a g r a d e c i m i e n t o s.

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─Y después de un laaaaargo tiempo fuera, ahora con barrigas llenas y corazones contentos, ¡regresamos! ─Sebastián, tomando nuevamente el micrófono sin previo aviso, empezó a tararear el ritmo de algún programa de noticias. Por alguna razón ninguno estaba sorprendido.

─Pons, no empieces con tus payasadas ─el profesor extendió su brazo, esperando que le regresara el aparato y le otorgara el derecho a palabra.

─Profesor, ¿va en serio? ─Sara le dio un codazo flojo, supongo que para llamar su atención─. Usted y yo sabemos que ignorará cualquier cosa que le digamos. Me lo dice la experiencia.

Haciendo eco a sus palabras, Sebastián siguió bailando dramáticamente al ritmo del noticiero.

─Sí, damas y caballeros, ¡esto es Pasa-la-nota News! Porque nadie quiere a un canoso entrevistando, ¡cuando tienen a un Sebastián Pons dispuesto a reemplazarlo! ─se aplaudió a sí mismo, acompañando el gesto con reverencias─. Gracias, gracias, estaré aquí toda la tarde.

«Si así es frente a un público, no me lo imagino solo frente al espejo de su cuarto», pensé. Qué personaje había creado.

─¡Suficiente! ¡Ya he tenido suficiente! ─todos nos sobresaltamos ante el tono indignado del profesor, deshaciéndose de cualquier rastro de paciencia─. Les dejo hablar en todas mis clases, no les confisco las notitas, les pongo en trabajos de grupo juntos, les soplo la tabla del ocho, tomo mi tiempo para entrevistarles... ¡¿y así es como me agradecen?!

Intercambiamos miradas, abrigándonos de silencio. Había cierta verdad en las palabras del profesor.

Como siempre, Sebastián no se quedaría atrás. ─Oiga, Buenorro, bájele dos al drama. Deje de fruncir ese ceño, que por eso es que se ve como vejestorio ─chasqueó la lengua, adoptando una postura condescendiente con los brazos en jarras─. No querrá que sus nietecitos se queden con un abuelo todo machucado, ¿o sí? ¡Póngase cómodo, y déjeme hacer esta última entrevista!

El pobre maestro desacreditó entre dientes, guardándose sus pensamientos para público mayor de 18 años y acomodándose en un pupitre sin más remedio. Realmente esperaba que éste se rompiera por el peso, pero se mantuvo impasible.

Era un día de sorpresas.

─Ni siquiera tengo nietos ─creí escuchar entre sus murmuros ininteligibles. Sebastián, ahora satisfecho, nos "deleitó" con su baile de victoria; ya se imaginarán porqué las comillas─. Nomás aviso que si me quedo aquí es porque quiero escuchar esta entrevista, ¡nada más por eso!

─Sí, señor, finjamos que le creímos ─Sebas se encogió de hombros antes de buscarme con la mirada. Oh, Dios mío. Ya debía estar súper sonrojada por los nervios─. ¡Ahora sí, gente! ¡Llegó la hora de averiguar qué pasaba por la mente de esta chama en cuanto me creó! ─alzó sus comisuras en una sonrisa, como quien miraba orgulloso a su bebé. Creo que era algo irónico considerando la situación─. Di algo, Marianela.

Me aclaré la garganta antes de hablar. ─¿Algo?

─¡Hilarante, hilarante! ─se sostuvo de sus rodillas mientras se descojonaba de la risa. ¿Ven? Y mi mamá decía que mis chistes eran malos─. Cuéntanos, Marianela ─se recompuso, secándose una lágrima imaginaria─: Todo el mundo se pregunta cómo se te ocurrió la trama de la historia.

Ah, ¿eso? ─solté el aliento que había contenido sin darme cuenta. Era una pregunta fácil para empezar─. Pues vagando en el mundo de Wattpad hace unos meses, me di cuenta de que las historias narradas con notitas estaban muy de moda en el apartado de Historias Cortas ─reí nerviosa─. Leyendo y enamorándome de sus tramas, la realidad me llegó como un balde de agua fría: a mí nadie me manda notas en clase; al contrario: ¡debo pasarlas entre mis compañeros! ─vi cómo Sara asentía en comprensión. Ella sabía de qué hablaba─. Así que pensé: ¿por qué no escribir una historia que se parezca más a mí? Esa en la que la protagonista no envía ni recibe notas, sino que las pasa. Y supongo que así nació "Desde el pupitre de en medio" ─agité las manos, señalándolos a todos como "voilá"─. Aunque ahora que lo pienso, al final la historia casi resultó como las de las notitas ─torcí el gesto, pero Sebas y Sara me sonrieron en respuesta. Claramente ellos estaban felices con el final.

Desde el pupitre del medio (DISPONIBLE EN PAPEL).Où les histoires vivent. Découvrez maintenant