Ask Me Anything

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Jean-Pierre Polnareff seguía estupefacto ante lo que acababa de escuchar.

—Déjame ver si entendí— Dijo el francés apretando el teléfono entre su hombro y su oído. — ¿Quieres venir... a Francia? ¿Cuándo?

Había estado cocinando durante toda la llamada, pero ahora se detuvo.

—Quiero ir al Louvre —dijo la voz desde el otro lado de la línea.

—Jotaro, querido, yo ni siquiera vivo cerca de París.

Silencio, el sonido de la ropa moviéndose. Jean-Pierre se imaginó a su interlocutor ocultando los ojos, siempre hacía lo mismo cuando se sentía incómodo.

—... ¿Cuánto tiempo nos tomaría llegar?

Polnareff se recargó en la pared, una mano en el teléfono. Miró hacia arriba, pensando en los movimientos que tendrían que hacer desde su ciudad hasta la capital y luego al museo en cuestión.

— Un par de horas en tren, pero necesitamos alojamiento allá.

—No te preocupes.

La conversación continuó en Jean-Pierre tratando de sacar información sobre el primer semestre en la universidad y Jotaro haciendo un esfuerzo en dar una respuesta. Al final colgaron.

El hombre miró a la sopa que había dejado a medias y suspiró. No solo se quedó igual de sorprendido que al inicio de la conversación, sino que además tenía hambre.

Pasaron los días y llegó la fecha en la que Jotaro Kujo vendría a Francia. Era temprano, quizá demasiado para el gusto de Polnareff. Normalmente, estaría durmiendo a esta hora, pero su amigo hizo un viaje nocturno de Roma a Grenoble y se sentiría mal de no recibirlo en la estación.

Esperó, por suerte, no demasiado. Ese día los trenes iban a tiempo y, además, era imposible no ver al hombre de casi dos metros, enfundado en una gabardina y una gorra salir de la estación. Jean-Pierre sintió como se ahogaba de calor de solo verlo caminar así, pero no pudo evitar recibirle con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Sigues en uniforme? —Palmeó el hombro del muchacho. — Creí que las universidades en Nueva York te daban libertad.

Kujo se rio bajo y ocultó la mirada en su gorra.

—Los estudiantes deben verse como estudiantes.

Polnareff levantó las cejas y asintió, pero su mente viajó hacia un barco en medio de la nada, donde un muchacho de cabello rojo con un libro en las manos le había dicho algo similar.

— Vamos Jojo, déjame ayudarte con tu maleta.

Y los dos se dispusieron a buscar un taxi. El viaje terminó siendo intrascendente y en cuanto se dieron cuenta llegaron a su destino.

El departamento era pequeño, pero no tanto como Jotaro esperaba. Estaba agradecido de no tener que agachar la cabeza al cruzar las puertas y eso ya era más que suficiente.

— Puedes dejar tus cosas donde gustes— exclamó el francés. — Pero lamento informarte que te toca dormir en el sofá... a menos de que quieras compartir cama conmigo.

Kujo se quedó callado por un minuto y negó con la cabeza.

— Muy apretado— Dijo, sentándose en el sillón.

—¿Ese es tu problema? Se me olvida que siempre has sido raro. — Polnaréff se fue acercó a la cocina, que en realidad era una extensión de la salita de estar — Bueno, es parte de tu encanto. ¿Quieres comer algo?

— Por su puesto.

****

Ahora estaban los dos en el mismo tren. El estudiante miraba por la ventana mientras Polnareff ojeaba una revista. Nunca había sido fanático de los viajes largos, así que tomaría cualquier cosa con el fin de entretenerse; ahora mismo Jean-Pierre se lamentaba no tener el dinero para comprar un Walkman o algo, tan siquiera una radio portátil. Por otra parte, consideró que quizá era buen momento para ponerse al día con el hombre que tenía al lado.

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⏰ Last updated: Aug 17 ⏰

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I'll try everything once [JOTAKAK]Where stories live. Discover now