- ¡Qué bueno! Me demoré en atender porque desconocía el número. Tuve miedo de que fuese otra amenaza - exhalando, daba explicaciones.

- Dani, por favor, escucháme- preocupado, su tono transmitía una inesperada intranquilidad. El Gringo se caracterizaba por sus voz arrullada y vivaz - Mirá...no sabemos bien qué pasó, pero Sebastián sufrió un incidente, en plena calle.

Su mundo comenzó a desmoronarse a su alrededor. Las esquirlas de su estallido pegaban de lleno en su menudo cuerpo. Llevó las manos a la boca con el llanto desbordante y afligido comprimiendo sus pulmones, siendo incapaz de articular oración. A punto de soltar el celular, la voz de Leandro se coló por su oído.

- Estoy en el Pirovano, la ambulancia lo trasladó hacia acá; el incidente ocurrió cerca de tu casa aparentemente.

- ¿Cómo...cómo está? - preguntó desesperadamente, con el sudor recorriendo su frente.

- Se encuentra fuera de peligro...es duro el Sebas - confirmó entre sonrisas - Volvió a demostrar por qué César le puso el Tren - soltó aligerando la pesada carga de los hombros de Dani, que se sentía afiebrada y confusa - Dani, escucháme bien - regresando a su vestimenta de abogado, indicaba con firmeza - a Sebastián lo atacaron en la calle. Como te dije recién, él está bien pero permanecerá sedado un tiempo más. ¿Conservás las llaves de su casa, todavía?

Ante su silencio atroz, Leandro se vería en la obligación de repreguntar:

- Daniela, por favor, prestá atención y tranquilizáte. Sebastián está bien, eso es lo verdaderamente importante, por lo demás no te preocupes; la policía y Ramiro están en camino. Necesito que vayas a la casa de Sebastián y armes un bolso con ropa limpia. No sabemos cuánto tiempo puede estar internado, y tendrá que cambiarse para cuando salga. ¿Sí?

- Sí...sí...tengo sus llaves...- estancada en la primera pregunta, Dani respondió con un suspiro de fondo.

Llorando, desconsolada, imaginó que ese ataque no habría sido al azar. De seguro, era el mismo autor intelectual que la amenazaría a ella.

Protegiéndose del frío con algo más que una camisa, tomó el tapado que aguardaba por ella en la cama y se colocó unas botas de paño y corderito, cómodas y calientes. Con un bolso grande, salió de su propiedad procurando cerrarlo todo.

A gran velocidad, corrió con su cartera y el bolso vacío bajo su brazo; trabó la puerta de la calle y se subió al primer taxi que pasó por Avenida Triunvirato providencialmente.

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- ¡Espéreme un momento que ya vuelvo!- Daniela retendría al chofer para ingresar al departamento de Sebastián y tomar sus pertenencias, tal cual le indicaría su primo.

Eyectada hacia al pallier, se adentró al ascensor y rogó que éste volase hasta el séptimo piso sin escalas. Una vez allí, abrió con dificultad con el miedo atrapando sus pasos. Como en una carrera contra el tiempo, de inmediato iría al cuarto principal, no sin antes ver la botella de escocés casi vacía en la barra de tragos y un vaso, con apenas dos dedos de líquido ambarado en su interior.

¡Cuántas cosas habrían cambiado en un par de horas...!

Una vez en su dormitorio, abrió el cajón que presumió sería de ropa interior, para tomar dos bóxers negros. Olían a él, a masculinidad, a perfección.

De su vestidor, exageradamente amplio, sacó un sweater de cachemire gris oscuro, de escote en V. Dos chombas, una celeste pálida y otra blanca perfectamente dobladas en un estante serían parte del equipaje junto a un jean azul sin rasgar. Aunque el de ayer era sumamente sexy y atrevido, no tenía que ir por la Ciudad como un linyera teniendo jeans tan costosos esperándolo en su guardarropa.

"Donde se esconden los ángeles"Where stories live. Discover now