Prólogo

86.9K 2.5K 641
                                    

Todo en la vida tiene sus límites.

Si él piensa que tengo que hacer lo que él quiera que se joda porque está equivocado.

¿Tengo cara de aguantarle sus porquerías? De todos modos jamás lo admitiría si fuese de esa manera.

Salgo al patio con pasos firmes, pero con el corazón acelerado y respiración irregular. Ellos están allí reunidos. Riendo de qué sabe qué.

El primero en verme es Harry, él frunce el ceño al verme como si mi expresión lo perturbara.

Sí, pendejo, soy yo y estoy encabronada.

William me mira de arriba abajo curvando su boca hacia abajo en señal de aprobación mientras me acerco a ellos. Harry se pone de pie y se acerca a mí con expresión dura y juraría por su barbilla tensa que está apretando los dientes.

Bueno, ya llegué hasta este punto. No puedo retroceder.

― ¿A dónde crees que vas? ―me pregunta con voz gélida.

― ¿Me das las llaves del A7? ―digo en voz alta ignorando su pregunta. Él respira hondo y traga duro.

― Te pregunté...

― Como tú digas. ―le interrumpo con desdén dándome la vuelta, él me da un tirón y quedo frente a él otra vez. Lo miro a los ojos sin reflejar miedo. Por más que lo sienta no debo dejárselo claro.

― Te pregunté qué a dónde demonios crees que vas. ―gruñe mirándome fijamente. Vamos, Grace. No te intimides por este pelele.

― Te pedí las llaves del A7 amablemente, Harry. ―mis palabras salen inocentemente dejando un leve rastro de desafío en mi tono de voz.

― ¿Cómo quieres que te enseñe a no interrumpirme, Grace?

― Me lastimas...

― Hey, Harry, ¿Cómo te atreves a agarrar a una mujer así? ―le reclama Eduardo en forma de burla. Odio hacer el ridículo delante de las personas, pero... que se jodan. Me han hecho enojar.

― Es mejor que cierres la maldita boca y no te metas. ―advierte él sin dejar de verme. No romperé el contacto visual. No lo romperé... oh, demonios.

― Me iré de aquí. Ya sabes que pienso de los idiotas de tus amigos, no me caen bien y sin mal no recuerdo te lo advertí pero a ti te importó muy poco. ―le explico casi sonando frustrada―. Ahora, suéltame.

― No te daré las llaves del Audi jamás.

― Bien. ―le digo soltándome de un empellón―. No tengo porque hacerte caso si tú no respetas mis reglas. ―me doy la vuelta y sus amigos se ríen de él.

¡No puede exigirme nada si él no colabora conmigo!

Camino rápidamente hacia la casa y al sentir que viene pisándome los talones corro como una idiota hacia la puerta de la cochera en busca de un refugio o algo parecido.

Demonios.

― ¡No corras, joder! ―grita detrás de mí.

― ¡Déjame en paz! ―grito más alto que él.

― ¡Ven aquí, maldita sea!

Oh por Dios no me había dado cuenta lo mucho que me duele el cuerpo hasta ahora. Maldito accidente. Entro a la cochera con el pulso acelerado ¿A dónde diablos voy?

Corro alrededor del auto de Elena posicionándome en el lado opuesto, él se detiene del otro lado con expresión furiosa.

― ¿En serio quieres jugar a este juego de preescolar?

ALÉJATE [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora