Si pensaba en ser buena persona, estaba muy lejos de lograrlo, pero con lo poco que sabía sobre él, estaba seguro de que nos convenía aceptar e ir a comer algo.

Tomé la manija de la puerta, pero antes de irme pregunté.

—¿Por qué mis ojos son amarillos?

—Ya te lo dije. Eres un cobarde y esa es la razón. Incluso tienes miedo de admitir que has matado a tu propio padre, ya que la gente podría llegar a notar tu desequilibrio mental y empezar a tratarte como a un loco descorazonado —explicó de mala manera—. Pronto arreglaré una sesión de reconformación, con la psicóloga de la plataforma, para que puedas controlar tus problemas.

—¡No fui yo, fue Él! —Cerré con un portazo y sin importarme que Ares me siguiera, caminé hacia el cuarto "A" y me senté sobre la cama. La habitación estaba vacía, hasta los baños estaban desocupados. Era relajante no escuchar sonidos bochornosos.

«No soy un cobarde», repetía en mi cabeza, cada cinco segundos que pasaban.

Quizá el color de mis ojos fue aleatorio y no tenía nada que ver con mi personalidad. Quizá la intervención de Él logró alterar de algún modo mi resultado.

"Claro que eres un cobarde", dijo una voz en mi cabeza. Pero no era la mía. Era Él. "Acéptalo, Colin. Deja de tenerme miedo para que pueda apoderarme de ti. Conmigo al mando, podrás dejar de ser un cobarde, solo tienes que dejar que te controle".

Nunca más en la vida. Mi enfermedad empezó cuando tenía diez años, presentándome solamente estúpidas alucinaciones que no me dejaban distinguir entre la realidad y lo irreal. Intenté tratarme con muchos médicos especialistas, incluso, tenía una psicóloga a la que llamaba por su nombre de pila, después de estar acostumbrado a visitarla a diario. Pero siempre hubo un problema. Ninguno pudo ayudarme.

Decían que la esquizofrenia podía debilitarse, pero no desaparecer y estaba más que seguro de que esa era una de las razones por las cuales sus tratamientos no surtían efecto en mí. Tenía la mentalidad de que nunca iba a sacármela de encima y esa negatividad provocaba un bloqueo en mí. El miedo que sentía en mi interior iba aumentando a medida en la que crecía. Con el pasar de los años fui empeorando, continuando con las alucinaciones, siguiendo con querer aislarme de la gente, pensando en que las personas que me rodeaban no importaban más que yo... y terminando con la voz.. Esa voz masculina y sombría que aparecía para llevarme la contra o para incitarme a cometer algo involuntario.

"No te confundas, Colin", regresó. "Yo solamente insisto en que lo hagas y te doy muy buenas razones para ello, pero, yo no soy al que se le ocurren tus acciones. Tú eres el ser humano capaz de pensar, yo solo altero tus pensamientos y los vuelvo... interesantes".

Harto de escucharlo, me puse de pie y golpeé mi cabeza contra la pata de mi cama, intencionalmente. Sabía que hacerme daño no serviría para echarlo de mi mente, pero algo me obligaba a intentarlo, quizá la desesperación. Respiré con lentitud, como me había enseñado a hacerlo mi madre, para poder alejarla, aunque fuera solamente por un insignificante segundo.

Se había ido, pero no tardaría en volver. Por lo cual, decidí ir a inspeccionar el cuarto de armas, quería practicar arquería antes de que pudiera distraerme o hacerme enloquecer.

Al final del cuarto, encontré una gran puerta metálica que se abría, dividiéndose en dos para entrar. Nunca me había acercado hasta el extremo opuesto ya que mi cama ocupaba un lugar en el centro del cuarto. Ante mis ojos quedaron expuestas un montón de armas, algunas que incluso no identificaba, pero no eran de mi interés. No tenía tiempo para distraerme, por lo cual, tuve que esquivar algunos estantes y una gran mesa de cristal para poder llegar hasta donde estaban. Un gran perchero, sujetado del techo, dejaba a exponer dos tipos de armamento: arcos y ballestas. Ambos estaban hechos con diferentes materiales para que cada uno pudiera tomarlos a elección. Por un momento dudé sobre cuál utilizaría para descargarme, pero terminé empuñando un gran arco negro, con su carcaj del mismo color.

No Soy una Falla ||LIBRO 1||Where stories live. Discover now