xix. it's over

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❛𝑨𝒏𝒅 𝒔𝒖𝒅𝒅𝒆𝒏𝒍𝒚 𝒚𝒐𝒖 𝒖𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔𝒕𝒂𝒏𝒅, 𝒘𝒊𝒕𝒉𝒐𝒖𝒕 𝒂 𝒔𝒐𝒖𝒏𝒅… 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒊𝒔 𝒕𝒉𝒆𝒓𝒆, 𝒆𝒗𝒆𝒏 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆

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❛𝑨𝒏𝒅 𝒔𝒖𝒅𝒅𝒆𝒏𝒍𝒚 𝒚𝒐𝒖 𝒖𝒏𝒅𝒆𝒓𝒔𝒕𝒂𝒏𝒅, 𝒘𝒊𝒕𝒉𝒐𝒖𝒕 𝒂 𝒔𝒐𝒖𝒏𝒅… 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒊𝒔 𝒕𝒉𝒆𝒓𝒆, 𝒆𝒗𝒆𝒏 𝒊𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒔𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆.❜






















"Salí a patrullar, no me esperes". Quizá fue lo primero que Jason leyó al entrar a nuestra habitación y no encontrarme.

Me dejé caer en cuclillas sobre la cornisa del edificio más alto de Gotham. Desde aquí la ciudad parecía respirar debajo de mí: caótica y hermosa al mismo tiempo. Las luces de neón pintaban destellos sobre el humo gris que cubría las calles, como si intentaran maquillar lo que realmente era… una ciudad que se disfrazaba de brillante para ocultar lo peligrosa que podía llegar a ser.

Cerré los ojos por un segundo, dejando que el aire frío me golpeara el rostro. Gotham nunca dormía, y yo tampoco podía darme ese lujo. No cuando cada esquina escondía algo dispuesto a devorarme viva.

El chillido de un auto frenando en seco me devolvió a la realidad. Abrí los ojos y enfoqué hacia abajo: dos tipos forcejeaban con una mujer que cargaba una bolsa del supermercado. Nada demasiado grande para mí, pero sí suficiente para arruinarle la noche a alguien.

—En serio, ¿nadie en esta ciudad ha escuchado hablar de Netflix? —suspiré, antes de lanzarme al vacío.

El viento me golpeó en la cara cuando disparé una telaraña y me impulsé directo hacia ellos. Caí en medio del callejón, agachándome con una pose dramática que, admito, siempre me había gustado.

—Buenas noches, caballeros. Yo sé que Gotham tiene fama de peligrosa, pero ¿no creen que robarle a alguien con bolsas del súper es un poquito… deprimente?

El más alto me miró confundido y luego sacó una navaja.

—Lárgate, mocosa, esto no es asunto tuyo.

—¿Mocosa? —arqueé una ceja bajo la máscara—. Qué falta de creatividad. Pensé que mínimo saldría un “arañita” o un “qué demonios eres”.

El otro se lanzó hacia mí con un puño torpe. Me agaché, lo esquivé y lo empujé contra la pared con una telaraña.

—Uno menos —canturreé, como si marcara un gol.

El grandote vino con la navaja directo a mi costado, pero lo recibí con una patada en el pecho que lo mandó al suelo.

—Oye, ¿sabías que las estadísticas dicen que el noventa por ciento de los ladrones terminan pegados a una pared? —le dije mientras lo inmovilizaba con otra telaraña—. Felicidades, eres parte del promedio.

La mujer, aún con las bolsas en el suelo, me miraba con los ojos bien abiertos.

—¿Se encuentra bien? —pregunté, ofreciéndole la mano.

DAYLIGHT : Jason toddМесто, где живут истории. Откройте их для себя