Rebusque entre mi bolso y encontré mis llaves, pero cuando fui a colocarlas en la puerta, esta se abrió bruscamente haciendo que casi cayera al suelo, mostrándome a una bestia totalmente desencajado. Fuera de sí.

De acuerdo, moriría esta noche.

-¡¿QUIEN MIERDA ERA ESE MUCHACHO!?-Gritó mientras me jalaba del brazo hacia el interior de la casa. Cerró la puerta y me acorralo contra la pared.-¡CONTESTA MALDITA PERRA!-Pude sentir como su saliva salía de su boca directo a mi rostro.

-Yo...-No sabía que decir. Su agarre me estaba lastimando. Me dejaría una gran marca. Bueno, si es que sobrevivía.-Eh... El es mi novio-Rió amargamente y su agarre se hizo aún más fuerte. Sentía como mi brazo estaba a punto de romperse

-¡¡TU NO TIENES NI TENDRÁS NOVIO!!-Su aliento olía a alcohol.-ERES UNA ZORRA IGUAL QUE TU MADRE.-Mi sangre hirvió

-NO HABLES ASÍ DE MI MADRE, MALDITO INFELIZ.-Grité. Si al menos moría hoy, no iba a quedarme callada. De repente su agarre se soltó y su pesada mano se estampo en mi rostro. Una lagrima rosó esa parte.

-ERES UNA VERGÜENZA PARA TODOS.-Dio un golpe en mi estomago y mi cuerpo se tumbó en el suelo del dolor que provocó. Comenzó a proporcionarme patadas en cualquier parte de mi cuerpo. Joder. Podía escuchar su voz insultándome y diciendo miles de groserías pero realmente mi mente se encontraba en otro lado.

No sentía absolutamente nada. No podía defenderme. Sollocé como una niña. Podía sentir la sangre correr por mi rostro producto de sus golpes. No podía pensar. No podía hacer nada.

Cuando creí que con un par de golpes más moriría, él se alejó con una sonrisa en su rostro. Estaba realmente loco.

-Ya verás maldita desgraciada.- Desapareció e intenté pararme para huir pero cuando logré hacerlo vi que él se acercó hasta volverme a tener contra la pared. Mis ojos ardían de tanto llorar y cuando vi lo que tenía en sus manos todo mi mundo se detuvo.

Un arma.

Moriría. Dios.

En otro momento solo hubiese cerrado los ojos y hubiese esperado que la bala ingresara y finalmente muriera, así todo esto terminaría, pero en ese momento, algo, o mejor dicho alguien, se apareció en mi mente.

Jacob.

Esta vez tenía la oportunidad de tener una vida normal. Ser feliz y no la dejaría. Mire mi alrededor para intentar encontrar algo con lo que defenderme.

Un cuadro. Un perchero. Una mesita.

Con toda la fuerza que tenía logré empujarlo y tirarlo al suelo. No fue tan difícil ya que estaba lo suficientemente ebrio como para no reaccionar correctamente.

Al caer el arma salió volando y termino tirada a unos cuantos pasos de él. Lo cual me dio tiempo para agarrar el perchero y romperlo en él.

No fue lo suficientemente fuerte el golpe como para desmayarlo. Claramente desmayar a una persona no era tan fácil como en las películas. Pero fue lo suficiente como para tomar una gran bocanada de aire, abrir la puerta y salir corriendo con todas las fuerzas del mundo.

Corrí por lo que parecieron horas, aunque probablemente solo habían sido unas cuadras. Cuando creí estar lo suficientemente lejos me tiré al suelo y comencé a llorar.

Mi vida es una maldita mierda.

La lluvia chocaba contra todo mi cuerpo. Realmente eso me relajaba un poco, pero sentía un dolor físico que casi igualaba a mi dolor emocional. Encontré un lugar con un pequeño techo en donde intenté buscar mi celular. Rogaba que este funcionara.

Para mi suerte aún estaba encendido así que no dude en llamar a Jacob.

Una vez. 

Dos veces.

Tres veces. 

Diez veces.

Quince veces. 

Y él nunca atendió. Me sentía una niña desprotegida. Intentaba convencerme de que a lo mejor estaba durmiendo. O no estaba con su celular. Así que decidí ir caminando a su casa. Necesitaba ayuda. Creí que moriría en ese mismo instante.

Así que caminé mientras sollozaba. Necesitaba sus abrazos. Necesitaba su sonrisa. El diciendo que todo estaría bien. Que ya pasaría.

Al llegar a su casa toque el timbre insistente varias veces, pero cuando la puerta se abrió mi mundo se derrumbó. Algo dentro de mí se rompió y solo pude sentir como el dolor emocional me derrumbaba.

Había una muchacha. Con la camiseta que Jacob llevaba puesta hace unas horas. Intentaba procesar la información. Ordenar mis ideas. Mientras mis ojos se volvían a llenar de lágrimas. 

Maldición.




VictoriaWhere stories live. Discover now