Para ir a dejar flores

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Es una noche fría, una madrugada para que puedas dormir en paz y descansar, pero luego llegan los pensamientos y momentos que recuerdas a la mitad de la noche y luego no te dejan dormir.


Seguía en su cama respirando pesadamente y revolviéndose entre las cobijas, ya no podía estar ahí sentía que se asfixiaba. Quito las sabanas que cubrían su cuerpo y se levantó. La oscuridad de la noche le daba de menos, camino hasta el baño y se observó en el espejo. Sus ojos se llenaron de lágrimas que empezaron a caer con desesperación.

Tenía que llegar ese día y justo paso lo que deseaba que no sucediera. No podía estar en paz ni tranquilo, no podía sentirse seguro, ¿Cómo sería posible sentirse bien? Se recostó en el fregadero llorando con fuerza, para luego tumbarse en el piso.

Tenía que tranquilizarse, no podía despertar a Eliot o se llevaría un castigo, pero su cuerpo estaba en un trance, estaba desesperado y no sabía cómo calmarse, hasta que una idea paso por su mente. Lo había visto en televisión.

Cuando Eliot se encontraba fuera de casa, él podía entrar a escondidas en la recamara de este y veía un poco de televisión para entretenerse debido a que no podía hacerlo en la sala y Eliot le había prohibido entrar a la biblioteca de la oficina de su padre, era aburrido.

Ya lo recordaba, uno de los programas que había visto de gente con problemas y las maneras que usaban para resolverlos, siempre había pensado que esas personas tenían más que problemas en el cerebro, no le veía sentido a sus maneras de acabar con el dolor. Pero... si llegaba a intentarlo... talvez lo ayudaría un poco.

Se levantó del piso y salió de su recamara, camino por el pasillo hasta que llego a la de Eliot, eran como las 12 de la noche y esperaba que el mayor estuviera dormido, abrió lentamente la puerta, lo vio entre las cobijas sin moverse ni nada, entro tratando de hacer el menor ruido posible, el miedo de que el mayor despertara lo aterraba.

Camino hasta el baño y abrió la puerta, cada uno tenía su baño privado, con las cosas que necesitaran en propios cuidados. Cerró la puerta y prendió la luz, empezando a buscar por los cajones, hasta que encontró lo que necesitaba.

Con el mismo silencio, salió del cuarto, hasta el suyo, desarmo lo que había hurtado y dejo que todo pasara.

Adri estaba en la sala, apenas alumbrado por la lámpara del lugar, se abrazado a sí mismo, ocultando su rostro entre sus piernas. Su cabello había crecido más y se veían marcas en sus muñecas, marcas de pequeños cortes que se había hecho. Estaba cansado y le dolían sus ojos, eran alrededor de las 3 de la mañana y el seguía despierto.

Se separó un poco y miro las líneas rojas de sus muñecas, ¿Porque se había lastimado el mismo? ¿Porque había hecho esa tontería? Ahora se sentía imbécil. Ya tenía suficiente con los golpes de su hermano como para lastimarse más.

A pesar de haberse cortado, seguía sintiendo el dolor de su corazón y también de sus muñecas. Y los motivos por los que se había cortado eran los mismos por los cuales no podía dormir esa madrugada.

Eliot estaba acostado en su cama, pero no podía dormir, había despertado hace poco por un sonido que no llego a reconocer, le dio lo mismo y trato de volver a dormir pero ya no lo logro. Solo daba vueltas en la cama, revolviendo las cobijas y volviéndolas a acomodar. Reviso su celular donde tenía unos cuantos mensajes que apenas le habían llegado, mensajes del trabajo y de sus amigos.

Apago el aparato y luego lo volvió a prender, repitió lo mismo otras seis veces hasta que vio la fecha que marcaba el celular "6 de febrero" la fecha de la muerte de sus padres, ya había pasado un año desde el accidente.

No fue mi culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora