Capítulo dieciséis

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Nos separamos un poco, y su nariz acarició la mía con sumo cuidado. Me estremecí con el contacto de su piel, no cerré mis ojos en ningún momento, era perfecto observar aquellos ojos color miel, que te conquistaban cada día, y era difícil de olvidar.

Entrelazó mi mano con la suya, y me acercó hasta su cuerpo, volviéndolo a pegar de nuevo. Su mano recorrió la silueta de mi cuerpo, atrapando la falda del vestido para levantarlo un poco, con su sonrisa traviesa.

—¿Qué haces? —Le pregunté.

—Estás preciosa.

—Nos van a ver—Dije avergonzada.

—No me importa—Acarició sin dudarlo mis piernas—He estado mucho tiempo separado de ti.

—Bieber—Eché tanto de menos nombrarlo—No me dejes sola nunca más.

—No quiero ni que lo pienses—Pasó su mano por mi nunca, y me acercó lo más cerca posible de sus labios—Odiaría la idea de no volver a verte nunca más.

Pasé mis manos por su mejilla, e intenté no derramar ninguna lágrima delante de sus ojos, lo había echado tanto de menos, que sus palabras volvieron a enamorarme de nuevo.

Estaba ansiosa por sentir sus labios sobre los míos, moverlos y no separarlos. Sentí una caricia, y cuando estábamos a punto de entreabrirlos, para dar paso al roce de nuestras lenguas, alguien tiró de mi brazo, separándome de él.

Todo quedó en silencio, observando lo que sucedía en aquel instante. La seriedad apareció en Bieber, y quien me separó, seguramente también. Intentó apartarme de él, pero me negué.

—¡Papá! —Intenté separarme de él—Suéltame—Estaba furiosa con él.

—Vete de mi propiedad.

—No quiero, señor—Le contestó Bieber—Quiero estar junto a su hija, en este día tan especial.

—Llamaré a la policía—Volvió amenazar.

—Hágalo—Retó—No he hecho nada malo.

Tenía razón, solo llegó para pasar un rato junto a mí, quería celebrar a mi lado mi cumpleaños, con educación, y sin meter líos en mi casa. Me separé de mi padre, y cogí la mano de ese chico, en esos momentos no quería ver a la persona que engañaba a mi propia madre.

—Sepárate de él.

—No lo hagas—Sentí como apretaba mi mano con dulzura—Siempre estarás segura a mi lado, te lo prometo.

—Lo sé—Le susurré.

Caminamos hasta la puerta, a punto de abandonar el jardín, la voz autoritaria de mi padre hizo que dejara de caminar.

—¡Jude! —Gritó—Si te vas, no vuelvas.

—Nunca te perdonaré lo que le has hecho a mamá.

Fue duro escuchar aquellas palabras salir de sus propios labios, ya que él mismo no tenía ningún derecho a enseñarme lo que estaba bien o mal, mi padre era mucho peor que las peleas ilegales de Bieber. En aquel momento no sé que me pasó por la cabeza, pero elegí la mayor locura, entrelacé mi mano con la de Bieber, y salimos del jardín.

Nos alejamos de la urbanización de casas, hasta caminar donde se encontraba su moto aparcada. Llegó gracias al coche de su padre. Condujo hasta su hogar, y nos sentamos en el sofá.

De repente las ganas de llorar vinieron a mí, y abracé fuertemente a mi acompañante. Correspondió al abrazo, y apoyé mi cabeza sobre su cuello, respirando su dulce olor masculino.

—No llores—Intentó calmarme.

—He visto como mi padre besaba a otra mujer—Dije entre lágrimas—Y luego quería que me separara de ti.

—Déjame decirte algo— Me obligó a mirarle a los ojos—Hoy es un día especial—Lo había sido, ahora todo se estropeó—Tengo el mejor regalo del mundo.

—¿Qué regalo?

—Voy a hacerte el amor toda la noche—Y me besó con desesperación.

—Voy a hacerte el amor toda la noche—Y me besó con desesperación

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My tough boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora