Era mi primer día en mi nueva escuela, y estaba emocionada. Mi mamá me despertó con todas las ganas del mundo, así tenía tiempo para prepararme... Como siempre, yo estaba súper cansada, así que me levanté como pude y fui a desayunar. Después de todo el discurso que me dio sobre la importancia de cepillarse los dientes para evitar futuras situaciones incómodas, me vestí, me peiné y me fui. Soy una persona a la que no le importa mucho su apariencia. No soy de esa clase de chicas que se arreglan demasiado para ir a la escuela. Prefiero ser yo misma.
Tengo el cabello colorado, que me toca la cintura. Ojos marrones y mido 1.77m. Soy Sencilla y normal.
Cambiarme de escuela después de iniciar el año aún no me convencía del todo, pero para que mamá no se sienta mal, le puse la mejor cara a la situación y crucé la puerta de casa con una sonrisa.
Estaba llegando tarde a mi primera clase, así que subí muy rápido las escaleras e intenté encontrar mi salón lo más pronto posible. Cuando llego al salón N°15, la puerta se abre y me pega en la cabeza, dejándome un dolor persistente en la frente durante por lo menos 15 minutos. Mientras estoy en el suelo, escucho una voz dulce y llena de preocupación.
- Oh, lo siento. ¿Estás bien?
- Si, estoy bien – dije, aún sin verle el rostro.
- Déjame ayudarte – respondió, su tono de voz era ahora desesperado y estaba cargado de culpa.
Acepté la mano que me tendía y comencé a levantarme. Mientras lo hacía, por fin pude ponerle rostro a la voz que me dio la bienvenida a mi primer año de escuela. Sus facciones eran dulces y tiernas; sus labios, rosados, me recordaron al color de las frutillas que acostumbraba a comer durante los calurosos días de verano. Era un chico alto, rubio y de piel exquisitamente blanca. Era hermoso.
- Gracias por ayudarme - dije cuando ya estaba en pie.
- De nada. Por cierto, ¿Cómo te llamas?
- Chloe – respondí con una sonrisa. Él, devolviéndomela, dijo a su vez:
- Yo me llamo Michael, pero puedes decirme Mikey.
- Muy bien, Mikey.
Me gustó cómo sonaba. Simple y bonito.
- Fue un placer chocar contigo, Chloe.
Solté una carcajada y me despedí.
Fuí caminando por los pasillos pensando en Michael. No sabia quien era. El no me conocia. Pero había conección entre nosotros. Eso me impulsó a saber más sobre el. A saber su historia...
Con la curiosidad en mi mente atormentándome, voy a mi siguiente clase. Estábamos en clase de Biología, cuando se escucha la puerta abriéndose.
- Hola, ¿Puedo pasar?
- Si Michael, pasa- Dijo la maestra
Me quedé paralizada. Estaba súper nerviosa. Y como si eso fuera poco, el se sentó junto a mi.
- Para este trabajo, elegiremos grupos. Cada uno lo hará con su compañero de banco. Oh genial.
- Parece que seremos un equipo – Dijo Michael guiñándome un ojo.
Sonreí tiernamente. Nos mantuvimos en silencio un momento. Tengo que admitirlo. Amo sus ojos, su sonrisa, su pelo.
-¿Puedo preguntarte algo?-digo.
- Claro.
- ¿Puedo tocarte el cabello?
El sólo sonrió y asintió. La verdad no era tan suave como pensaba. Aunque era muy hermoso.
-¿Tienes hermanos?-Pregunto.
-Lamentablemente no. Pero la verdad no puedo quejarme. Soy muy consentido.
Solté una carcajada de inmediato.
-¿Y tu?... ¿Tienes hermanos? -Pregunta algo tímido.
- No... Por suerte no.
-¿Quieres ir a mi casa?- Pregunta mirándome a los ojos.
-No tengo nada que hacer esta semana podría...
-No, yo digo ahora.
-Muy bien.... -Respondí algo confundida.
Cuando nos fuimos, no teníamos transporte. Michael recordó que había traído su auto, entonces me llevó a su casa. Hay que dejar en claro que no maneja muy bien y tuvimos algunas dificultades. Llegamos. Era una casa humilde y ordenada. Me presentó con sus padres y bajamos a su habitación. Mejor dicho su "cueva de hombre", hablando en idioma Michael. Su "cueva de hombre" era demasiado amplia. Tenía muchos sillones y una televisión muy grande. Supongo que antes era una sala de estar. El me ofreció un par de películas que tenia en su escritorio. Comencé a ver una por una. El águila de las plumas de cristal. Fue muy interesante. Puso la película en el DVD y nos sentamos en los sillones a verla, en silencio.
- Una hora después-
Teníamos que hacer el trabajo en grupo que nos había asignado la profesora. La verdad, no teníamos mucha ansiedad de hacer la tarea. Pero primero a Michael se le ocurrió que podríamos charlar un momento.
-Entonces, ¿Cuál es tu historia?.
-Mis padres se divorciaron cuándo yo tenía 6 años. Fue muy duro para mí pero... - Me interrumpe.
- No quiero saber eso Chloe. Quiero saber sobre ti.
-¿A qué te refieres?
- Sí, ya sabes. Tus pasiones, tus caprichos.
-¡¡¿¿Mis caprichos??!!- Dije riéndome
- Si, lo primero que se te venga a la cabeza.
- "Bajo la misma estrella"
- Muy bien, ¿Que es eso?.
- Es una novela. Mi novela favorita.
- Muy bien y, ¿tiene zombis?
- ¡¡¿¿Zombis??!! No es esa clase de libro.
- ¿Y de que trata?
- Cáncer.
- Veo que te gustan libros depresivos- Dijo bromeando
-Muy bien, ya basta hay que hacer el trabajo- Solté una carcajada mientras hablaba.
La verdad yo no quería dejar de hablar con él, pero teníamos trabajo que hacer y no quería atrasarse. Michael se ofreció a llevarme a casa. No quería ir con el ya que me ponía incómoda, pero intenté salir de la situación con una excusa.
- No puedo ir contigo en el auto porque he estado mucho tiempo cerca de gasolina y me mareo.
¿Enserio? ¿Eso fue lo mejor que a mi cerebro se le ocurrió?
Michael solo volvió a ofrecerse pero esta vez iríamos caminando. No tenia excusa para eso. Entonces acepté. No dijimos una palabra hasta llegar a mi casa. Ambos estábamos demasiado incómodos.
Sólo se despidió.
