Dentro había un cuadro que parecía arrancado directamente de sus sueños más imposibles. La imagen mostraba a un joven rubio vestido con un hermoso traje de novio, rodeado de rosas azules que parecían flotar a su alrededor como una aureola celestial. Lucía hermoso, tierno, angelical. Y ese rubio no era cualquier persona, era su esposo.
—Taehyung... —susurró Jungkook, con la voz rasposa y quebrada.
No podía creer lo que estaba viendo. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras su corazón se oprimía hasta el punto de casi ahogarlo.
Con manos temblorosas tomó el cuadro, examinando con detalle cada rasgo del rostro, la elegancia del traje, la postura, la piel que parecía brillar con luz propia. Todo gritaba el nombre de Jeon Taehyung, pero con una pequeña diferencia.
Este no era el Taehyung con el encanto juvenil que había perdido. Este era un Taehyung adulto, desarrollado, maduro, manteniendo toda la esencia que una vez conoció pero despojado de su inocencia juvenil.
—Debe ser inteligencia artificial —dijo Jimin desde algún lugar lejano de la habitación—. Es imposible que exista un Taehyung adulto cuando el que murió era apenas un universitario.
Jungkook dejó caer el cuadro como si fuera carbón ardiendo. Sus puños se cerraron con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. La rabia y el dolor se mezclaron en su pecho ¿Quién se había atrevido a jugar con él de esa manera tan cruel? Juró internamente que encontraría al responsable después de la boda para enseñarle que con él nadie podía bromear así.
—Señor... —una de las empleadas lo llamó—. El joven TaeJun ya está listo. Nos retiramos, con su permiso.
Las empleadas betas se marcharon silenciosamente, dejando solo el eco de sus pasos sobre el mármol.
Jimin se acercó al niño y tomó su pequeña mano con delicadeza, guiándolo hacia Jungkook con la esperanza de que la presencia del cachorro pudiera sacarlo del trance doloroso en el que había caído.
—Papi —pronunció TaeJun con toda la ternura, tirando suavemente de la tela del pantalón de su padre.
Jungkook bajó la mirada lentamente, aún perdido entre la imagen recién vista y los recuerdos antiguos de su Taehyung. Al ver a su hijo, el dolor se intensificó hasta volverse casi insoportable. Ese cachorro era una copia idéntica de la persona que había amado y que incluso aún amaba, un recordatorio viviente de lo que había perdido por su propia estupidez. Consumido por los recuerdos que lo ahogaban, sacudió la cabeza violentamente y miró a su primo con ojos vidriosos.
—Encárgate de TaeJun durante la ceremonia... —dijo con voz ahogada, mirando repentinamente el reloj en su muñeca—. Tengo... cosas que hacer. Seokjin ya debe de estar por llegar.
Sin esperar respuesta, huyó de la habitación como si los demonios del pasado lo persiguieran. No podía soportar ver a su hijo cuando estaba siendo consumido por los recuerdos de aquel joven que se había llevado todo de él el día que partió de este mundo.
Necesitaba aire. Necesitaba espacio para respirar.
Salió de la mansión y se dirigió al jardín donde tendría lugar la ceremonia. El lugar había sido transformado en un paraíso terrenal: hileras de sillas blancas creaban un pasillo perfecto hacia un altar decorado con flores blancas, rojas, y rosadas. Todo era elegante, sofisticado, digno de la boda del año.
En el camino se encontró con conocidos y socios, forzando sonrisas y agradeciendo su presencia con una cortesía automática que había perfeccionado a lo largo de los años.
"Esas malditas ratas" pensó con amargura al ver a los reporteros merodeando por todos lados como buitres hambrientos. Odiaba a esa gente que una vez se había dedicado a hacer de su vida un infierno, destruyendo su hermosa relación con su omega con especulaciones crueles y titulares sensacionalistas.
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Inmarcesible ||•KookTae•||
FanfictionTaehyung fue enviado a una boda por su amigo, a base de engaños. En la que resulta ser el esposo de Jeon Jungkook, el alfa que estaba en el altar a punto de casarse. ¿Será verdad lo que Taehyung enfrenta, o solo se trata de una simple confusión por...
