II

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Continuaron el resto del camino en silencio; solo se dirigían pequeñas miradas entre ellos, lo que hacía que la situación se volviera más incómoda para ambos.

En una de las discretas miradas de Val hacia Jon, pudo fijarse cómo el chico tenía su mirada perdida en la nieve y una expresión de tristeza llenaba su rostro. No se le veía muy nervioso, en realidad ni siquiera pensaba que lo estuviera. Tenía que reconocer que era muy valiente al querer hablar con Mance Rayder después de traicionarlo; los cuervos debían de estar más desesperados que ellos.

Su vista se quedó durante un buen rato en el bastardo. Su pelo rizado estaba cubierto por pequeños copos de nieve, sus mejillas estaban coloreadas por el frío, y sus ojos grises tenían un brillo especial. Recorrió su cuerpo con la mirada de arriba abajo, pero con lo único que se encontró fue con ropa negra: cota de cuero negra, guantes negros, capa negra... Lo único que destacaba en él era el mango de su espada: una cabeza de lobo blanca; a Val le pareció algo muy hermoso.

-Siento lo de Jarl.- Murmuró Jon mirando al suelo, rompiendo el incómodo silencio.

Aquel comentario le sorprendió mucho, demasiado, no sabía que Jon hubiera estado con su amante el día en qué murió; después recordó que Mance había enviado a Jon y a Ygritte con Styr y Jarl a escalar el Muro.

-¿Lo viste morir?- Preguntó apenada.

Jon levantó la vista del suelo y la dirigió hacia ella asintiendo lentamente.

-¿Lo mataste tú?- Dijo en un hilo de voz temerosa de la respuesta.

Por un momento, incluso ella misma, pensó que se iba a poner a llorar. Pero aquella situación no era para llantos, ahora tenía que ser fuerte y afrontar su destino con valentía y sin lágrimas. Las mujeres somos fuertes, no dejes que vea tu tristeza, eso te hará débil.

-Vi cómo el Muro se deshizo de él cuando estaba escalando, vi...- Se quedó callado desviando la mirada de ella nervioso.

-¿Qué viste?- Preguntó incitándolo a que siguiera hablando. Al ver que se quedaba callado decidió volver a hablar.- Jon... eres la única persona que me está contando la verdad sobre su muerte, no te estoy suplicando nada, pero agradecería mucho que me dijeras la verdad. Por favor.

Volvió a desviar sus ojos de la nieve y los fijó en ella. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir la mirada fija de Jon en ella; aquellos ojos la hacían estremecerse de una forma muy extraña. Una mano acariciaba la mejilla de la salvaje sin ni siquiera darse cuenta, y una ligera sonrisa cansada asomaba por los labios de él.

-Te contaré todo lo que quieras saber sobre la muerte de tu amante en otro momento.

Val lo miró con el ceño fruncido, molesta, y apartó su mano de allí.

-Quiero saber todo ahora.- Respondió con enfado.

-Te prometo que sabrás todo en otro momento, pero ahora déjame que piense en todo lo que le tengo que decir a tu rey.- Contestó tranquilamente.

-Pero, ¿y si no te vuelvo a ver después de este día?- Había tanta preocupación en su voz que hasta ella se sorprendió.

-Volverás a verme, créeme.- Sonrió.

Aquellas palabras resonaron en su cabeza una y otra vez; estaba tan confundida pensando en lo que había dicho que no se percató de que Jon ya le sacaba unos cuantos pasos de distancia.

-Vamos.- Apremió Jon a Val para que dejara de pensar en tonterías.

Sin añadir nada más, se colocó a su lado rápidamente y caminaron con paso ligero hacia el campamento.

The Price of BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora