—Necesito salir vencedora, para que puedan atenderme en el hospital. —Se puso de pie con dificultad. Sacó dos de sus mejores cuchillos y me sonrió—. Créelo o no, he peleado en peores circunstancias.

Le devolví la sonrisa, no muy convencida de su esfuerzo físico y agregué:

—¿Cómo encontraremos a Colin?

Se escuchó un grito grave y luego un montón de insultos. Ambas nos miramos cómplices y seguimos aquel sonido desgarrador.

Colin estaba encima de la letra Sigma, echado de rodillas y golpeándose la cabeza con ambas manos. No parecía presentar graves daños exteriores, pero algo parecía estar mal en su cabeza.

Al vernos, inmediatamente se levantó y nos sonrió con toda su dentadura manchada en sangre. Tenía la mirada perdida y no se lo veía estable. Colin necesitaba ayuda cuanto antes. Si lograba bajarlo, podría recuperar el prendedor de Mila.

Me distraje de mi idea cuando me nombró. Permanecí en silencio.

Alcancé a decir su nombre, pero cerré la boca luego de verlo cargar una flecha en la cuerda de su arco, me desconcertó por completo.

Su rostro no expresaba duda sobre si quería dispararnos o no. Sin pensarlo, me interpuse entre la flecha y Mila, apenas este soltó la cuerda. La punta de metal giraba, queriendo llegar hasta mi pecho, pero nunca lo consiguió. Sin parpadear, la agarré en el aire y la detuve a medio centímetro de distancia.

El público largó un grito ahogado. Colin parecía perplejo, mirándome con aquellos vacíos ojos amarillos.

¿Qué estaba pasándome? ¿Por qué me interpuse en medio sin pensarlo?

Aquella flecha pudo haberme matado. No sabía que podía interceptar objetos en el aire de tal forma. Simplemente sentí un choque eléctrico y el presentimiento de que nada podía conmigo.

Por un momento vi a Sigma correr hacia la jaula de paredes invisibles, junto con María, quien parecía decidida a liberarnos.

—¡Ni se te ocurra! —le gritó antes de arrebatarle su tableta—. ¡Continúa, Colin!

Mis pupilas se dilataron al ver una segunda flecha venir. Volví a detenerla frente a mi rostro.

—¡Intenta derribarlo con un cuchillo! —sugirió Mila, con voz apenas audible.

Guardé los puñales y saqué un cuchillo de hoja negra. Colin parecía estar esperando algún movimiento por mi parte. Estaba congelada, pensando en todas las probabilidades posibles de llegar a lastimarlo. Solté el cuchillo, como si este me hubiera picado la mano. Sus ojos parecían querer entrar en mi mirada y por un momento pensé en que él había tomado conciencia de sus actos, pero volvió a recargar otra flecha.

Esta vez, Mila tiró de mi cuerpo y la esquivamos cayendo al suelo.

—¡No puedo hacerlo! —confesé—. Podría llegar a lastimarlo, Mila.

—¡A la mierda! —Mila se levantó con pocas fuerzas—. ¡Me estoy desangrando por su culpa!

Lanzó su último cuchillo y alcanzó a rajar la pantorrilla de Colin, quien perdió el equilibrio y cayó.

Más tarde escuché el grito de Colin y lo vi tirado, inmóvil, con todas las flechas desparramadas y su arco tirado en la otra punta. Corrí hacia él, con el reloj en una de mis manos, lista para paralizarlo. Lo oprimí una vez, pero no lo oí gritar ni moverse. Di vuelta el reloj y lo vi sin sus baterías. «Es más listo de lo que creí», pensé.

—Scarlett —susurró mi nombre—. Ayúdame.

Estaba de espaldas, inmóvil e inofensivo.

Lo di vuelta y me aseguré de que no tuviera ningún cuchillo entre sus ropas.

No Soy una Falla ||LIBRO 1||Where stories live. Discover now