Cuando comencé la escuela de medicina, en una de mis salidas, conocí a Tomás, quien era mesero en el restaurante al que había ido con mis amigos, y este estaba comenzando su escuela de leyes. Inmediatamente hicimos una conexión, y lo demás es historia.

En su último año de leyes, Tomás fue el presidente de su clase, al igual que de una de las sociedades más importantes en esa universidad. Para mi desgracia, Oscar había sido su contrincante en esto, y Tomás lo había derrotado en ambas posiciones.

"Qué quiero de ti? Nada, Julissa" me gritó con rabia en sus palabras.

"Si es cuestión de dinero, Tomás te dará lo que desees...." lloraba cada vez más.

"Tampoco quiero el maldito dinero de Tomás. Solo quiero que sea igual de infeliz que yo. Que sufra tu perdida al igual que yo la sufrí cuando tú decidiste abandonarme. Que se pudra, que se hunda en su posición a tal extremo que tenga que renunciar porque ya no pueda con el dolor de que tú no estarás a su lado. Solo quiero que sientan y vivan lo que yo sufrí" sus ojos estaban llenos de coraje, de ira; sentí miedo, pues definitivamente, no se veía bien.

Oscar era un chico de la misma clase social que yo. Nuestros padres tenían mucho dinero y crecimos entre las mismas amistades, y teníamos todo lo que queríamos. Éramos hijos únicos y nuestros padres habían llegado a ser socios en sus negocios; algo que se terminó una vez tuve que actuar en contra de Oscar.

"Por favor, Oscar. Has tenido todo lo que has querido...Porqué empeñarte en esto, en mí? Puedes ser feliz...." esto era lo poco que salía de mi boca, pues apenas podía pensar.

"No quiero escucharte más. Te quedarás aquí encerrada, hasta que vea a tu maldito esposo caer, quedarse en la nada....tal vez, en ese momento, puede que te deje libre. Y pobre de ti si intentas escapar....te juro que te mataré" este se levantó bruscamente y salió de allí, dejándome sentada en aquella cama, con mis manos aun amarradas por algún tipo de plástico, el que estaba comenzando a sacar sangre de mis muñecas.

"Tomás...yo sé que me encontrarás...mientras...cuidaré de nuestro hijo...no permitiré que nada le suceda..." susurré para el aire, mientras recostaba mi cabeza en la almohada que había cerca de mí.

Un rato luego, Oscar entró nuevamente a la habitación, tomando mis manos en las suyas y cortando el plástico que las amarraba. Por un instante, se detuvo a observar las cortaduras que ya tenía en ellas.

"Necesitas comer y darte un baño..." dijo este sin levantar su vista, pasando sus dedos por la línea que tenía sangre, cerrando mis ojos automáticamente ante el dolor que sentí.

"No quiero nada, solo quiero salir de aquí" respondí sacando bruscamente mis manos de las de él.

"Más te vale que sigas mis instrucciones o la pasarás muy mal... Ven" este no esperó mi contestación, tomándome por la mano y llevándome hasta la silla. Una vez sentada, comenzó a romper la trenza que llevaba, pasando sus dedos luego por mi cabello.

"No te imaginas cuanto te amé, Julissa. Eras el centro de mi universo, y me destruyó cuando me dejaste" yo permanecí callada mientras hablaba, no quería decir nada, mucho menos recordar aquel tiempo. Yo solo quería salir de allí, lo antes posible.

Cuando Oscar terminó de jugar con mi cabello, me tomó nuevamente de la mano y me llevó hasta el baño. De camino, pude notar a un hombre en la sala, y otro en la puerta de entrada. Intenté estudiar toda el área, porque a la mínima oportunidad, intentaría escaparme.

Ya en el baño, Oscar no se movió de allí. Yo lo miré algo extrañada, que ni pensara que iba a quitarme la ropa frente a él.

"Podrías darme algo de privacidad, por lo menos?" este volteó sus ojos y me dio la espalda.

"No me moveré de la puerta..." dijo y salió del baño, dejando la puerta entre abierta.

Abrí la ducha y me quité el vestido que traía puesto desde la mañana. Pude notar que el sol ya se había escondido y las estrellas estaban iluminando el cielo. El traje lo coloqué en el lavamanos y entré bajo el agua caliente, la cual me estaba recibiendo con los brazos abiertos.

A caso la manera de Tomás demostrarme su amor esta mañana durante el desayuno era una señal de que esto sucedería? A caso mi esposo tenía un sexto sentido y sabía que no me volvería a ver? No! No podía pensar así, yo lo volvería a ver y más pronto de lo que creía.

Mientras pasaba jabón por mi cuerpo, detuve mis manos en mi vientre. Se sintió algo extraño para mí, pues quien único hacía esto desde que recibimos la noticia, era Tomás. De todas maneras, este gesto provocó que continuara llorando.

"Todo saldrá bien, mi vida, solo te pido que seas fuerte al igual que mamita. Yo haré todo en mi poder por cuidarte y que no te suceda nada..."

Una vez salí de la ducha y me sequé, me envolví en una toalla y asomé mi rostro a través de la puerta. Oscar aun estaba parado allí, con algo de ropa en sus manos.

"Ya terminé..." le dije demostrándole el coraje que sentía.

"Aquí tienes..." respondió, entregándome la ropa.,

Para mi sorpresa, allí tenía lo necesario para vestir. Un traje en algodón, corto, de líneas azules y blancas, que me quedaba perfecto; esto sin contar la ropa interior y perfume. Este hombre había pensado en todo?

"Ya estoy lista" fueron mis palabras sin mirarlo al rostro, abriendo completamente la puerta.

"Ven, para que comas" tomando mi mano, me llevó hasta la mesa del comedor, donde había un plato servido, esperando por mí.

Me senté y apenas pude probar bocado. Aun cuando mi casa se sentía fría, deseaba estar compartiendo en estos momentos con mi esposo. Comer mientras tomaba su mano, mientras platicábamos del día, o de reuniones que habría en el futuro.

La voz de mi esposo, me tomó por sorpresa, volteando inmediatamente, mientras mi corazón quería salir. Para mi decepción, la voz procedía de un noticiario que uno de los hombres estaba observando.

Mi Tomás se veía completamente destruido, tenía marcas en su rostro, las que me dejaban saber cuánto había llorado. Me sentí realmente mal al saber que yo era la causante de ese dolor, de esas lágrimas; y que me encontraba aquí, totalmente inútil de poder hacer algo.

"Por favor, Oscar...déjame salir. Te prometo que no haré nada, no te delataré..." miré a Oscar por un segundo, sin poder controlar mis lágrimas.

En esos instantes, escuché la voz de mi esposo nuevamente. Esta vez implorándole a quien fuese que me tenía en su poder, que no me hiciera daño, que pidiera lo que quisiera, que él estaba dispuesto a darlo. Pero que no me hicieran daño, ni a mí ni a nuestro bebé.

Los ojos de Oscar abrieron en sorpresa; seguramente no contaba con esto. Se levantó de la mesa, pegando un puño en ella y tomándome de la mano.

"Maldita sea! No, esto no puede estar ocurriendo, esto daña mis planes!" gritaba este mientras me llevaba bruscamente a la habitación, empujándome a la cama y cerrando la puerta.

Fue entonces cuando comencé a llorar como loca, mientras temblaba por completo. Qué quería decir Oscar con sus palabras? No, el sería incapaz de hacerle daño al bebé...o sí?

Mi vida presidencialWhere stories live. Discover now