Los ojos de Juliette se encendieron con ese brillo verde esmeralda que aparecía cuando su paciencia se agotaba por completo.
—Lo hace porque es su trabajo como niñero —replicó, en tono alto —. Solo es el empleado que logró enamorarte imitando a tu esposo y fingiendo amor por mi nieto.
Las palabras golpearon a Jungkook, su madre y todos los que los rodeaban repetían lo mismo, pero él conocía a su novio. Aunque Minjae tuviera ciertas similitudes con su difunto esposo, no era imitación, era simplemente su naturaleza.
—Madre... —Jungkook señaló discretamente a su hijo con los ojos—. TaeJun está aquí.
Agradeció internamente que su hijo estuviera absorto en su juguete, ajeno a las palabras venenosas que se intercambiaban a un lado suyo.
Juliette siguió su mirada y rodó los ojos con exasperación. Suspiró profundo, resignándose a no continuar esa batalla, al menos no frente a su nieto.
—No estaré presente en esta unión, Jungkook —declaró la mujer con frialdad—. Nunca estuve de acuerdo con ninguna de tus bodas, y menos con esto. Siempre preferí a Hyunseo, y él debería haber sido tu elección después de la partida de ese... niño.
El veneno en esa última palabra hizo que el aire de la habitación se espesara. Sin más palabras, Juliette desapareció de la vista de todos, con sus tacones haciendo ecos entre las paredes.
En cuanto la puerta se cerró tras ella, Jungkook sintió como si le hubieran arrancado el aire de los pulmones. Llevó una mano instintivamente a su pecho, donde una opresión familiar se instaló con la mención de su difunto esposo. Incluso su lobo interior aulló de dolor, soltando un sonido lastimero que solo él podía escuchar.
"Hyung, llévame contigo..."
"Hyung, perdóname..."
"Hyung, te amo..."
Esas dulces palabras, pronunciadas entre lágrimas, cinco años atrás regresaron a él. La culpa y el remordimiento que había logrado enterrar en los rincones más oscuros de su corazón emergieron con una fuerza devastadora.
Una sonrisa melancólica se dibujó en sus labios mientras recordaba ese rostro juvenil que una vez había sido su universo entero. Los lunares dispersos como constelaciones: uno en la punta de su nariz, otro en su ojo, uno más en su cara bajo su ojo, y aquel que descansaba justo bajo su labio inferior. Sus ojos color celeste, tan claros que parecían reflejar el cielo, enmarcados por pestañas oscuras que contrastaban hermosamente con su cabello castaño y esponjoso.
Un golpe suave en la puerta lo arrancó de sus recuerdos. Jimin se apresuró a abrir, revelando a una empleada que sostenía una caja grande, de color celeste y decorada con rosas del mismo tono.
Era un detalle que no pasó desapercibido por Jungkook, quién frunció el ceño. Esas eran las flores favoritas de su difunto esposo.
—Señor Jeon —dijo la joven empleada con una reverencia—. Esto se lo envía uno de sus conocidos. Solicita que lo abra inmediatamente.
Después de entregar el paquete y hacer otra inclinación respetuosa, la muchacha se retiró, dejando tras de sí un silencio cargado de curiosidad.
Jungkook tomó la caja con manos que ya comenzaban a temblar. La examinó con detenimiento, buscando alguna pista sobre su origen, antes de depositarla sobre una cómoda cercana. Con Jimin observando atentamente desde el otro lado de la habitación, levantó la tapa superior.
Entonces el mundo se detuvo para él.
La caja se le escurrió de las manos como si quemara, y su rostro perdió todo color hasta volverse blanco. Sus labios temblaron incontrolablemente mientras un escalofrío helado recorría su columna vertebral.
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Inmarcesible ||•KookTae•||
FanfictionTaehyung fue enviado a una boda por su amigo, a base de engaños. En la que resulta ser el esposo de Jeon Jungkook, el alfa que estaba en el altar a punto de casarse. ¿Será verdad lo que Taehyung enfrenta, o solo se trata de una simple confusión por...
