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Faltando dos horas para mi cumpleaños numero treinta y dos, conoci a Alice stuart; una chica atrevida, sexy, divertida, con carácter y un especial sentido del humor. Alice era de ese tipo de chicas que no les importa el que dirán, no les importa pasarse de tragos por que confían en su compañía a pesar de que lleven minutos conociendose. No les importa en absoluto llevar un vestido negro corto y subirse en una mesa con sus bragas rojas siendo vistas por muchos. No les importa besar aquí y allá cual picaflor buscando néctar en las flores.

Por eso Alice no es mi tipo de chica.

Y lo supe desde el primer momento en que la vi.

Mientras Alice bailaba sobre la mesa de la disco, yo trataba de no verme intimidado con aquella compañía. Compartía un par de tragos con mi mejor amigo; Jon Vender.

Y si, ese era su nombre. Jon vender bombón, vender limonada, vender tulipanes. No crean que soy tan malo poniéndole esos apodos. Son de hace unos quince años atrás cuando aún estábamos en el colegio, esta bien yo le puse algunos.

El hecho es que en nuestros treinta y tantos años, Jon ha sufrido de burlas y apodos por doquier. Como buen amigo que soy, siempre partícipe en ellas, y hasta el día de hoy no pierdo la oportunidad de molestarlo. Por que bueno, eso hacemos los amigos cuando no estamos redirigiendo su vida o ayudándole a superar un mal amor.

- Mirale el lado positivo, estamos saliendo de la monotonia. - Decía Jon Vender al tiempo que sacaba un billete grande y se lo ponía entre los pechos a una chica que se le insinuaba. Pero esa chica tampoco era su gusto. Jon estaba casado y era feliz en su matrimonio, pero tenía razón en algo, debíamos salir de la monotonia.

Sin ser infiel. El no lo haría, por que estaba casado con mi hermana. Y el la amaba.

En realidad esa noche no nos fuimos de frutas y barcos, esa noche nos fuimos de copas y terminamos atrapados en esa disco por culpa de Alice stuart. Como buenos caballeros que somos no la íbamos a dejar abandonada a su suerte medio borracha, esperaríamos hasta llevarla a su casa y rogaríamos que no convirtiera mi cumpleaños es una visita de urgencia al autolavado, mi coche era mi nuevo amor. Literal, llevaba medio día con el. O eso creía yo, por que luego llegó mi amor real.

Pero eso pasa más adelante, aún tenemos tiempo.

- ¡Señor! Si uted, el bonito.- Me señaló con el pulgar Alice al tiempo que se paraba tambaleante en frente de la mesa que compartía con mi amigo Jon.

Dejenme decirles que aunque viniera de una extraña, ese fue un piropo encantador. ¿Bonito? Una mujer llamándome ¿bonito? puede que sea a causa de los tragos, por que realmente no me consideró simpático. O almenos, lo que veo en el espejo cada día me conforma pero no me satisface. Pero ¿bonito? Las mujeres comúnmente no llaman a los hombres bonitos, esa es una descripción mayormente usada para las mujeres y no de parte de ellas. Por lo cual, a mi pesar sonrei a Alice.

- ¿quieres que te lleve a tu casa?- pregunté mientras me levantaba de la mesa y la rodeaba para tomarla de su delicada cintura, no vaya a ser que se cayera. De nuevo.

- Para que vea que no señor bonito. - a este punto arrastraba las palabras y sonaba un poco gangosa.- Yo quiero ir a su casa.- pronunció "casa" con fuerza mientras me apuñalaba con un índice el centro del pecho.

- Esta bien Alice, iremos a casa.- Sonreí con esfuerzo y le hice señas a Jon para que pagara la cuenta y saliéramos del lugar. No la llevaría a su casa, pero almenos sería a la mía. Una casa es mejor que una discoteca llena de humo, olor a cigarro y alcohol, además de una mujer ebria que te grite "Bonito".

- Welder, no pensaras enserio llevarla a tu casa.- comentó Jon una vez subimos a Alice medio inconsciente cantando las mañanitas mexicanas en el asiento trasero.- si nos dormimos, esta tipa nos podría violar.

- Ya no hay más virtud que salvar Jon. Lo que debemos salvar, es la dignidad de esta señorita. Y la devolveremos sana, salva y sobria a su casa mañana.- suspire mientras le daba mis llaves al conductor elegido y subía con Jon al asiento trasero del coche, jugando a su vez como amortiguadores para que Alice no se partiera el cráneo con su baile extraño mientras cantaba algún tema latino totalmente desconocido para mi.

Lo Mejor Que Hay En Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora