The language of the puppeteer

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I think he did it but I just can't prove itNo, no body, no crimeBut I ain't letting up until the day I dieNo, noI think he did itNo, noHe did it-no body, no crime--Taylor Swift (feat

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I think he did it but I just can't prove it
No, no body, no crime
But I ain't letting up until the day I die
No, no
I think he did it
No, no
He did it
-no body, no crime-
-Taylor Swift (feat. HAIM)-


El amanecer comenzaba a filtrarse en tonos diluidos por la ventana del hospital, manchando las paredes de un dorado pálido que apenas rozaba la idea de esperanza

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El amanecer comenzaba a filtrarse en tonos diluidos por la ventana del hospital, manchando las paredes de un dorado pálido que apenas rozaba la idea de esperanza. En el silencio suspendido del cuarto de baño, Marlena alzó las manos al rostro, dejando que el agua helada cayera con brutalidad sobre su piel. Por unos segundos, ese gesto casi mecánico la obligó a recordar que todavía habitaba un cuerpo —uno exhausto, palpitante de miedo y responsabilidad—, y no únicamente un mecanismo de supervivencia programado para no derrumbarse.

Se sostuvo del borde del lavabo y levantó lentamente la vista hacia el espejo.

La imagen que le devolvió el reflejo le resultó extraña, casi ajena.

Ojos hundidos. Ojeras violáceas. Labios partidos. Un temblor obstinado recorriéndole los dedos, como un recordatorio de que lo que estaba haciendo dolía más de lo que estaba dispuesta a admitir.

¿Cuándo fue la última vez que me vi... sin miedo? Pensó, dejando que la pregunta se clavara como un alfiler en el pecho.
Sabía que debía regresar con el equipo. Que al final del pasillo, en la oficina improvisada de la UAC, seguían aguardando perfiles, decisiones, certezas que apenas podía sostener entre sus manos temblorosas. Que el enemigo seguía ahí fuera, respirándoles en la nuca, midiéndoles cada paso. Pero una parte de ella —delicada, frágil, agrietada por dentro— seguía todavía sentada al borde de la cama de Coraline, aferrada a esa mano tibia como si al soltarla fuese a perderla otra vez. Esa parte se negaba a moverse, paralizada por el terror infantil, visceral, de que la persona que más amaba en el mundo desapareciera si ella dejaba de mirarla.
Respiró hondo, obligando a sus pulmones a expandirse a pesar del vacío que sentía en ellos.

Puedes quebrarte más tarde. Ahora toca volver a intentar sostener el mundo.

Se despojó de la bata médica con movimientos lentos, casi ceremoniales. Se recogió el cabello en una coleta improvisada, se lavó los labios con bálsamo seco, y alzó la barbilla con una valentía tan frágil que temía que el simple parpadeo la hiciera añicos.

If Walls Could Talk Where stories live. Discover now