"...a pesar de todas tus palabras, te prometo traerte un dulce de tu favoritos, aunque estemos molestos- más yo contigo, que tú conmigo-, y prometo tener cuidado al volver, sé que todo lo que dijiste fue porque te preocupas por mi como papá debería hacerlo, y gracias Ad, de verdad.
Volveré temprano hermano.

Con cariño, Lana."

Cerré el libro y lo dejé a un lado de mí, tomé la manta negra de Emily y la miré detenidamente.

― ¿Por qué no te cargué yo?

Mire hacia su sillón y divisé otro libro, tenía ambas portadas forradas con plástico especial.
Mi curiosidad ganó y me dirigí a dónde éste se encontraba, al abrirlo, lo primero que noté eran unas palabras escritas en un post-stick:

"Por darme un paliza: gracias.
Por ir a desayunar conmigo, mi madre y mi hermana: gracias.
Por soportar a Adam conmigo: gracias...."

¿Por soportarme?

"... Disfruta tu libro Emily."

¿Por soportarme?

(...)

Después de pasar la noche más tranquila en estas últimas semanas, había decidido bajar a desayunar algo, aunque sabía que hoy era el día libre de Marissa y de Drew, no me haría daño intentar cocinar algo decente o comestible.
Cuando estaba por llegar a la cocina, la voz de Drew y Emily me detuvieron.

― ¿Se supone que debo poner esto, antes o después?

―No seas tonta, es antes, lo revuelves bien, lo amasas, y después le das la forma.

¿De qué están hablando?

―Ya entendí, no debes hablarme como niña chiquita.

Al entrar a la cocina encontré a Emily cubierta de harina al igual que Drew, estaba poniendo leche en un bowl con harina e intentaba revolverlo.

―Buenos días Adam―Emily me sonrió―, acabaremos en unos minutos...

―Realmente no me importa si se tardarán todo el día o no― Emily frunció el ceño― ¿dormiste bien?

―Oh, sí― frunció el ceño y volvió a enfocarse en la harina― ¿Por qué la pregunta?

Drew estaba mirando como Emily intentaba amasar.

― ¿No le has dicho, Drew?

Él me miró como si apenas me escuchara.

―No.

― ¿Decirme qué? ― Emily sacó su masa del bowl y comenzó a amasarla sobre la masa.

Sus ojos brillaban más el día de hoy que cualquier otro de las últimas semanas que llevaba aquí, sus mejillas se veían rosadas y su masa corporal poco a poco aumentaba; era todo lo que podía ver sin cansarme.

―Ayer te quedaste dormida en la biblioteca...

―Y he tenido que llevarte a tu habitación―Drew terminó por mí.

―Oh, pues gracias, a que no peso nada ¿eh?

Salí de la cocina y me dirigí a la biblioteca a leer un rato más, la manta de Emily estaba en mi sillón hecha una bolita, la tomé y me acerqué al sillón de Emily para dejar el pedazo de tela; me acerqué a los estantes y tomé unos cuantos libros. Después me preocuparía por comer. Quería poder tener un poco de tranquilidad para mí un par de horas más.

Había tomado un par de pastillas para el dolor de cabeza que había intentado acecharme hace un par de horas, tomé asiento en espera de que funcionaran y me dejaran concentrarme en las pequeñas letras del volumen que sostenía en mis manos.

― ¿Adam? ― volteé hacia la puerta, Emily asomaba la cabeza un poco.

―¿Qué pasa?

―Pues, Drew ha ido a casa de su madre, y sin Marissa, la casa se siente― hizo una mueca― sola.

―Estoy yo.― entrecerré los ojos ¿no contaba?

―Pero, no hablas mucho―iba a protestar― ¿puedo leer contigo?

―Igual lo ibas a hacer...

Rodó los ojos y entró completamente; llevaba la camisa manchada de pintura, cortesía mía, un short negro deportivo, que puedo decir con certeza, es de Drew, y sus tenis desgastados.
Cubrí mi boca para que no viera la sonrisa que había formado; se dirigió a la mesita donde estaban todos los libros que ella había estado leyendo, tomó uno, y se sentó en su sillón.
Aclaré la garganta.

― ¿Puedo preguntar de dónde ha salido ese short? ― Emily levantó la mirada hacia mí.

―Drew me lo ha prestado, dijo que no lo necesitaba y que podía usarlo para pintar.

Asentí y volví a la lectura. Los gruñidos de hambre del estómago de Emily, hicieron que riera.

―Pensé que ya habían desayunado― algo oscuro cayó sobre mí.

―Pero me he quedado con hambre, soy sólo un ser humano.

Quité la manta de mi cabeza y la miré con la ceja enarcada en respuesta a su valentía por arrojarme su pieza de tela.

―Te debo una pizza, ¿la quieres?

― ¿Me harías ese tremendo honor?

―Quizá no debía tratarte tan bien, ¿eh?

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now