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Estoy nerviosa, no quiero hacer el ridículo. No me importa darme el lote con alguno de la manada, sin embargo, el temor que siento por llamar la atención de alguno de ellos y que acabe haciendo el payaso, me puede.

Tal vez debería dejar que las cosas surjan, sin más. Esperar a que él me reclame, sea quien sea.

¡Por el amor de la Diosa! Ni siquiera sé el nombre de ellos. De ninguno y eso es patético. 

No me he fijado mucho pero en tres de ello, sí.

Primero, en la chica. De cabello oscuro y llena de tatuajes. Uno de sus ojos, indiferentemente de cual, siempre tapado por el pelo.

Uno de los chicos, también lleno de tatuajes. Por todo el cuerpo, puedo apreciarlo. Algunos comienzan y no sabes dónde terminan pues la ropa los tapa. Sus ojos negros hacen juego con su color de cabello. Es muy atractivo.

Me fijé en ellos dos porque son los que más llaman la atención.

Por otro lado, también me había llamado la atención el chico de ojos azules. ¿Cuál será su nombre? Algo dentro de mi, quiere saberlo.








Galopo con más insistencia. Fatigando hasta la última parte de mi cuerpo. Obligándome a hacer más de lo que realmente puedo.

Llevo alrededor de dos horas galopando a la velocidad del rayo, desahogando a mi loba, tranquilizando su nerviosismo.

Necesito calmarme. Me urge pelear y eso no es bueno. He de controlarme. Sé que mi loba quiere ir a algún combate. Tomar posesión completamente de mi cuerpo y acribillar a cualquiera que se me acerque. 

Y sé porqué está así. No habré reconocido su olor pero sí su presencia y cuanto más trato de evitar a cualquier macho, más se frustra ella y, por ende, más me altero yo.

Acabaré por hacerme daño pero me da exactamente igual. Si no consigo calmarme ¿quién sabe que puede pasar? Esta sensación es tan desconocida para mi que me aterra no controlar la situación. 

Me atemoriza no intuir el próximo movimiento que daré. Siempre he sido una persona muy recta, muy centrada para ciertas cosas, entre ellas, los asuntos de la manada y lo que mi espacio se refiere.

Vuelvo a transformarme quedándome completamente desnuda. Es tan liberador la percepción que se siente que alzo mis brazos y dejo que la brisa golpeé todo mi cuerpo. Me acerco hasta un pequeño riachuelo y con ambas manos recojo un poco de agua para así beberla. Está fresca, las humedezco de nuevo y empapo mi cuerpo de agua pura, de manantial.

—Vístete —dice a la vez que lanza una camiseta, él es considerablemente más alto que yo y por ello, su ropa me tapa un poco por debajo de los muslos.

—Hola, Sean —me pongo de puntillas y beso su mejilla.

—Hola, preciosa —sus labios devuelven el beso pero más cerca de mi boca. Casi en la comisura.

—¿Qué haces aquí, chico solicitado? —suelo llamarle así, siempre está de un lado para otro. Haciendo recados, moviéndose por las grandes ciudades, quedando con sus amigos o simplemente estudiando. ¡No tiene ni un segundo de descanso!

—Estaba entrenando con algunos de los chicos cuando tu olor me golpeó con fuerza. Parecías cabreada, bebé —usa uno de sus muchos estúpidos apodos, ya estoy acostumbrada.

Trilogía Magic 1: The howl. [DISPONIBLE EN @ERIDEMARTIN]Where stories live. Discover now