Conociéndonos

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Nunca imaginé que iba a tener como vecino a un chico guapo, inteligente, talentoso y atento. Para mí eso eran cosas de películas o de libros románticos. Esas cosas no podían existir en la realidad pero una vez más me confundí. Si que existen y, además, vive en la casa de al lado.

Caminaba un paso por detrás de él. Me gustaba verle caminar. Se le veía enérgico y feliz, sin ninguna preocupación. Me recordaba a mí hace un año cuando todavía estaba sana.

- ¿Dónde vivías antes? - le pregunté para evitar el silencio incómodo. Bueno, incómodo para mí porque él parece que siempre está a gusto.

- Vivía en Nueva York pero mi padre tiene su empresa aquí, así que decidimos venir a vivir aquí. Este lugar es más tranquilo y así él no tiene que desplazarse todos los días para ver a Zoe o a mi hermana. - dijo mientras abría la puerta.

- ¿Quién es Zoe?- dije.

Su mandíbula se tensó. No parecía muy cómodo con esa pregunta. Aun así contestó:

- Zoe es... la novia de mi padre.

No quise preguntar más. Le seguí hasta la cocina.

- Creo que no hay nadie en casa. El baño está arriba a la derecha. Tomate el tiempo que necesites.

- Gracias - y me dirigí hacia la escalera.

- Espera Anne!

Se me aceleró el corazón.

- ¿Sí? - dije volviéndome.

- Te dejas la bolsa.

- Oh... Gracias...

Subí al piso de arriba. Había dos habitaciones más a parte del baño. Supuse que serían de Nathan y de su hermana y que sus padres, o mejor dicho su padre y Zoe, dormirían en el último piso.

Entré en el baño. Era más pequeño que el mío. El lavabo estaba lleno de potingues que supuse que serían de su hermana. Por cierto, todavía no sé cómo se llama. Saqué las cosas de mi bolsa y cerré la puerta con el pestillo. Sólo por si acaso aunque no pensaba que Nathan fuera un pervertido ni nada. Abrí el grifo del agua caliente y me metí en la ducha. Dejé que el agua corriera un poco. Luego me di cuenta de que no estaba en mi casa y que no podía malgastar el agua, asique me duché rápidamente. Me vestí y recogí todas mis cosas. Repasé el baño con la mirada para asegurarme de que no me dejaba nada y bajé las escaleras. Un olor a toritas recién hechas me llegó. Qué bien huele-pensé. Hacía tanto tiento que no las probaba.

Me acerqué a la cocina para avisar a Nathan de que ya había terminado y de que me iba a mi casa. Para mi sorpresa era él el que estaba cocinando.

- No has desayunado todavía, ¿verdad? He preparado tortitas- dijo sonriéndome- Son las más ricas que vas a probar, ya verás. Ven acércate. - y colocó tres en un plato.

- Vaya, ¿también sabes cocinar? - dije acercándome.

- Bueno... solo un poco. Cuando mi madre falleció, mi padre trabajaba todo el día para poder mantenernos a mí y a mi hermana. Yo les hacia la comida.

- Vaya, lo siento no sabía.

- Ya pasó hace mucho tiempo. No tenías porque saberlo solo me conoces de hace un par de días. - y una sonrisa pequeña a pareció en su rostro mientras me tendía un tenedor.

Yo no debería comer tortitas. Sabía que me iban a sentar mal pero no quería rechazárselas asique cogí el tenedor y las probé.

- ¡Vaya! Están riquísimas. Ahora entiendo porque trabajas en esa heladería- café. -dije. La verdad estaban deliciosas. Merecía la pena pasar un mal rato después con tal de comerlas.

De que las comí, le ayudé a recoger. Nos dirigimos de nuevo a mi casa pero antes de salir por la verja su hermana y Zoe aparecieron.

- Nate!! - le llamó su hermana.

- ¿Ya habéis vuelto?.

- Sí, fuimos a comprarme algunas cosas para la fiesta de mañana. - dijo y me miró. - Hola Anne.

- Hola - le devolví el saludo. Hoy parecía más simpática que ayer.

- Bueno, nosotros nos vamos ya. Te veo luego pequeña. - dijo mientras le revolvía el pelo a su hermana y me cogía del brazo para que lo siguiera.

Pasamos de largo de la que supuse era Zoe. Era una mujer muy guapa y muy elegante. No entiendo porque a Nathan no le gusta. Tal vez no quiere que su padre se vuelva a enamorar de otra mujer porque él todavía no ha superado lo de su madre.

Entramos en mi casa. Estaba hecha un desastre. Habían levantado todo el suelo de la planta baja y había que caminar sobre tablas apoyadas en las vigas. Mi madre estaba hablando con Julian.

- Hola mama ya hemos vuelto. Voy a dejar esto en mi habitación.

- Muy bien cariño.

Nathan fue a ayudar a su padre. Subí a mi habitación y deshice la bolsa. No me encontraba muy bien, las deliciosas tortitas estaban haciendo su efecto. Me tumbé en la cama. No quería vomitar. Además no teníamos agua. No sé cómo nos las vamos a apañar toda la semana sin agua-pensé.

Cogí el móvil. Tenía un mensaje de Cassie.

"Hola Wapetona!! Kedamos mañana a las 22h en mi casa?"

La fiesta del sábado se llama "La Luna de Plata". Se empezó a celebrar hace cinco años y ahora es todo un acontecimiento. Todos los adolescentes de Long Island vamos a un barco que pone la ciudad y allí se hace la fiesta. Bailamos hasta las 24:00h. Cuando llega esta hora cada uno escribe un deseo y se lo ata a un farolillo de papel. Se enciende y se lanza hacia la luna. Se dice que si vuela se te cumplirá el deseo y si cae al mar no. Es un momento mágico ver todos los farolillos subir al cielo mientras iluminan el mar. Después seguimos bailando hasta que el cuerpo aguante.

Me gustaría ir este año porque por fin tengo un deseo que quiero que se me cumpla y es curarme. Los demás años era encontrar un novio guapo, aprobar todas las asignaturas,... Cosas ahora insignificantes.

Alguien tocó a mi puerta y me incorporé.

- Anne cariño, soy yo. No quería molestarte. ¿Te encuentras mal? - dijo mi madre mientras entraba y cerraba la puerta.

- Se me revolvió un poco el estómago pero ya estoy bien. - mentí. Todavía no se me había pasado.

- Me han llamado de la oficina. Nos han aprobado el proyecto y el lunes tenemos que presentarlo en Alemania.- dijo mi madre muy contenta. Llevaba trabajando en ese proyecto tres años y por fin veía la luz.

- ¡Cuanto me alegro mamá!- y le di un abrazo.

- Tengo que preparar la maleta, nos vamos mañana por la mañana. Siento dejarte así, con la casa patas arriba.

- No te preocupes por mi mamá. Ya soy mayor, estaré bien.

- Si te pasa cualquier cosa o si no te encuentras bien me llamas y cojo el primer vuelo que salga.

- Tranquila mamá.

- Se lo diré a Julian.

- No mamá. Deja al vecino. Ya bastante está haciendo por nosotras.

Tenía curiosidad por saber cómo conoció a Julian pero no me apetecía escuchar la historia ahora asique decidí que le preguntaría cuando volviera de Alemania.

De que salió de mi habitación fui hacia el armario y lo abrí. Busqué en el fondo la caja de los recuerdos y la abrí. Allí estaba, el vestido que compré el martes con Cassie. Lo saqué y me quedé mirándolo un rato. Me encantaba.

<Si me queda tan poco tiempo de vida como dice el médico por qué no voy a disfrutar lo poco que me queda,¿no?. Además, mi madre no se tiene porque enterar. No va a estar, ya soy mayor. Irán Cassie, mis amigos y... Nathan. No me tiene porque pasar nada.>-pensé.

Estaba decidido. Por una vez no iba ha hacer caso a mi madre. Cogí el móvil y escribí:

"Ok Cass. A las 22h en tu casa."


Más allá de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora