.


-¿Dónde está Zuria?-preguntó la loba.


-En casa. ¿Puedes ir a verla, por favor?


-Sí claro. ¿Está bien?


-Probablemente no-reconoció él.


La loba no dijo nada, pero le lanzó una mirada de advertencia antes de salir. Kai suspiró y se volvió hacia su hermano. Éste, sin decir nada, se acercó y le tiró al suelo de un puñetazo.


Kai maldijo y sacudió la cabeza para despejarse. Drew le tendió la mano y el alfa la cogió para levantarse. Antes de hacerlo, su hermano le volvió a tumbar de otro puñetazo.


-Maldita sea, Drew. Espero que tengas un buen motivo para esto.


El lobo mayor se levantó con cuidado.


-Ya sabes el motivo. Te has portado con ella como un verdadero cabrón. La trajiste aquí mintiéndole, haciéndola caminar durante kilómetros sin descansar y ahora, en lugar de disculparte, la violas. ¿Te has vuelto loco?


Kai no trató de negarlo. La conexión de un alfa con su beta era muy beneficiosa para la manada, pero tenía estas pequeñas desventajas. Nada se ocultaba al otro.


-He perdido el control con ella, Drew. Me jodió que dijera que habría preferido que la forzara a que la mintiera.


-Claro, y decides demostrarla lo malo que puede ser. Muy inteligente por tu parte, hermano. Y encima, después la dejas sola.


-Lo siento ¿vale? Si pudiera volver atrás lo haría pero no puedo.


-No te disculpes conmigo, Kai. No es a mí a quien has violado. Discúlpate con ella. Y reza por que Andrea no se entere de esto. O te cortará la polla mientras duermes.


Drew salió de la casa y Kai, maldiciendo, pegó un puñetazo a la pared. Su hermano tenía razón, tenía que ir a verla y disculparse. Pero la daría un poco de tiempo. Seguramente, ahora no querría verle. Suspiró y salió rumbo al campo donde se entrenaban los más jóvenes. Necesitaba quemar un poco de energía.


-Maldita sea, Zuria. ¿Quieres estarte quieta y decirme qué te ha hecho?-preguntó Andrea por enésima vez observando a Zuria ir y venir por la casa.


La chica se había duchado y estaba bastante recompuesta para cuando Andrea apareció en su casa. No iba a decirle nada. No quería que la loba se disgustara. Después de todo, era su única amiga aquí.


-Estoy bien, Andrea. Lo que haya ocurrido entre Kai y yo no es importante. Lo único que me importa ahora es encontrar la manera de encajar aquí.


-Tendrás que aprender a pelear.


-Lo sé. ¿Quién puede enseñarme?


-¿Kai?-propuso la loba.


-No, gracias. No quiero que lo sepa.


-Entonces tampoco te vale Drew. Kai se enteraría.


-¿No me guardaría el secreto?


-No puede. El alfa y el beta de una manada tienen una conexión mental. No necesitan hablar para saber lo que piensan.


Zuria se volvió para que Andrea no viera cómo se sonrojaba.


-No voy a volver a dejar que nadie me maltrate, Andrea. Necesito a alguien.


-Está bien, déjame pensarlo un poco. Si no se lo hubiese prometido a Drew podría hacerlo yo misma, pero...


-Gracias. Y gracias por todo, Andrea. No sé qué haría si no fuese por ti.


-No comer, eso seguro. Os traeré algo a ti y a Kai. Pero tendrás que empezar a hacerte cargo de las cosas, cariño.


Andrea volvió a su casa después de llevarle lo que parecía suficiente comida para dos días. Zuria comió y dejó preparado un plato para Kai. En cuanto lo oyó llegar, se encerró en la habitación y se acostó haciéndose la dormida. Oyó al lobo entrar en la habitación pero no hizo nada para despertarla. Un rato después, le oyó irse de nuevo. Cuando no supo qué más hacer en la casa salió a la zona común. Unas cuantas mujeres se habían reunido allí con sus niños. Entre ellas estaba Yona, que la sonrió y la llamó para que se acercara. Zuria se sentó junto a ella y la mujer la presentó a su hija y sus nietos. Los niños se acercaron a Zuria y le tocaron el pelo con curiosidad.


-No molestéis, niños-riñó Henar, la hija de Yona.


-Déjales, no te preocupes. Me gustan los niños-afirmó el hada.


Enseguida estuvo jugando rodeada de niños de todas las edades. Por un momento, consiguió olvidarse de dónde estaba. Usando un poquito de magia, hizo volar unas pequeñas pajaritas de papel que había hecho con los niños y estos la miraron encantados. Ella rio feliz hasta que vio a Kai apoyado en el porche de su casa mirándola. La sonrisa se le borró del rostro de inmediato y fue a sentarse con las demás mujeres. Yona la miró con curiosidad.


-¿Problemas con el jefe, niña?-preguntó.


Zuria negó con la cabeza. Las lágrimas le llenaban la garganta y no se veía capaz de contestar.


-Viene hacia aquí, así que si no quieres hablar con él, será mejor que vayas a las cocinas. De todas formas, hay que ir preparando las cosas. Hoy hay arena.


La chica musitó un "gracias" y salió casi corriendo. Cuando Kai llegó a donde estaba miró furioso a Yona.


-¿Dónde diablos...?


-Si buscas al hada, acabo de enviarla a preparar la cena. Espero que no vayas a sacarla de las cocinas. Las demás mujeres no se lo tomarían muy bien-respondió la mujer con calma.


-Tu compañero debería atarte en corto, Yona-dijo el alfa antes de irse.


-Lleva 30 años intentándolo, alfa. Creo que ya lo ha asumido como imposible.


Henar miró a su madre y la guiñó un ojo sonriendo. La mujer más mayor se encogió de hombros.


-Me cae bien el hada-explicó.


Publicaré otro capítulo a lo largo del fin de semana.
Gracias por vuestros votos y comentarios.

Zuria (saga hadas 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora