En busca de la verdad

Capítulo 5

Al día siguiente, por la mañana, Susan se despierta un poco más tarde de lo habitual. Normalmente se levanta a una hora como las ocho o las nueve de la mañana, pero parece que se ha dormido, - del cansancio o del enfado de anoche – y se ha levantado a las diez.

Mira a su lado buscando a Nigel, sin embargo parece que no está. "¿Dónde se habrá ido?" piensa. En realidad no está preocupada. Ya volverá cuando le dé la gana.

Aún sigue un poco enfadada por lo del día anterior. La verdad es que es normal que Nigel use sus encantos para conseguir cosas, pero eso a ella le frustra. Siempre ha sido un poco insegura, a pesar de que todos le dicen, y Nigel sobre todo, que es muy guapa. En realidad no se considera demasiado atractiva. Es de estatura media, tiene el pelo rubio y ondulado, los ojos marrones, y lo único que se podría destacar más o menos de ella, es que tiene buenos pechos. Simplemente eso. A pesar de eso, Nigel siempre está alerta por si otro hombre la está mirando furtivamente. A ella, en realidad eso le hace gracia, por qué un Nigel celoso es divertidísimo. Aunque tampoco es que ella se fije nada en si le miran o no.

Por el contrario sí se da cuenta de cuando le miran a él. Al contrario que ella, Nigel es un hombre que llama la atención nada más verlo. Es alto, - mide casi metro noventa – tiene el pelo a media melena de color negro y liso, que muchas veces le cae por la cara en descuidados mechones, cosa que a ella le encanta ver y apartárselo. Sus ojos son de un color marrón pero con toques verdes, y son realmente cautivadores. Cuando te mira no puedes dejar de mirarle, ya que es como hipnótico. Su cuerpo, - a pesar de no hacer casi ejercicio – es escultural. Delgado y fibrado a partes iguales, sin un poco de grasa en ninguna parte del cuerpo. Su espalda es ancha y a veces Susan se apoya en su pecho duro, sin nada de vello, y siente que esa dureza debe ser parecida a tumbarse en el torso de un Dios.

El vello, otra de sus cualidades. A pesar de ser un hombre grande y fuerte, muy masculino, no tiene ni un poco de vello en ninguna parte. Bueno, en ninguna parte visible, claro está. Lo mejor de todo, es que a Susan no le gustan los hombres peludos – nunca le han gustado – y Nigel no tiene pelo ni en el pecho, ni en la espalda. Solo una pequeña línea de vello que va desde el ombligo hasta... bueno, hasta sus partes íntimas. Por lo demás, un poco de pelo en las piernas es normal y soportable. Tampoco necesita a un hombre metrosexual.

Nigel llama mucho la atención en casi todos lados. En realidad no lo hace queriendo, "¿Cómo se hace eso queriendo?" se pregunta Susan, pero es algo innato en él, desde el instituto, y no puede hacer nada por evitarlo. Las mujeres se giran al verlo pasar, y algunos hombres le miran con desprecio por no ser tan guapos – ni tener tanta clase – como él. Susan lo ama realmente todo de él, aunque discutan muchas veces.

En alguna ocasión se ha preguntado más de una vez por qué Nigel se fijó en ella (aparte de que vivían bajo el mismo techo, claro) sin embargo, con tantas mujeres que podría haber escogido, va y la escoge a ella. En realidad es un poco inverosímil, más de novela que de otra cosa, pero así es, y aunque no lo entienda mucho – que no lo entiende y se siente insegura más de una vez – le encanta que un hombre como él le preste atención.

Susan se levanta de la cama y coge una bata que tenía en el equipaje. No le gusta coger frío por las mañanas. Decide que se va a ir a duchar en lo que Nigel vuelve, ya que no sabe cuánto va a tardar en volver, así que puede tomarse un tiempo de más para asearse, cosa que le encanta.

Se mete en el baño y de repente le da un escalofrío que le recorre todo el cuerpo. "Que frío hace en el cuarto de baño" piensa mientras busca el radiador que les dio anoche Ágata. Lo entra en el baño y lo enchufa cuando se da cuenta de que encima de la puerta hay un calefactor de esos que se encienden estirando de una cuerdecita. "Maldita sea – piensa enfadada – soy más tonta, acarreando lo otro de aquí para allá. Como si pesara poco"