—Permiso —gruñí levantándome de la mesa, me dirigí a la entrada solo para asegurarme de que todo estuviese bien, visualicé a Anna con el ceño fruncido mientras discutía con un idiota cerca de la puerta.

Anna intentó alejarse, pero aquel tipejo no la dejó tomándola de la cintura, eso no me gustó en lo absoluto, solo bastó eso para hacerme enojar y mandar todo al demonio. Tenía que alejarla de ese imbécil.

—Interesante forma de filtreo —dije sarcásticamente sorprendiendo al tipejo —¿acaso funciona ese movimiento? —Mi tono burlón irritó bastante a aquel idiota.

Traté de mantenerme concentrado y solo mirar al imbécil, ya que me era más fácil mantenerme calmado, no podía verla porque tal vez perdería los estribos al verla en un lugar de mala muerte.

—Aléjate, esto no es tu maldito asunto —escupió.

Solté una risa irónica, en el momento en el que el tipo se vio confundido por mi actitud, Anna aprovecho de soltarse y alejarse.

—Claro que es mi jodido asunto —estiré mi mano hacia Anna, y por primera vez la observé desde que había entrado a la taberna, la detallé y en sus ojos pude ver que estaba nerviosa y a la vez temerosa, eso me hizo rabiar aún más —Ángel, ven —Anna rápidamente tomó mi mano y en un ágil movimiento la acerqué hasta mi pecho, la rodee con mi brazo al notar que se encontraba algo alterada.

Observé al imbécil con una mirada fría.

—Que esto sea solo una advertencia. Espero no volverte a ver ni a un metro cerca de ella, sino no me haré responsable por lo que haga contigo, ¿entendiste? —El tipo asintió rápidamente antes de alejarse.

Saqué a Anna de aquella pocilga, caminamos por unos minutos en silencio, en cuanto percibí que ya se había calmado, la dejé ir y en cuanto lo hice sentí su ausencia. Debía mantener la distancia, por muy difícil que se me hiciera hacerlo.

—Gracias —habló ella casi en un susurro, mientras se abrazaba a ella misma, luego dirigió su mirada a la acera.

Asentí en respuesta a pesar de que sabía que ella no me estaba viendo.

—¿Qué estás haciendo en este lugar? —No era difícil de adivinar, pero quería que ella me lo dijera.

Después de soltar un suspiro, Anna respondió.

—Te seguí.

—¿Por qué?

—Quería saber que estabas haciendo, ya no vas constantemente a clases y me preocupé, pero sobretodo necesito algunas respuestas Demon, estoy comenzando a enloquecer por tantas incógnitas —en lo posible me había mantenido lejos de ella para que así no se viera implicada en todo esto, pero parece que las cosas no resultaron.

—Anna, no debería de importarte lo que haga o deje de hacer. Además, fuiste tú la que en primer lugar no quiso hablar —estaba comenzando a exasperarme y ese era el lugar menos indicado para empezar una discusión, menos cuando habían dos tipos dándome caza.

—Lo sé, yo solo... —ella levantó su cabeza hacia mí. Joder, su mirada era triste, pero debía mantenerme al margen. Era mejor así, por su seguridad.

—Anna, será mejor que vuelvas a casa —Anna estuvo a punto de discutir, pero se calló al instante.

—De acuerdo, la camioneta de mi papá está cerca —la seguí en silencio.

Estábamos por llegar a la camioneta, pero al divisar a unos hombres cerca de ahí me di cuenta de que eran ellos, así que tomé a Anna de la mano y la arrastré dentro de una tienda. Una vez dentro observé con cautela por el vitral de la tienda hacia aquel lugar.

Sweet Peril. (The Sweet #1) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora