𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚅𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚜𝚎𝚒𝚜

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El sueño en el que se encontraba se sentía tan real, la sensación de unos labios posándose contra los suyos lo hizo jadear entre sueños. Se sentían tan reales que no quería despertar de tan delicioso sueño. Más al sentir el fantasma de un cuerpo caliente presionarse contra el suyo, experimentó tan vívidamente el latir fuerte de un corazón que palpita rápidamente.

El sueño se volvía cada vez más lascivo con el tiempo, llegando a visualizar el rostro de Selen muy cerca de él, tan hermosa y etérea que provocaba en él el deseo de no querer despertar nunca de ese maravilloso sueño. En el sueño, escuchaba sus jadeos, ¿roncos? Y su voz, ¿rasposa?, sobre su oído, erizando su cuerpo e incitándolo a continuar con tan maravilloso sueño. Pero como todo tiene que terminar, y más siendo un maravilloso sueño, Enrik sintió el dolor punzante en su cuerpo al caer desde una altura que lo despertó de golpe.

Se quejó desde el suelo, retorciéndose de dolor por la caída. Al recordar el tipo de sueño que había tenido, Enrik se sintió muy mal por estar soñando ese tipo de cosas, especialmente con su difunta Omega.

—Perdóname, mi Selenita, no era mi intención soñarte de esta manera —se encontraba realmente avergonzado, más al observar su ropa desordenada y lo que había bajo su ropa interior. Al parecer, se había tocado durante el sueño, y por eso la sensación de realidad del mismo.

Sintiéndose abochornado, Enrik se levantó del suelo y se encaminó directamente al baño, rezando para que Geb no se encontrara por ahí y viera su estado. Afortunadamente, este no estaba, ya que salió muy temprano en la mañana. Más específicamente, despertó en la madrugada abrazado a un cuerpo caliente que se apegaba a él como si este se fuera a escapar. Así fue, Geb dejó a Enrik durmiendo solo en el sofá y él salió de la casa a esa hora, sin haber vuelto desde entonces.

Rebuscó entre sus cosas en busca de ropa, pero solo encontró un par de pantalones; todas sus pertenencias se habían ido con Bruno. Tendría que decirle a Denix que le devolviera sus cosas. Observó y rebuscó en las gavetas del baño hasta que encontró una cesta de ropa sucia. A Enrik no le importó y solo tomó una camisa de Geb, se la colocó sin saber que ahora olía prácticamente a alfa. Eso en las parejas se denominaba que eran parejas oficiales, pero Enrik se la puso sin tener la intención de eso.

Después de rebuscar algo para comer, salió y se encaminó hacia la carpintería. Estaba ansioso por hacer lo que le gusta. En el camino al lugar, recibía miradas sorprendidas de los que pasaban, y no era para menos con lo que llevaba puesto.

—Y a ti, ¿quién mierda te prestó mi camisa? —Geb lo detuvo, tomando su brazo y arrastrándolo a un callejón para no ser vistos.

—¿Eh? ¡Oh, es que no tenía una camisa de repuesto y tomé una tuya prestada —Enrik, algo intimidado por la mirada intensa que el alfa le dedicaba, se zafó de su agarre y se alejó de él—. Perdona por tomar tus cosas sin permiso.

Geb reprimió el instinto animal que luchaba por salir a flote. Sus pupilas dilatadas y la vena resaltada en su frente eran testigos de la lucha por contenerse y no sucumbir a terminar lo que no pudo atreverse a hacer anoche. No sentía lógicos sus pensamientos, y eso le frustraba. Se repitió a sí mismo que ese suceso había ocurrido gracias al alcohol y al poco razonamiento de ambos, pero verlo vestido con una de sus camisas lo dejó descolocado, y lo peor es que no le disgustaba ni a él ni a su parte alfa.

—No importa, solo devuélvemela después —musitó con desinterés, pero tuvo que carraspear ya que su voz sonó grave.

—¡Está bien!

—Y busca dónde quedarte, ya no voy a permitirte de nuevo en mi casa.

—Sí, sí, gracias por llevarme a tu casa anoche. Te aseguro que no te molestaré más.

ωιʅ𝚍 𝙳єѕтιиу ♡°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora