14

3.4K 394 44
                                    

CAPITULO XIV

"Ab umbra veritas"

(Por la sombra, la verdad)

---

Eran pasadas las seis de la tarde; Daniela parpadeó varias veces hasta notar la hora. Se habría quedado dormida enroscada entre las mantas de su cómodo sillón, en la sala. Extendiendo sus brazos se desperezó no sin antes dar un bostezo.

Sebastián habría prometido volver antes de la merienda. Siendo que habrían transcurrido más de tres horas de su marcha, ¿en qué se habría demorado? Sería sólo tomar un taxi hasta su casa y armar un pequeño bolso para pasar el fin de semana con ella, encerrados mirando alguna película y sucumbiendo a sesiones de sexo delicioso.

Algo nerviosa, encendió la televisión deseando evadirse; una sonrisa maliciosa curvó sus labios de tan sólo imaginarlo doblar metódicamente cada remera y cada jean para armar un bolso prolijo y ordenado.

Con una taza de té caliente en una mano y el control remoto en la otra, el tiempo pasaba y Sebastián no aparecía. ¿Se habría arrepentido?

¡No!, se respondió de inmediato, su rostro al irse de allí le indicaría todo lo contrario; el viaje de ayer a la noche bajo la lluvia, las confesiones hechas desde el rincón más oscuro y recóndito de su alma, demostraban el verdadero compromiso que Sebastián asumía para con ella.

Acurrucada, con la mirada vaga, optó por llamarlo. Sin ánimos de controlarlo, él comprendería su preocupación.

El contestador automático no le permitía comunicarse. Rascó su cabeza. ¿En su huida nocturna habría olvidado recargarle la batería? De seguro se habría percatado de eso al llegar a su casa, cuando habría querido enviarle un mensaje de texto avisándole que estaba a resguardo. Un mensaje que tampoco habría llegado...

Esperó diez minutos más. Ya no hecha un ovillo intentando serenarse, sino intranquila, removiendo las piernas sentada en una de las sillas, le dejó un correo de voz.

"Sebas, soy yo...estoy preocupada porque no me avisaste sí llegaste bien o si ya estabas en camino a casa. Perdoná mi ansiedad...te quiero. Nos vemos prontito. Besos"

No hubo respuesta. Ni a los cinco minutos ni a los diez.

Corriendo hacia la habitación dejó un abrigo sobre la cama, "si Mahoma no va hacia a la montaña, la montaña irá a Mahoma" pensó, optando por tomar un taxi e ir directo a su casa. Deteniendo sus frenéticas conjeturas, el sonido poco familiar de su nuevo teléfono proveniente de la mesa del comedor hasta la mesa, la llamaba.

Veloz, tropezando con cuanto objeto se interpusiese en su camino tomó el aparato entre sus manos; el cual arrojó un número desconocido.

- ¡Mierda! - mordió sus uñas, dejando que sonase. No atendería. Lo que menos necesitaba en ese momento era que las amenazas aparecieran, otra vez.

A excepción de Sebastián, sólo su amiga Ximena y Ramiro Thompson, tendrían ese número. Temió lo peor, ese teléfono no estaba siendo monitoreado.

Volvería a sonar, insistentemente. Pero esta vez, agarró un papel y una lapicera en caso de tener que transcribir algo que fuese de utilidad para sumar a sus denuncias.

Temblorosa, sometiéndose a una angustia devastadora, aunó coraje para mirar el número que asomaba en la pantalla. Inspiró profundo hasta presionar el ícono verde, para atender.

- ¿Ho...la? - frágil, insegura, Dani experimentaba un temor sin precedentes.

- ¡Al fin Dani! ¡Soy Leandro! - la voz rasposa del primo de Sebastián aquietaría sus palpitaciones; agradeciendo a Dios, puso su mano sobre su pecho.

"Donde se esconden los ángeles"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora