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Mi transformación se desvanece mientras corro hacia mi hermano, y cuando ya estoy junto a él, vuelvo a ser humana.

-Daníel-susurro

Arranco la flecha de su costado, haciendo que brote sangre de ella. Tomo una sabana blanca y hago presión sobre la herida.

<<Si te mueres juro que haré que te revivan y te mato yo misma con mis propias manos soquete>>digo en sus pensamientos.
Pero él no responde. Joseph se acerca a él y toca su yugular.

<<Daníel... No te mueras-susurro.- Tu manada te necesita... Yo te necesito...>>

Joseph alza la mirada.

-Esta muerto.
-No, no lo esta-digo sintiendo las lagrimas en mis ojos.
-Dalia-dice tocando mi hombro.
-No-retiro su mano de golpe.- Él está vivo. Lose.

Joseph niega con la cabeza. Se coloca detrás de mi, tratando de alejarme, pero me resisto.

-No puedes hacer nada.

Esto es una maldita pesadilla. Mi hermano no puede morir, no debe y no puede. No me dejara sola, lose. Si no me hubiera ido de casa ese día y si Joseph no fuera un Híbrido, estoy segura que... Un Híbrido...

-Pero tu si-murmuro

Joseph me mira extrañado, hasta que entiende mi idea. Me aleja un poco de mi hermano y se transforma a medias, sacando sus enormes colmillos. Muerde su muñeca y yo le abro la boca a Daníel. Gotas de sangre caen por la garganta de mi hermano y mi corazón se detiene.
Por favor, que funcione, que funcione.

La herida de Joseph se cierra más rápido de lo que me gustaría. Pero su sangre es suficiente para revivir a Daníel. Espero, sin dejar de mirar los ojos de Daníel. Quiero ver cuando despierte.
Y pasan los segundos... Los minutos... Y no despierta. ¡Por que no despierta!
Joseph coloca una mano en mi espalda.

-Dalia...
-¡No!-gritó apartándome
-Fue muy tarde-continua.- Ya no hay nada que hacer.

Me siento vacía, sola. Como la primera ves que vi a mis padres morir frente a mis ojos. Y ahora, ahora veo a mi hermano morir.
Esto es horroroso, este imbecil me abandono... No... No me abandono. Esas bestias me lo arrebataron... Ahora me toca a mi.

Me levanto de un salto, con velocidad voy a la sala de combate y regreso con ropa nueva de combate, y me acerco a la barra. Tomo mis armas y las coloco en sus correspondidas fundas.

-¿Que haces?-pregunta Joseph
-¿Que no ves?-digo terminando de vestirme
-Dalia...
-No me digas que debo quedarme-alzo la voz, girándome hacia él.- Ni que no debo de ir a pelear por que soy la única heredera del clan.

Joseph se acerca y me toma por los hombros.

-Lo que en realidad iba a decir era que no tengas piedad-sonríe.- No dejes ni rastro de ellos.

Sonrío y asiento.

-Te cubriré las espaldas.

Y en eso se transforma en híbrido. Tomo las pistolas de mi cinturón y salgo de la habitación.
Afuera todo es un caos, gritos y ruidos de espadas chocando se escuchan es todo el castillo.
Le quito el seguro a las armas y brinco, aterrizando en el suelo.

Disparo a todo cazador y chupasangre que veo. Tengo buena puntería y visión, así que le doy en la cabeza a todos los malditos que puedo. Como Joseph había dicho, me cubre las espaldas. Muchos cazadores subieron a detenerme, pero Joseph hace un buen trabajo despedazándolos.
Las balas se acaban y ya no tengo municiones. Veo a dos vampiros en el techo, bajando a la batalla. Apunto y aviento las pistolas con fuerza. Estas dan en sus cabeza, haciendo que se caigan del techo.
Saco mi espada de la espalda.

-Jospeh-le llamo.

Él se gira y asiente. Regreso mi atención al campo. Veo a un pequeño iniciado en el suelo, tomando de la muñeca a un cazador que trata de enterrarsela en el cráneo. Coloco la punta de la espada hacia abajo y salto. Doy un giro de doscientos setenta grados y aterrizo de pie, clavando la espada en la espalda del cazador.

El pequeño licántropo se hace a un lado, por poco y lo atravieso también.

-¿Estas bien?-le pregunto
-Si mi señora. Gracias.
-Será más fácil si te transformas-digo mirando al rededor.
-Aun no puedo
-Por que no lo has intentado. Los iniciados tienen esa ventaja la primera semana de transformación.

Un cazador nos ve y corre hacia nosotros. Coloco una mano en el pecho del niño, colocándolo detrás de mi.

-Atrás-digo al niño.

Alzo mi espada. El cazador brinca con una daga de plata en las manos y antes de que pueda hacer algo un pequeño lobo sale detrás de mi, mordiéndolo del cuello. El licántropo muerde fuerte y jala su cabeza bruscamente, arrancándole la yugular.
Sonrío.

-Bien hecho novato.

Me giro a buscar mas cazadores, se que estará bien, así que no me preocupo mas en protegerlo.
Dos cazadoras me ven y sonríen con malicia. Saco dos cuchillos largos de mi espalda y corro hacia ellas.
Trato de estocarlas, pero las dos escapan de mis golpes con agilidad. Una cazadora lanza una patada, dándome en el estomago y caigo de espaldas, pero con un poco mas de fuerza doy una marometa hacia atrás, quedando en cuclillas.
Ellas caminan hacia mi, sonrío y corro rápidamente, doy un pequeño brinco alzando las dagas a la altura de sus cuellos. Cuando aterrizó giro mi cabeza hacia atrás.
Sonrío de medio lado cuando veo caer sus cabezas al suelo, luego, sus cuerpos decapitados.

Pero mi sonrisa se borra cuando una mano me toma por la blusa, alzándome. Abro los ojos de par en par, girando mi cabeza para ver a mi atacante.

-¿Tú?-digo atónita al reconocerlo.
-Hola Dali.

Sonríe y con fuerza me empuja hacia atrás.

El corazon oscuro también lateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora