―Sigue alimentándome así, y lograrás que Adam te despida ―dije tomando otro pedazo de carne y una porción de papas extra ― ¿estás segura que no se molestara? Bastante tengo con la resaca que aún me cargo.

―Adam jamás me despediría, bonita, me necesita más de lo que crees, y no se molestara contigo tampoco, te necesita viva y bien alimentada.

― ¿Cómo estás tan segura?

―Sí, llego en cuarenta―Adam hizo una pausa mientras buscaba algo en la barra donde estaba comiendo ahora mismo ―un momento ―dijo tapando la bocina de su teléfono ― ¿dónde está mi botella de agua, Marissa?

― ¿No está en el fregadero?

Se refería a la misma botella de tinte oscuro y metálico que sostenía el agua que había estado bebiendo en el transcurso del día, Marissa me había dicho que tomara otro al terminar de usarlo, por alguna extraña razón me pareció tonto agarrar otro cuando este podía seguir siendo usado un montón de veces.

―Lo he tomado yo... ―susurré en su dirección.

―Te llamo en cinco minutos, ―le dijo a la persona con la que estaba hablando ― ¿por qué? ―preguntó apoyándose en la barra donde estaba comiendo, su figura era intimidante incluso sin hablar, y ahora hablándome me sentía incluso más pequeña.

―Lo lamento, no pensé que tuviera importancia ―me encogí en mi asiento.

―No tomes más cosas de las que ya te estoy dando ¿te lo agrego a las otras 4 cosas que te pedí no hacer? No debería ser tan difícil entender las cosas, ¿hablas el mismo idioma que yo, no?

―Sí.

Caminó fuera de la zona donde nos encontrábamos. Marissa me dio una mirada y sonrisa reconfortante, quizá para ayudar. Adam tenía un tono de voz que podía usarse para el peor regaño del mundo, causaba un no sé qué en mis entrañas que no me hacía sentir bien y prefería no volver a tener que escucharlo en un buen rato.

(...)

¡DETENTE! gritaba.

Garden seguía golpeándome.

¡ESTO MERECEN LAS QUE QUIEREN ESCAPAR! atinó un golpe sobre mis costillas ― ¡Y ESTO LAS QUE SE HACEN LAS LISTAS! acercó su cigarrillo a mi pierna y lo apagó sobre ella.

Deje salir el grito de mi vida, mis lágrimas seguían bajando, calientes y abundantes, mi labio sangraba, y mis pulmones estaban a punto de colapsar.

¿Por qué carajos yo?

(...)

― ¿Emily? ―la voz de Marissa sonaba distante ― Disculpalo, no mide sus palabras cuando arma sus dramas del día, le molesta que las cosas que tiene para "él" no las dejen en paz.

Sacudí la cabeza de un lado a otro intentando traerme de vuelta al presente; Garden me atormentaba incluso despierta.

―Está bien, supongo que sigo acostumbrándome a que él ya designó las cosas que puedo y no usar aquí, ¿no?

Posó las manos en su regazo cuando terminó de secar un vaso de vidrio.

― ¿Sabes nadar? Adam no te ha prohibido eso, ¿o sí?

―Dijo que no podía salir de la casa sin su permiso, eso me quedó muy claro, y después de su demostración de control emocional no creo querer arriesgarme.

―Pídele permiso y discúlpate por lo de la botella, suena arrepentida, muuuy arrepentida, sé que el drama también va con él, le encanta ser el amo y señor de muchas cosas, entre ellas, le gusta ser el rey de ser quien recibe más disculpas.

ADAM - en edición.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt