Parte VIII

1.2K 57 0
                                    

"Pero recuerdo, querido mío, el día y la hora en que quedé para siempre enamorada de ti. Acababa de dar un paseo con una amiga del colegio y estábamos las dos charlando delante de la puerta. Llegó un auto y descendiste tú para entrar en tu cuarto. Algo dentro de mí me impulsó a abrir la puerta, y nos cruzamos el uno con el otro. Me lanzaste una suave, cálida y envolvente mirada, llena de ternura, me sonreíste -sí, no puedo decirlo de otra manera- afectuosamente, al mismo tiempo que decías en voz baja y casi familiar: "-¡ Muchas gracias, señorita!-" Eso fue todo, querido, pero desde el instante en que sentí la suavidad y ternura de tu mirada quedé locamente enamorada de ti. Sólo más tarde he comprendido que esa mirada atrayente, y al mismo tiempo desnuda; esa mirada de seductor nato que diriges a cualquier mujer que se halle junto a ti, a la vendedora de tienda o a la sirvienta que abre la puerta; esa mirada no es en ti consciente ni significa ninguna especial inclinación, sino que tu ternura hacia todas las mujeres hace tu mirar siempre dulce y agradable. Pero yo, una niña de trece años, lo ignoraba: me hallaba sumergida en fuego. Pensaba que aquella ternura estaba dedicada a mí solamente, y en aquel instante, en mi derredor, en lo íntimo de aquella criatura todavía a medio formar, se despertó la mujer, una mujer enamorada de ti para siempre.
"-¿ Quién es?-" preguntó mi amiga.
"Al punto no puede contenerme. Me resultaba imposible pronunciar tu nombre; desde aquel momento habíase convertido para mí en algo sagrado, en un secreto, y le contesté fríamente:
"-¡Uno de los tantos que viven aquí!-"
"-¿Y por qué- preguntó mi amiga en un son de burla y con toda malicia de una niña curiosa-¿Te has puesto roja cuando te ha mirado?- "Yo sentí que sus burlas rozaban mi secreto y me puse aún más sofocada. La turbación me impulsó a la grosería:
"-¡Idiota!- le dije furiosamente.
"Me dieron ganas de matarla. Pero ella se echó a reír más burlonamente todavía, yo sentí que lágrimas de ira impotente se me agolpaban en los ojos. Me separé de ella y subí las escaleras.

Carta de una desconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora