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C͟͞a͟͞p͟͞i͟͞t͟͞u͟͞l͟͞o͟͞ ͟͞ -57

—Llevamos ya al menos diez años cooperando con esta organización. Geb es quien lidera ese grupo. Justo ayer recibimos un nuevo grupo de omegas; ahora mismo están instalándose en el refugio. —explicaba Virdo con una voz calmada y clara.

—Diez años… Es tiempo suficiente para crear una red sólida —murmuró Denix, asimilando la información—. Geb debe tener experiencia lidiando con situaciones de alto riesgo si lidera ese tipo de misiones.

Levantó la mirada hacia Virdo, con el ceño levemente fruncido.

—¿Cuántos Omegas han logrado rescatar en total? ¿Y qué tipo de protección reciben una vez que están aquí?

No era simple curiosidad; Denix necesitaba entender cada engranaje de Terrasen. No confiaba en sistemas que no podía prever ni controlar.

—No hay un número exacto. Pero podríamos hablar de más de quinientos en estos años. La mayoría logra rehacer su vida. Otros… no se quedan mucho tiempo. El refugio es seguro, está protegido por el escudo del bosque. Nadie entra sin autorización. Además, tenemos vigilancia y un equipo médico permanente.

Virdo entrelazó las manos, incómodo por la intensidad en la mirada de Denix.

Denix asintió lentamente, sin dejar de observarlo.

—¿Y los líderes? ¿Confían en ese grupo? —preguntó, sin disimular su interés.

Era desconfiado por naturaleza; la vida le había enseñado a observar con cautela y no dejarse engañar por las apariencias. Nunca se sabía qué clase de monstruo podía ocultarse tras un rostro servicial y angelical.

—Los líderes no interfieren… mientras no haya problemas. Geb tiene su espacio. Su trabajo ha salvado a muchos, y eso le ha ganado cierto respeto.

Al menos Geb estaba fuera de su radar; era alguien en quien podía confiar. Pero más allá de él, Denix no sabía mucho sobre los otros líderes, salvo por la información que Virdo le había proporcionado.

Mientras no los viera en persona, mientras no pudiera analizarlos por sí mismo, seguiría en guardia. Su alfa los conocía y Denix confiaba en Aker… pero él era así; necesitaba comprobarlo todo para sentirse en paz. No bastaban los nombres; tenía que reunir a los líderes, observarlos y aprobarlos uno por uno.

Ambos quedaron en silencio, acompañados solo por el suave susurro de las hojas rozando el exterior. El estudio de Aker se había convertido en un caos: papeles desordenados por todo el escritorio, mapas extendidos por doquier. Ambos omegas estaban concentrados en estudiar el territorio, tanto dentro como fuera de Terrasen.

Mientras apartaba algunos documentos, Denix encontró unas cartas en una de las gavetas del escritorio. El sello en uno de los sobres le resultó familiar. Lo abrió con curiosidad y comenzó a leer.

—¿La ORO es la organización con la que trabajan? —preguntó sin levantar la vista.

—Sí —respondió Virdo con serenidad—. Su líder se comunicó con el nuestro y así comenzó la colaboración. Es una organización fuerte, pero a pesar de ello, en los últimos dos años las cosas se han complicado con la aparición de un poderoso líder de una manada muy poderosa. El secuestro y la venta de omegas en varias zonas ha empeorado con su aparición.

Denix siguió leyendo, y su corazón dio un vuelco al verse brevemente mencionado. Recordaba bien cuando fue contactado por la ORO: aceptó gustoso colaborar con ellos. Se comunicaban por cartas, y Denix incluso había comenzado a preparar a sus mejores equipos para que apoyaran en misiones de rescate y proporcionar refugios dentro de su manda. Al igual que Aker, tenía la intención de ofrecer un lugar seguro donde los Omegas pudieran sanar.