Capitulo dos: El sacrificio de un ser querido

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—Eres un caso hermanito—habló suavemente al oído al mismo tiempo que soltaba el agarre—Oye, ¿quieres venir a casa?—

Su invitación estremeció cada fibra de mi ser, de nuevo a esa casa sóla, puesto que sus padres estaban en el extranjero, sin embargo accedí, porque de verdad no me gustaba que pasara solo en esa enrome morada, así que, tomé el teléfono celular y marqué a casa para decir que no llegaría esta noche.

Finalicé la llamada y obtuve como regalo una de sus más cálidas sonrisas, lo que me sacó un leve sonrojo, debido a que se sentía extrañamente reconfortante.

Luego de salir del campus nos encaminamos hacia el autobús para llegar directamente a su casa, entramos a la amplia y vacía sala de estar; no había ni un alma, ni siquiera los empleados, pero eso no me importó mucho.

George me habló de un modo algo seductor y me exhortó que nos relajáramos dentro de su jacuzzi, no entendí mucho su invitación, siempre me ha gustado estar en un jacuzzi, te relajan mucho y pues en este poco tiempo de conocerle nos hemos bañado como dos o tres veces y me encantó la sensación que dejan los chorros internos.

Nos cambiamos lentamente, como si disfrutáramos la libertad que otorga quitarse una prenda pesada, nos colocamos los pantaloncillos de la clase de deportes y entramos en esa bañera de hidromasajes. Como si se tratasen de las hábiles manos de un masajista profesional, los chorros de agua que daban a las espaldas eran reconfortantes y completamente relajantes.

—Oye Luiz—dijo acercándose de manera lenta cual cocodrilo sobre su presa, aunque no le presté atención— ¿Alguna vez has experimentado el amor?—

—No, pues la verdad no es mi prioridad—respondí en mi inocencia o más bien ignorancia al trasfondo de esa pregunta— ¿A qué se debe la pregunta?—

George sonrió de una manera distinta a las demás, una que me heló los huesos, me sentía como un débil pajarillo a merced de una imponente cobra, pero este ligero temor no era nada comparado con el que sentiría más tarde.

—Verás pequeño—murmuró con su tono seductor mientras me aprisionaba con sus manos y me dejaba acorralado en mi esquina—Aprecio mucho que me alejes de aquellas chicas que solo me buscan por dinero o sexo, y bueno, lo he pensado mucho y quiero decirte que me gustas—

Esas palabras me cayeron como un balde de agua helada, me ama, pero él, un chico, esta muy mal visto… muchas ideas en conflicto y mi ser permanecía inmóvil, n o me percaté que me estaba desvistiendo lentamente hasta que su beso me trajo de vuelta a la realidad.

Me besó… mi primer beso fue con un chico… Mi sorpresa e incomodo era notable, cuando me percaté mis pantaloncillos iban por media rodilla, así que en un ágil movimiento, como el de una gacela salté fuera del baño con la respiración agitada.

—Pero, ti te gustan las chicas—hablé levemente agitado, no entendía lo que pasaba por su mente, de hecho ahora el estaba asustado—George, me gusta tu compañía, mucho más de lo que crees, pero yo no estoy preparado para  esto, no de esta forma.

Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, para luego ser seguidas por mi cuerpo que pesadamente se sentó en el suelo, conmovido por mi delicadeza de niño me dijo con su marcada voz que el hecho de que se enamorara de mí es porque era muy noble, porque yo le hice sentirse útil, y apreciado, no como los demás que lo veían como una máquina de sexo o un cajero automático.

Intentó acercarse a mí, pero en i temor casi infantil me aparté de su mano, ese simple gesto le llenó de tristeza y entre leves sollozos me pidió disculpas, por haber querido seducirme de esa manera, inclusive, él mismo temía que lo rechazara y huyera de su lado; que no quería que la única persona que le hacía sentirse bien se fuera de su vida.

HERMANOS DE CORAZÓN [Terminada,  Precuela de Dulce Tentador.]Where stories live. Discover now