Pide un deseo, Severus

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El sol comenzaba a esconderse en el horizonte, pintando el cielo de un rojo intenso que se fundía haciéndose cada vez más oscuro. Dos pequeñas figuras, sentadas bajo el único árbol encima de la colina, se despedían del último rastro de día con los cantos lejanos de los pájaros y el sonido incesante del arroyo, que chocaba contra las rocas.
La niña, de cabello tan rojo como el cielo, leía tranquilamente un libro, mientras su mejor amigo, Severus, la observaba con admiración. Levantó la vista y ahí estaba él, con una de esas sonrisas que se dibujaban en el rostro cada vez que la veía.

-Te he estado pidiendo tantos libros, Severus. En serio, gracias, esto es demasiado fascinante- corrió el pelo de su cara y dirigió sus profundos ojos esmeralda a la mirada de Severus-. Desde que aquella carta llegó no puedo esperar para ir a Hogwarts. Tengo tantas preguntas por hacerte Severus.

-¿Más? -bromeó el mestizo, que llevaba ropas tres veces más grande que él. Lily soltó una pequeña risa.

-Estoy segura que aunque ya lo sabes todo, también estás contento...

-Por supuesto que sí. Pero, no lo sé todo, Lily- dijo con las mejillas teñidas de un leve rosa.

Lily se levantó del césped y sacudió su vestido floreado. Se había puesto pensativa, siempre estaba con la mente en otro lado, pero sus pies seguían en la tierra. Era una niña brillante.

- ¿A veces no sientes miedo?

- ¿De qué?- preguntó confundido.

-De que todo cambié. vivir en un castillo, usar varita, tener amigos que no crean que eres extraño- Severus bufó con las últimas palabras. Tener nuevos amigos... A él no le importaban otros amigos, con ser el mejor amigo de Lily ya nadie más importaba en el mundo -, y que suceda tan de repente.

Giró su cabeza hacia unos pequeños arbustos de flores. Ella misma las había plantado al principio del verano. Ahora crecían fuertes y hermosas. Entre ellas había un pequeño diente de león, Lily lo tomó y lo acercó a sus labios.

-¿Qué haces?- preguntó Severus.

-Pediré un deseo, ven. Pide uno tú también.

-No comprendo.

-La gente no mágica suele hacer esto para tener suerte. Algunos se lo piden a las estrellas, otros a los pozos de agua tirando una moneda. Nosotros pediremos un deseo soplando de este pequeño diente de león.

-Eso es una tontería- opinó, riéndose incrédulo.

-Las veces que lo he hecho se han cumplido. Además- agregó sonriente-, es muy divertido.

Lily cerró los ojos por un momento y lo sopló suavemente. La mitad de los pelitos del diente de león que se aferraban, salieron volando y el viento los llevó consigo. Los vieron alejarse y luego, le dio la otra mitad a Severus.

-Es tu turno. Cierra los ojos y cuando sepas tu deseo, dejálos ir.

Severus apretó los párpados con fuerza, tratando de decidirse, luego de un rato, lo sopló bruscamente. Los pelitos chocaron unos contra otros para irse por el camino de los demás.

-¿Cuál fue tu deseo?- preguntó Severus.

-Si los dices no se cumplen, tonto -le respondió tomandolo de la mano para correr hacia abajo de la colina. Mientras corría, se dejó embobar por el movimiento suave de su pelirrojo cabello, apretando fuerte su mano. Y recordando su deseo.

Sé mi mejor amiga. Y quedate conmigo por siempre, Lily Evans.

Por siempre.

Pide un deseo, SeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora