XI

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La casa de descanso parecía un mausoleo a esas horas de la noche. Todos dormían, o eso creía Jungkook mientras se escabullía por el pasillo, con la mochila a medio cerrar y las zapatillas colgando de un dedo. Avanzaba de puntitas, conteniendo la respiración cada vez que el piso de madera crujía bajo su peso. Como si fuera un ladrón en su propia casa.

“Si me descubren, estoy muerto”, pensaba, pero la emoción lo empujaba a seguir adelante. Necesitaba escapar de aquel encierro familiar: quería música, amigos, risas… libertad.

Taehyung, que apenas regresaba de la cocina con un vaso de agua, lo vio de inmediato.

—¿Y tú qué haces así? —susurró al verlo, entre divertido y curioso.

Jungkook se quedó helado, con la cara delatando la travesura. Casi saltó del susto
—¡Hyung, no grites! —apenas murmuró—. Me voy

Taehyung dejó el vaso en la mesita y lo cruzó de brazos, reprimiendo una sonrisa.
—¿A dónde piensas irte a estas horas? ¿Al lago? ¿A cazar luciérnagas?

—No. —El menor rodó los ojos—. A la ciudad, con mis amigos. Me muero por un buen partido de billar y una cerveza fría.

El muchacho soltó una carcajada baja.
—¿Y piensas caminar hasta allá? Porque el único auto disponible es el de tu padre y no creo que quieras robarle las llaves.

Jungkook sacó un manojo de llaves de su bolsillo y sonrió de oreja a oreja.
—¿Quién dijo que no?

El mayor abrió los ojos con incredulidad.
—¿Robaste las llaves del auto de tu padre?

—No es robar, es… pedir prestado sin permiso. —La sonrisa traviesa de Jungkook casi lo hizo reír.

Taehyung suspiró, negando con la cabeza.
—Eres un desastre. Si tu madre se entera, no solo a ti, a mí también me mata.

—Entonces ayúdame. —El más joven lo miró con esa mezcla de picardía e inocencia que sabía usar bien—. Tú me cubres, y cuando preguntan, dices que estoy dormido.

Tae lo observó unos segundos, entre divertido y resignado, antes de encogerse de hombros.
—Está bien, pero con una condición: si nos descubren, dices que tú me obligaste a ayudarte.

—¡Trato hecho! —contestó Jungkook.

Los dos caminaron sigilosos hasta la puerta trasera. El problema comenzó cuando un par de perros del vecindario, alertados por el movimiento, empezaron a ladrar como si vieran fantasmas.

—¡Shhh! ¡Callados! —Jungkook agitaba las manos en el aire, intentando apaciguarlos.

—Genial, ahora todo el mundo va a despertar. —Taehyung lo empujó para que siguiera caminando.

Se escabulleron entre arbustos, ramas que crujían y sombras que parecían perseguirlos. Jungkook tropezó con una piedra y terminó de rodillas espectacularmente en un charco.

—¡Auch! —gruñó, mirando su pantalón lleno de barro.

Taehyung se doblaba de la risa.
—Si esto fuera una misión secreta, ya estarías preso.

—Y si fuera una misión secreta, tú serías el peor compañero, hyung. —contestó Jungkook, con barro en la rodilla.

Cuando por fin llegaron al auto, el sonido del motor rugiendo rompió el silencio de la noche. Ambos se quedaron paralizados: en el segundo piso, una cortina se movió.

—¡Rápido, entra! —Taehyung empujó a Jungkook al asiento.

El coche salió disparado por el camino de grava, levantando polvo y dejando al mayor en el patio, riéndose solo mientras levantaba la mano a modo de despedida.

Pero la aventura no terminó allí.


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Dentro de la casa, Jin abrió los ojos. Algo lo había despertado: el ruido del motor quizá, o su propio mal presentimiento. Se levantó despacio y al asomarse por la ventana alcanzó a ver las luces traseras del auto alejándose.

Frunció el ceño.
—¿Qué demonios…?

Decidió bajar al pasillo y, al encontrar a Taehyung aún en la entrada, lo interrogó con la mirada.

—¿Qué fue ese ruido? —preguntó con voz baja pero firme.

El Alfa sonrió nervioso, intentando parecer inocente.
—Ah… nada. Seguro un coche en la carretera.

—Mentiroso. —Jin lo miró directo a los ojos, sin necesidad de alzar la voz.

Taehyung tragó saliva.
—Está bien… pero prométeme que no gritarás.

Jin cruzó los brazos, esperando.

—Fue tu hermano —admitió—. Quería salir y yo… bueno, lo ayudé un poco.

—¿¡Ayudarlo!? —Seokjin abrió los ojos como platos—. ¿Estás loco? ¿Si mis padres lo descubren?

—Lo cubriré, lo juro. —Tae alzó las manos en señal de paz—. No me mires así.

Jin apretó los labios, molesto, pero en el fondo, la torpeza de Taehyung lo desconcertaba. Podía ser descarado, pero también genuinamente ingenuo.

—Si esto explota, no solo él estará en problemas, ¿lo entiendes? —advirtió el menor antes de dar media vuelta y regresar a su habitación.

Taehyung quedó en el pasillo, suspirando. “Genial, ahora tengo dos complicidades: con Jungkook y con Seokjin… aunque este último me odie.”

Mientras tanto, en la carretera, Jungkook bajó la ventana del coche y dejó que el viento frío lo golpeara en la cara. Rió con libertad, feliz de su escape.

—Vale la pena —dijo para sí, sin imaginar que al día siguiente alguien notaría su ausencia y el lío apenas comenzaría.

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~♡ TE QUIERO A TI ♡~ [Taejin]Where stories live. Discover now