Hinata lo miró con una expresión tranquila pero llena de intensidad, y le respondió con su voz temblorosa.

—Sasuke kun, yo lo conozco desde que éramos niños. Sé cómo ama, sé cómo sonríe, pero también sé cuánto puede lastimarlo alguien como tú. Naruto necesita estabilidad, alguien que lo cuide sin destruirlo.

Sasuke apretó la bufanda con fuerza, como si el simple gesto le diera la calma que necesitaba para enfrentar esas palabras. Su mirada permanecía fría, pero su voz reflejaba la pasión que sentía.

—Naruto no necesita que lo cuiden como si fuera un niño. Él necesita a alguien que lo entienda, que lo desafíe, que lo inspire a seguir adelante. Eso es lo que hacemos juntos. Tú le ofreciste una vida tranquila, pero él siempre buscó más. Buscó su verdadero camino, y ese camino lo llevó hacia mí.

Hinata lo observó en silencio por un momento, su rostro mostrando un dolor silencioso.

—¿Y qué harás cuando se dé cuenta de que todo lo que le ofreces es una lucha constante? Tú siempre has sido una sombra Sasuke, y Naruto merece vivir bajo la luz.

El Uchiha dio un paso adelante, con sus ojos encendidos con determinación.

—Yo soy su luz. Naruto no ve sombras cuando está conmigo; ve a alguien que lo apoya y lo ama por lo que es, no por lo que esperan que sea.

Hinata respiró profundamente, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Si eso es cierto, entonces demuéstramelo. Haz que Naruto sea feliz, más feliz de lo que jamás pudo ser conmigo. Porque si alguna vez lo haces sufrir… yo estaré allí para recoger los pedazos.

La figura de Hinata comenzó a desvanecerse, como una niebla disipándose con el viento. Antes de desaparecer por completo, susurró:

—Espero que estés preparado para cargar con ese peso, Sasuke.

Sasuke permaneció inmóvil, sus palabras resonando en su mente. Cerró los ojos un momento, aferrándose a la bufanda de Naruto.

—No voy a fallar. No permitiré que sufra por mi culpa.

Sasuke avanzó por el bosque, sintiendo que cada paso lo acercaba más a sus propias verdades. De repente, entre los árboles apareció un niño pequeño. Sus cabellos rubios eran inconfundibles, y sus ojos azules reflejaban la misma intensidad que los de Naruto. Era Boruto, de pie frente a él con una expresión mezcla de confusión y tristeza. 

—Sensei—la voz del niño sonó insegura—Todos me preguntan sobre mi padre, y sobre ti. Me preguntan por qué estás con él, pero no sé qué responder. 

Sasuke sintió un peso en el pecho. Era una visión, pero las palabras del niño eran claras, como si realmente provinieran del corazón de Boruto. Avanzó un paso hacia él, arrodillándose para estar a su altura. 

—Boruto, tu padre y yo... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas— Nos amamos desde que éramos niños. Hemos pasado por muchas cosas, pero siempre encontramos nuestro camino de vuelta el uno al otro. 

Boruto lo miró con los ojos brillantes, procesando lo que Sasuke decía. 

—Y yo... —continuó Sasuke, con un tono más cálido—Nosotros seremos una familia. No importa lo que digan los demás. Lo importante es que tu padre y yo queremos lo mejor para ti. 

—Sensei, pero… ¿qué significa eso para mí? Todos me dicen cosas raras. Que mi padre no debería estar contigo, que no eres bueno para él ¿Por qué están juntos si es tan complicado?

—Boruto, el amor no siempre es fácil de entender para los demás, pero lo que importa es cómo nos sentimos. Tu padre y yo hemos pasado por muchas cosas juntos. Hemos sido rivales, compañeros, amigos… y ahora somos más que eso. Nos amamos porque nos complementamos, porque juntos somos mejores personas.

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