Un crucigrama sin terminar

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Hoy es lunes, son las 6 am y me despierto un poco confusa sobre los acontecimientos del día anterior. Recuerdo las manos del psicólogo recorriendo mi cuerpo y eso hace que me ruborice. ¿Qué rayos hiciste, Verónica? , ¿cómo pudiste liarte con el psicólogo anoche? Si sigo este ritmo, pensé, pronto me convertiré en una prostituta o en una cualquiera, si no es que ya lo era.

Me levanté de mi cama y arrastré mis pies hasta el sofá, aún tenía un poco de resaca por el alcohol que había tomado el día anterior. Mi cabeza palpitaba y me dolía, pero solo trataba de ignorar el dolor. Luego de unos minutos, me dije a mí misma que si no tomaba algún analgésico no podría ir a trabajar, así que me levanté, fui a mi habitación y busqué mi botiquín de primeros auxilios; saqué una Tylenol, fui a la cocina, me serví un vaso de agua y me tomé la pastilla. Luego me dirigí al sofá y allí me senté a pensar. Me dije a mí misma que lo que hice ayer con Leonardo estuvo muy mal, pero la verdad es que se sintió tan bien.

Y... Cedric, a quien, por un momento, pensé que le gustaba, ¡pero no! él tuvo las agallas de buscar una novia y presentármela, como si el día anterior a eso él no me hubiera besado. Me sentía decepcionada, tal vez yo tenía algún campo de fuerza a mi alrededor que obligaba a los hombres a alejarse, pero, si es así, ¿por qué Leonardo no se había alejado de mí? Bueno, aunque es diferente porque él es mi psicólogo, se supone que los psicólogos ayudan a las personas con sus problemas de personalidad...

En ese momento, mis pensamientos fueron interrumpidos por un golpe en la puerta. Aghhh, Charlie, pensé. ¿Es que acaso ese imbécil no se cansaba de molestarme? Me levanté del sofá y me dirigí hacia la puerta, con la intención de no abrirla y gritarle hasta que se fuera.

- Charlie, imbécil- grité a todo pulmón- Te dije que no te pertenecía, y aún sigues acosándome, ¿qué clase de hombre eres?

- Verónica, no soy "Charlie", soy Cedric.

Nos quedamos en silencio los dos por un momento, no encontraba mi voz para responderle, aunque tampoco sabía qué responder.

- Ammmm- logré articular.

- Verónica, por favor, ábreme. Quiero disculparme, no me iré de aquí hasta que no abras la puerta y hable contigo.

Sopesé sus palabras por un momento, estaba claro que no se iría hasta que hablara con él. Abrí la puerta y ahí estaba él, mirándome con sus ojos, esos ojos suyos que me hacían perderme. Aparté la mirada de sus ojos, porque si seguía mirándolo empezaría a hiperventilar.

- ¿Qué quieres de mí, Cedric?- demandé, un poco furiosa.

- Solo quiero disculparme- dijo él.

- Cedric, me temo que quizá no pueda perdonarte. Me hiciste daño, ¿sabías? Me hiciste daño cuando aquel día me besaste en la mejilla y me miraste como si yo fuera todo lo que te importa y luego, al día siguiente, aparecer con Victoria, como si todo lo que hicimos juntos no significó nada- le dije. Sentía las lágrimas asomarse por mis ojos, no podía hacer nada para detenerlas así que las dejé salir- Pero, ¿sabes qué? No te necesito, ya aprendí mi lección. Me temo que ya no podré confiar en nadie, Cedric. Yo CONFIABA en ti y me decepcionaste. Pensé que algún día podríamos haber sido algo, pero lo arruinaste. He visto cómo Victoria me mira, ella me odia, me odia porque sabe que algún día sentiste algo por mí y que ella lo ha arruinado. Ella me mira con desprecio, lo he notado...

- Ella no te mira con desprecio- me interrumpió él.

- Sí, sí que lo hace, Cedric. Solo una persona muy estúpida podría no darse cuenta de ello. ¿Sabes qué? Quiero que te largues ahora mismo de mi apartamento. No quiero volver a verte nunca más, Cedric. Alguna vez sentí algo por ti, pero ya no. He decidido dejarte atrás, dejarte marchar y ser yo misma otra vez, pero sin prejuicios y sin arrepentimientos.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2015 ⏰

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