15 Sueños

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Mia:

Mayo, 4:37 AM.

Y de repente desperté.

Vi mi alrededor y estaba todavía en la habitación de Jason. Él estaba dormido a mi lado dandome la espalda. Como siempre.

Ese sueño parecía tan real. Como me desmayaba por la discusión de Jason y yo. Cuando Jason me prometió luchar por mí. Sus manos recorriendo mi piel mientras me hacia el amor. Joder... Era algo increíble.

Pero era cierto. Era un sueño. Jason seguía ignorandome y tratandome como siempre. Si me tocaba era por mucha necesidad. Si me hablaba era para preguntarme si tenía hambre o cosas monótonas.

Trataba de acercarme a él, pero era como avanzar tres pasos y retroceder diez. Él es tan frío que aveces me congela cuando digo algo que no le gusta para nada lo que dije o hice.

— ¿Qué pasa?. — me preguntó Jason mirándome sacandome de mis pensamientos.

— Nada. Solo una pesadilla.— le respondí para luego volver a acostarme dándole la espalda.

Sentí su cuerpo acercarse al mío. Me rodeo con sus brazos haciendo que me tensara. Él nunca hacia eso.

— ¿Quieres hablar de ello?.— me preguntó en mi oído.

— N-no, no es para preocuparse.— tartamudee todavía tensa.

— De acuerdo. Haz lo que quieras. Luego no digas que no me preocupé por ti.— y ahí vamos con el Jason frío. Me dijo aquello mientras me soltaba e iba su antigua posición.

— ¿Qué quieras que te diga, Jason?.— le pregunté molesta sentandome de nuevo en la cama.— No fue nada. Estoy bien. Solo fue una pesadilla.

— Es mejor que te calles y vuelvas a dormir. — murmuró.

— Eres un maldito imbécil. — le escupí arropándome para intentar dormir.

— Maldito es tu padre. — respondió.

La gota que derramó el vaso

— ¡No sabes nada de mi padre! Eres el menos indicado para decir quien es un maldito y quien no. Porque a diferencia de ti, el si me daba amor cuando estaba en el vientre de mi madre. Él fue el mejor padre del mundo y tu ni le llegaras a los talones.— le respondí furiosa.

Mis lágrimas salieron. No soportaba el tema de mis padres, para mi era algo prohibido.

Tome la almohada que usaba hace unos segundos y me fui de la habitación. Era mejor dormir en el incómodo sofá de la sala que con ese gilipollas.

— Di mi mi nombre, perra.— gimió alguien cuando estaba llegando a la planta baja. Me fijé en el sofá y ahí se encontraba... Bastian con una chica. Estaban en la pose favorita de los hombres. De perrito.

— Oh, Bastian. — casi grito la chica.

— ¿Quién te está follando? Eres toda una puta queriendo mi polla en su coño. — gruño dándole una nalgada.

Joder, no sabia que había mujeres así. La única forma en que se podían sentir especial era que un hombre las follara.

Pobres de ellas.

De Jason © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora