Las clases por fin habían terminado y los pasillos de la escuela quedaban casi vacíos, con ese eco particular que solo existe cuando la jornada acaba. Tal como le había prometido a Jungmo, ella se dirigió a la biblioteca, aunque todavía le costaba creer que realmente necesitara ayuda con una "tarea". Cada vez que recordaba el tono con el que él se lo había pedido, esa insistencia un poco extraña, no podía evitar pensar que era solo una excusa para verla. Y aunque la idea la desconcertaba , ahí estaba, sentada entre estantes silenciosos, esperando.
Mientras acomodaba sus cosas sobre la mesa, le vino a la mente la despedida con Martín. Él había ido a buscarla justo al final de la última clase, con esa sonrisa despreocupada de siempre, listo para acompañarla a casa como lo hacía casi todos los días. Ella había sentido un nudo en el estómago al verlo, porque sabía que esta vez tendría que decirle que no.
"Hoy no puedo" le dijo, intentando sonar ligera, aunque la voz le tembló un poco.
Martín la miró sorprendido, casi confundido.
"¿Pasa algo? ¿Necesitas ayuda?" preguntó él, con esa ternura que siempre la desarmaba.
Ella negó rápidamente. No quiso contarle la verdad, no supo cómo. Solo dijo que debía quedarse un rato más en la escuela, inventando una excusa vaga que no aclaraba nada. Le dolió ver cómo la sonrisa de Martín se desvanecía un poco, aunque él trató de ocultarlo. Ella también lo extrañaba. Y, por un instante, una parte de ella deseó tomar su mano, irse con él y olvidar aquella promesa con Jungmo.
Pero no lo hizo. Porque no era ese tipo de persona. Porque ya se había comprometido. Porque, aunque dudara de las intenciones de Jungmo, no quería quedar mal con nadie.
Así que allí estaba ahora, en la biblioteca tranquila, con el murmullo lejano del reloj y el olor a papel viejo, esperando a alguien en quien ni siquiera confiaba del todo... mientras pensaba en alguien a quien sí echaba mucho de menos.
Jungmo llegó casi corriendo, con el aliento un poco agitado y la mochila mal colgada de un hombro. Apenas cruzó la puerta de la biblioteca la vio allí, sentada en la mesa del fondo, con los brazos cruzados y una mirada que cualquiera habría interpretado como una advertencia. Y él lo sabía: la había hecho esperar.
"Lo siento, lo siento" dijo de inmediato, inclinándose un poco como si estuviera ante una autoridad. "Mi última clase se retrasó y..."
"¿Y por eso me hiciste esperar tanto?" interrumpió ella, levantando una ceja.
Jungmo tragó saliva, claramente arrepentido.
"Sí... fue por eso. De verdad lo siento. No quería que pensaras que—"
"Ya" cortó ella con un suspiro, bajando los brazos. "Está bien. Solo dime qué tarea era la que necesitabas que te explique."
Jina no estaba para rodeos. Él asintió rápido, como si temiera que ella cambiara de opinión, y abrió su cuaderno, mostrándole varias páginas llenas de ecuaciones a medio resolver.
"Cálculo... todo cálculo" admitió, casi avergonzado.
"¿Todo esto?" preguntó ella, hojeando las páginas.
"Sí..." dijo él, mirando a cualquier lado menos al cuaderno.
Sin perder tiempo, Jina pasó los primeros minutos explicándole los conceptos básicos: derivadas, integrales sencillas, reglas, fórmulas... Su voz era clara, pausada, muy segura. Le salía natural. Las matemáticas eran como un idioma que ella dominaba sin esfuerzo alguno, y enseñarlo parecía una extensión de lo mismo: fluía, explicaba, simplificaba todo con una facilidad que a Jungmo lo dejaba impresionado.
Pero había algo más.
Al principio, Jungmo se inclinó hacia adelante para ver mejor el cuaderno. Luego, poco a poco, dejó de mirar los ejercicios... y empezó a mirarla solo a ella.
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LOVE IN BLOOM | MARTIN CORTIS
Teen Fiction: Un universo alterno donde Martin asiste a la escuela preparatoria, conocido por ser el chico que se mete en problemas o siempre esta en boca de las personas por las ocurrencias que hace. A su vez esta Jina quien es la presidenta de la escuela y la...
