Apretó sus manos y sintió el reproductor de música de Julián. Gracias a su pésima vista no podía ver cuanta batería quedaba, pero la mancha roja que aparecía en la pantalla estaba parpadeando. Deslizó su dedo y la mancha roja desapareció, la música siguió sonando y por suerte estaba reproduciéndose Julián 7. Desde ese momento iba a ser su favorita.

Se quedó dormida y cuando despertó su cuarto estaba oscuro, había gritado el nombre de cada uno de los habitantes de esa casa, pero nadie había respondido. Se sentó en la cama e intentó encontrar a tientas sus lentes pero sólo estaba su celular. Frustrada buscó con sus pies sus pantuflas pero al hacerlo pateó una debajo de su cama y sólo tenía una en el pie izquierdo, decidió arrojarla también a una parte de la habitación y ponerse de pie.

Caminó lentamente hasta salir de su habitación y bajó las escaleras tocando la pared con una mano y con la otra usando su celular para obtener un poco de luz, aunque no pudiese verla mucho, detestaba tanto su mala vista. Llegó hasta la planta baja y caminó hacia la cocina, por suerte ese lugar lo conocía casi de memoria y pudo moverse para encender la luz y poder para tomar un poco de agua.

Salió y caminó hacia la sala en donde también encendió la luz, estaba segura que sus padres la iban a regañar por tener las luces encendidas, pero a pesar de tener 18 años aun seguía temiéndole a la oscuridad. En realidad estaba muy orgullosa de ella en ese momento pues se encontraba sola y a oscuras, además de no ver casi nada y no había entrado en ninguna clase de ataque nervioso.

Todo lo contrario a lo que le había pasado 4 días atrás en la tormenta, ahí no había sido capaz de controlarse, tuvo tanto miedo al escuchar los truenos que simplemente intentó protegerse inclinándose y cubriendo sus oídos. Sabía que le ocurriría eso y estuvo tratando de decirle a Israel la mayor parte del tiempo, pero al parecer él aún no aprendía a identificar las indirectas que ella le lanzaba.

Soltando un suspiro se encaminó hacia el sofá pero antes de dar otro paso la puerta se abrió inmediatamente quedando a escasos milímetros de golpearle el rostro. Alguien cerró la puerta y Brenda hizo un esfuerzo por distinguir cual de sus hermanos había entrado.

—¡Brenda! —exclamó Mark—. Hermana ¿Ya estás mejor como para estar de pie? —le preguntó rodeándola con sus brazos y encaminándola al sofá—. Creo que tienes un poco de fiebre.

Brenda se apoyó completamente en su hermano, que a pesar de ser menor que ella por 3 años era unos cuantos centímetros más alto. La ayudó a sentarse aunque ella no lo necesitara pero decidió dejarse consentir un poco.

—¿No es un poco tarde para que no haya nadie en casa? —preguntó viendo alrededor tomando asiento a su lado.

Le pasó un brazo por sus hombros y ella se acurrucó en él.

—Lissa llegó pero por alguna razón se marchó sin avisarme y Brandon también pero discutimos y también se fue —le explicó en un susurro.

—Ya veo —dijo pensativo—. ¿Aun no han arreglado las cosas ambos? —ella sólo negó, pero Mark vio que estaba triste—. Sabes que no es tu culpa ¿verdad? A veces simplemente no tenemos control sobre nosotros —se rio cansado—, yo lo sabré.

Brenda levantó su rostro hacia él.

—¿Te arrepientes? —le preguntó y el volteó a verla, no estaba segura pero le pareció que estaba sonriéndole—. De ser homosexual.

—No —negó rápidamente—, al darme cuenta que lo soy me he sentido mucho mejor conmigo mismo. Había ciertas cosas que no entendía porque no las sentía como los demás, ahora lo sé, y estoy muy feliz conmigo.

—¿Cosas que no sentías como los demás? —le preguntó divertida.

Mark sonrió y dio un apretón en su hombro.

¿Quieres ser mía? (JASN Libro #3)Where stories live. Discover now