Busco con la mirada a mi mamá y ella no está, en cambio, está él mirándome mal. El marido de mi madre se encuentra allí en el mueble y siento un gran escalofrío recorrer mi espalda, si él estaba aquí significa que ambos volvían para vivir nuevamente aquí.

-Pero miren quien está aquí, si es la pequeña Lucia – canturrea.

Su voz era gruesa y fuerte, también era asquerosa, todo de él era sumamente asqueroso. Veo que él se pone de pies.

-Tenemos algo pendiente pequeña Lucia – dice él mientras camina.

Puedo ver cómo su mirada era las que siempre me daba, sucia y repulsiva. En estos momentos estaba sintiendo miedo y no sabía qué hacer.

-Hansel – escucho la voz de mi tía - ¿Qué haces aquí? – pregunta.

Él deja de caminar y mira a mi tía, en ese momento también paso mi mirada para ella.

-Luna y yo decidimos volver a la casa – dice él cambiando su tono de voz.

Mi tía lo mira mal, Aarón estaba detrás de ella mirando todo.

-¿O serán que los botaron nuevamente? Le dije a Luna que mientras siga contigo no vivirá aquí – dice ella –Espero que cuando vuelva de la iglesia no sigas aquí, vámonos Lucia.

Ella le pasa, por un lado, sin esperar respuesta de él, le doy una última mirada y los tres salimos de la casa para irnos a la iglesia.

Esperaba que esta vez, si fueran definitivamente, no quería estar allí con ellos dos.

(...)

Habíamos logrado llegar a tiempo para la iglesia, había visto a Salvador, él se sentó a mi lado durante todo el servicio.

Sé lo presente a mi tía, resulta que le cayó muy bien y eso a veces raro en ella, Aarón también se lo presente, a él no le cayó muy bien que digamos, no le convence ni un poco.

Ahora estábamos afuera, tomando un café y comiendo galletas, como hacemos cada domingo cuando venimos a la iglesia.

Miro hacia la entrada veo que Elías está allí, se encuentra vestido con una camisa de cuadros rojos, lleva un pantalón negro y su pelo está desordenado.

Él se da cuenta de que lo miro y me regala una sonrisa que hace que me sonroje involuntariamente, por estar tan pendiente de su sonrisa no me di cuenta de que él se está acercando a donde estoy yo.

Tía y Aarón ya no estaba a mi lado, no sé dónde se abran ido ni Salvador se encontraba a mí, estoy sola en este momento, Elías llega a donde estoy yo aún con sonrisa en sus labios.

- Lucia – me saluda.

No sé por qué mi nombre suena también cuando él, lo pronuncia.

- Elías - respondo con una pequeña sonrisa.

Él me mira de pies a cabeza, me sentí un poco tímida ante su mirada, sus ojos son como de color gris, porque a veces de lejos se ven como negros, su tono de piel es blanca y su cabello negro como la noche.

- Te ves linda hoy – me halaga.

No pude evitar sonrojarme de nuevo, ahora ante su comentario.

- Gracias – respondo.

Él se rasca su nuca, parece que quisiera decirme algo, pero no sabe cómo por lo visto, eso hace que suelte una pequeña risita, él me mira y también se ríe.

- Te sonara raro de mi parte, pero ¿Quisieras ir a tomar un café conmigo? - pregunta – No quiero que pienses mal, solo que aún no he desayunado y de verdad muero de hambre, aparte no me gusta comer solo – me comenta.

Rotos por Dentro # 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora