Life is simple in the moonlight

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Holly Kujo llevaba años fuera de forma, pero no fue imposible volver a tener condición. Cuando su hijo se despertaba para ir a la escuela, ella saltaba la soga en el jardín donde tendía la ropa. Primero fueron un par de brincos, luego un par de minutos y después hasta un cuarto hora de solamente hacer aquello.

Cuando iba al supermercado se ponía polainas debajo de los pantalones para caminar con peso, por las tardes corría en el barrio con una mochila llena de libros en la espalda. Logró convencer a Jotaro de ir a montañas cercanas durante los fines de semana.

—Necesitas acostumbrarte a subir y bajar— Decía ella— Apuesto a que nunca subiste una montaña en Egipto.

El muchacho se mantenía callado, respirando hondo, de vez en cuando soltaba un simple "caray contigo" y continuaba. No conversaban, no se miraban mucho, simplemente existían juntos en el mismo espacio, cosa que Jotaro agradecía hasta cierto punto.

Holly llegó a la conclusión de que ese hijo suyo era... muy callado. Ella no sabía como iniciar una conversación, sentía que debía hacerlo. En una tarde, que volvían a casa de caminar por un parque nacional, se atrevió a preguntar.

—¿Qué sucedió en Egipto?

Jotaro pensó un par de minutos. La mujer notó un sentimiento que no era capaz de descifrar en la mirada de su hijo. Duró poco, él ocultó los ojos debajo de su fiel gorra. Fue la única vez que indagó sobre aquello, su padre había tenido una reacción similar: era claro que fue algo devastador para todos los involucrados.

Ella escuchó noticias de una masacre perpetrada por un diplomático que atropelló a una multitud. También de ataques terroristas con bombas en lugares públicos; Era muy extraño, sonaba demasiado como a una gran coincidencia. No había mucho que la señora Kujo pudiera hacer, ¿Qué podía decirle a su hijo, más allá de que lo amaba?

Supuso que el chico diría las cosas a su debido tiempo, si es que algún día se atrevía. Holly Kujo miró el atardecer, sentada el metro a casa. A pesar de que tenían un coche, ella insistía en caminar la mayor cantidad de distancia para no perder el ritmo. A su lado, su hijo estaba leyendo, cosa rara en él; la mujer miró de reojo, por la estructura reconoció que seguramente era el género lírico.

—No sabía que te gustaban los poemas— Mencionó con interés.

El muchacho hizo una mueca y cerro el libro.

—... No soy muy fan, pero estoy intentando algo nuevo— Jotaro bajó su gorra, ocultando la mirada. —no está tan mal.

Holly solo sonrió. Su hijo era diferente, estaba empezando a pensar que esto era bueno.

***

Era el verano del 90 cuando por fin decidieron subir. El último que Jotaro estaría ahí, para el siguiente mes se encontraría en casa de los abuelos Joestar en Nueva York.

Quizá no era la última oportunidad que tendría para subir el monte Fuji, pero ambos sentían que era ahora o nunca.

La oscuridad de la noche los desconcertó, se suponía que tendrían luna llena, pero a esa altura era difícil que la luz penetrara las densas nubes que imperaban en el camino. Había cuerdas que ayudaban a marcar el sendero, por suerte. Jotaro estaba constantemente tratando de usar los ojos de Star Platinum, pero era difícil captar imágenes cuando no hay iluminación. A cada paso se preguntaba ¿Cómo es que Kakyoin no se volvió loco sin poder ver nada durante su estancia en el hospital? ¿Alguna vez hablaron de eso? Kujo no logró recordarlo y mejor siguió caminando.

La parte más inesperada era el frío. Al principio el clima fue bastante agradable, después de la 5.ª estación la temperatura bajó drásticamente. Quién diría que altura y humedad iban a convertirse en esa clase de frío que se te escurre dentro de los huesos y te hace preguntarte si volverás a sentir la punta de tus dedos algún día.

I'll try everything once [JOTAKAK]Where stories live. Discover now