Capítulo 14

3.3K 423 75
                                    

-¿Emmy? -preguntó su madre, quien había vuelto a la cocina. Él se dio la vuelta, aún observando el libro preocupado-. Oh... Lo siento mucho, supongo que las cosas se pusieron violentas y por eso tu padre empujó la lata...

-Mamá, no te disculpes -dijo, intentando calmarla.

-Debí haber quitado el libro de la mesa apenas lo vi... -se lamentó Christa-. ¿Es tuyo?

-Uh, no. Hiro me lo prestó -respondió.

-Ya veo... Tendremos que comprarle otro. Maldito Matt...

-No te estreses, mamá -dijo Emmet-. No fue tu culpa.

Christa tomó una respiración profunda.

-Está bien... -respondió-. ¿Te molesta si hoy no cocino la cena? No estoy de humor...

-Ve a dormir, no te preocupes por la cena. Vas a enfermarte si sigues así.

-Emmy, se supone que la que dice eso soy yo -acotó Christa casi riendo, antes de dirigirse hacia las escaleras-. ¿Te quedarás aquí?

-No, no, voy a subir -Él se apuró a caminar hacia su cuarto con su madre, y luego de un saludo antes de ir a dormir, volvió a su habitación con su hermano. Raramente se encontraba medio dormido, por lo que Emmet aprovechó para descansar. Claro, no sabía todavía cómo iba a encarar a Hiro la mañana siguiente, y menos por lo que le había pasado durante todo el día.

"¿Por qué todo está saliéndome tan mal...?", pensó, "primero la batería, luego lo de la comida, ahora el libro..."

Tardó bastante en dormirse con esos pensamientos comiéndole la cabeza, pero de todas formas logró dormir luego de unos minutos.

Por la mañana siguiente, Emmet no se apuró al dirigirse a su amigo, ya que éste ni siquiera había llegado a la escuela en ese momento. Poco después que tocara la campana, él lo vio cruzar la puerta de entrada apurado, pero sin embargo fue corriendo a su salón de clases intuitivamente. Ya se había hecho a la idea de no verlo hasta el recreo, y aprovecharía esa chance para prepararse mentalmente para enfrentarlo. Llegó al salón, y poco después el profesor de literatura entró a la clase.

"Siento como si estuviera tomándome esto demasiado seriamente", pensó mientras observaba las palabras que el profesor de literatura, Ludwig Lerner, había escrito en el pizarrón. "Pero es que es complicado..."

-¿Em? -dijo una voz cerca suyo, más precisamente a su derecha.

-¡¿Ah...?! -exclamó, algo sorprendido por la repentina aparición.

-¿Estás bien? -preguntó.

-¿Hiro? ¿Qué haces aquí...? -preguntó Emmet en respuesta-. Todavía estamos en clase.

-Uhm, no, el recreo empezó hace rato -aclaró-. No saliste, así que vine a ver si seguías en tu salón.

-¿De verdad...? No escuché el timbre -dijo, entrecerrando los ojos.

-¿Seguro que te sientes bien?

-Ah, claro -respondió disimulando su confusión. Se levantó de su asiento, y se dirigió hacia el patio junto con Hiro.

Dieron unas cuantas vueltas durante el recreo, hasta que Hiro consiguió un tema de conversación.

-Em, ¿empezaste a leer el libro que te di ayer? -preguntó.

-¿Ah? ¿Cuál libro? -dijo, quitando su mirada de la nada.

-Ya sabes, ¿el que te di ayer? ¿Mitos japoneses?

-Ah, ese... ¡Ese! -exclamó Emmet sobresaltado al recordar los sucesos del día anterior. Aun no le había dicho a Hiro lo que pasó con la cubierta-. Necesito hablar de ese...

-¿Sucede algo? -preguntó el chico de gafas, sonando algo preocupado.

-Bueno, esto, cómo decirlo... -Él retrocedió un poco debido a la expresión de sorpresa de su amigo, pero continuó-. Mi padre.

-¿Tu padre? -preguntó de nuevo-. ¿Qué sucede?

-Dejé el libro cerca de él, y, bueno, terminó manchándolo con cerveza... -respondió el castaño, tragando saliva y esperando lo peor.

-¿Sólo era eso? No necesitas ponerte tan tenso, Em -dijo Hiro, sonriente-. Fue un accidente, nada más.

-N-no -tartamudeó-. N-no entiendes por qué lo dejé cerca de él...

-¿Qué sucedió? -preguntó en respuesta.

-E-escuché que se estaba acercando a la cocina, y apenas lo oí salí huyendo. No quería verlo por... -dijo Emmet rápidamente. Luego, tomó una breve pausa-. Tengo... m-miedo... de mi propio padre.

-Em -dijo el chico de gafas antes de acercarse a él y rozar su rostro con su mano izquierda-, estás llorando...

A esa altura ya su voz gangosa había cedido, a pesar de ni siquiera haberse dado cuenta. Las lágrimas habían comenzado a fluir por su rostro contra su voluntad. Lo único que había notado era la suave y gran mano de Hiro acariciándolo mientras quitaba las lágrimas de su cara, a la vez que buscaba un pañuelo de tela en su bolsillo. Ya se había rendido para decir palabra, simplemente seguía parado ahí, llorando.

-Está bien si no quieres hablar de lo que te angustia -agregó Hiro-. Pero no me gusta verte llorar así...

Emmet se detuvo, y respiró profundamente. Las lágrimas cesaron un poco, pero no estaba lo suficientemente calmado como para dejar de llorar.

-S-sólo... m-mi padre vive discutiendo con mamá, hay mucha tensión en casa... n-no puedo estar tan tranquilo como antes... -respondió, intentando limpiar sus lágrimas.

-Estás pasando por mucho, Em. Parece que tienes estrés... -dijo Hiro mientras le pasaba el pañuelo por debajo de los ojos. Acto seguido, rodeó sus hombros con uno de sus brazos-. No sabía que el matrimonio de tus padres era así de disfuncional.

-I-intento acostumbrarme al ritmo de las cosas, pero no puedo -respondió, hundiendo su cabeza en el pecho de Hiro-. N-ni siquiera puedo cenar tranquilo...

-Ya, ya -intentó calmarlo, a pesar de no lograr evitar que su uniforme quedara empapado-. No sé qué puedo decirte para calmarte... Mis padres casi nunca discuten.

-Q-qué suerte... -susurró Emmet, ahogado por su propio llanto. Hiro comenzó a frotar su espalda.

-Detesto verte así, amigo -dijo él-. Sólo puedo ofrecerte una ayuda.

-¿Qué...? -preguntó.

-No importa qué día sea, no importa qué hora sea, no importa qué clima haga, si las cosas se ponen insoportables te recibiré en mi casa -respondió seriamente.

-¿En serio...? N-no quiero ser una molestia...

-Em, me molesta más que estés así -acotó-. A mis padres no les molestará, puedo explicarles. En cuanto a Sayumi, estará encantada de verte en casa.

-Eres demasiado bueno, Hiro... -suspiró, volviendo a respirar con normalidad.

-No puedo dejarte sufrir así si puedo hacer algo -agregó-. No te califiques como molestia, por favor, tú eres más que eso. Mucho más.


Una Simple Historia Más [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora