Estoy seguro de que no te lo ha contado, no tan sólo porque en ningún momento ha tan siquiera hablado, sino más bien porque sé que tratará de fingir que está bien, que no necesita ayuda. Pero está destruido.

Nunca había visto a James así. Era él quien tenía una de las mejores relaciones con Molly, estaban juntos en lo que sea.

Como sé lo que es una pérdida, no permitiré que mi hijo sufra tanto como lo he hecho yo al no pedir ayuda. Todos necesitamos a alguien en los momentos duros de nuestra vida, alguien que nos pueda sacar una sonrisa y nos escuche, que nos preste su hombro.

Y sé que el alguien de James eres tú.

El entierro será en el Valle de Godric. Espero verte allí, Amelie.

Gracias desde ya.

Con mucho cariño,

HJPE.

P.D.: ¿Podrías avisar a sus amigos?

Cuando Gwenog observó las lágrimas cayendo de los ojos verdes de su hermana, se sobresaltó y corrió a consolarla. Amelie no había conocido a Molly, había hablado con ella tan sólo una vez. Lloraba más bien porque sentía algún tipo de conexión con aquella mujer y, por sobre todo, porque James debía estar ahogándose en miseria... y Amelie no estaba allí ahora.

Quería abrazarlo. Abrazarlo hasta que se desahogara y decirle cuanto se disculpaba por haber dudado de él.



Su madre había insistido en acompañarla, para saludar y dar sus condolencias a la familia Potter. Así que ambas estaban allí, frente a la entrada de la sala velatoria del Valle de Godric, dudando de en qué momento entrar. Desde fuera, podían verse las cabelleras pelirrojas, vagando como zombies, totalmente acabados. Tan sólo dar un paso hacia adentro, Harry corrió a saludarla.

-Viniste -sonrió de una forma completamente agradecida y la apretujo entre sus brazos.

El hombre parecía diez años más viejo. Las ojeras lo poblaban y oscurecían sus siempre brillantes ojos verdes. Podía notarse que había tratado de reemplazar las horas de sueño por unas numerosas tazas de café.

-Claro que sí, Harry -murmuro Amelie, devolviéndole el abrazo con la misma intensidad-. Lo siento.

-Gracias, gracias, gracias por venir -exclamó, separándose de ella y limpiando las lágrimas de sus ojos.

Amelie se mordió el labio con fuerza, tratando de no derrumbarse también. Realmente sentía todo lo que les dolía y eso era algo tan... tan fuerte. No soportaba ver llorar a la gente que quería, por lo que sabía que tendría que ir guardando fuerzas para cuando viera a sus amigos.

Su mamá vino tras ella, en el momento en que Teddy Lupin también se les unía.

-Amelie Moore, una de mis mejores alumnas -saludo el metamorfomago con una inmensa sonrisa. Ante todo, él siempre trataba de verse simpático: esa era su personalidad-. ¿Sabía usted eso, señora Moore?

Mientras su mamá charlaba con los mayores, Amelie busco con la mirada a una persona en particular. Avanzó cuidadosamente, observando sus pasos y tratando de no chocar con el montón de gente que había ido a despedir a Molly Weasley.

Cruzó a la profesora McGonagall y a cada uno de los profesores de Hogwarts. Había personas de todas las edades, con expresiones igual de dolidas.

Una pelirroja se abalanzó contra ella antes de que pudiera darse cuenta. Dominique comenzó a llorar sobre su hombro, mientras Amelie trataba de devolverle el imprevisto abrazo con fuerza.

Amelie Moore y la maldición de los PotterWhere stories live. Discover now