Capítulo 12

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Tal como predijo Julianne en menos de una semana después del paseo a caballo, empezaron a llegar invitaciones para veladas. Para alivio de Claire la mayoría eran en Londres, y Brandon no tenía intención de viajar hasta allá por ahora, por lo tanto, no asistirían. No obstante, no se pudo salvar de las que se realizarían en los alrededores.

La primera velada tuvo lugar en la mansión de Lord y Lady Holland.

Claire se paseaba esa noche de un lado a otro de la habitación pensando en como se las arreglaría esa noche, mientras Lily buscaba un vestido. Julianne se la había pasado todo el día recordándole las normas que ella ya se sabía de memoria pero que no estaba segura de si iba a poder implementarlas.

Tenía miedo, esa era la palabra que mejor describía lo que sentía, miedo, ya no podía escabullirse en uno de los rincones y permanecer allí hasta que terminara la fiesta, o al menos estaba segura de que Julianne no se lo iba a permitir.

—¿Qué tal este Milady? — preguntó Lily mostrándole un vestido.

Claire asintió ante el vestido de satén azul oscuro con encaje blanco y bordado con hilos de plata, al mirarlo daba la impresión de estar viendo un cielo lleno de estrella, el vestido estaba diseñado a la moda, con un escote que podía ser considerado moderando aunque dejara ver gran parte de sus senos. Una de las ventajas de estar casada es que ya no tendría que usar esos vestidos de colores pastel que tan mal le quedaban porque se camuflaban con su piel, por lo que había mandado a encajar varios vestidos nuevos.

Lily le recogió el pelo en un moño dejando algunos rizos sueltos, posteriormente la ayudó a vestirse.

Una vez estuvo lista bajó, Brandon la esperaba al final de la escalera con su tía, la condesa viuda todavía no había bajado.

Una expresión de asombro paso por el rostro de Brandon cuando la vio.

—te ves... te ves...—por primera vez no encontraba las palabras exactas para expresar sus sentimientos— magnifica— dijo al fin.

—Estas preciosa mi niña— comento Lady Warwick.

Claire sonrió tímidamente a ambos, estaba acostumbrada a los halagos de su tía, pero que Brandon mencionara que estaba magnífica, la llenaba de una satisfacción que no supo describir tal vez porque ningún hombre la había descrito así, recordó que la noche de bodas la había llamado hermosa y la satisfacción aumentó haciéndola sonrojar.

Él la examinó de pies a cabeza, como si deseara guardar hasta el mínimo detalle en su cabeza. Al final dijo.

—Falta algo— sin decir nada mas subió las escaleras y desapareció por los pasillos.

Regresó minutos mas tarde con un estuche que contenía un espectacular collar de zafiros que hacía juego con su vestido. Sin decir palabras se lo colocó.

—Perfecta— murmuró.

Ella lo miro asombrada.

—es de mi madre— explicó— pero ahora que lo pienso tu necesitas algunas, mas adelante arreglaremos ese asunto— la tomo del brazo— vamos— dijo al ver que su madre bajaba.

Cuando llegaron a la residencia Holland una hilera de carruaje se encontraba en la entrada, por lo que pasaron varios minutos hasta que pudieron descender del coche, cuando llegaron a la entrada un mayordomo recogió sus abrigos.

La residencia Holland, estaba decorada con una extravagancia que no dejaría duda a quién la viera de que la familia Holland poseía fortuna, o al menos eso era lo que querían aparentar, pues aunque los salones estuvieran decorados a la última moda, y se encontrarán objetos caros dispuestos en cada esquina, era bien sabido que los Holland estaban en la ruina y la única razón por la que hacían el sacrificio de organizar una velada era porque buscaban desesperadamente maridos para sus tres hijas, que para su desgracia estaban destinadas a ser unas solteronas, al menos que consiguieran marido por medios pocos honrados como fomentando una situación comprometida con caballero que luego se vería en obligación por su honor de casarse, sin embargo esa posibilidad también se veía lejana por varias razones.

Arrebatadora inocencia (Casadas A La Fuerza #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora