12 de febrero: Hassan

11.1K 440 168
                                    

Estoy tirado en el suelo helado. La mitad de mi cuerpo está congelada. La otra mitad hierve. Sé que tengo fiebre, y que algo se aloja en mis amígdalas, porque la garganta me duele horrores. Tengo la voz un poco deformada, y cuando cierro los ojos me duelen tanto... Si Mia se entera de que estoy tan enfermo y no se lo he dicho, me matará ella misma. Pero es que simplemente se siente tan bien, tan cómoda esta sensación. Así me siento menos humano. Más fantasma. Es como si hubiese abandonado mi cuerpo, y esta carne que me atrapa fuera solo un instrumento en el que mi alma se mueve. Al fin y al cabo es así, pero todos estamos demasiado ocupados pensando en lo que va a pasar mañana que no nos enteramos de que hoy somos un nada, estancados en este momento.

La cerámica oscura que me sostiene vibra, y me anuncia que alguien está subiendo las escaleras. Cierro los ojos y los siento arder. Relajo mi mente, pero mi cabeza no para de doler. Las sienes me punzan en cada latido. Cuando trago, esa molestia se presenta otra vez.

Los pasos se detienen, pero el trasteo permanece. Alguien está en la cocina. Oigo luego el correteo de unos rápidos pasos. Además de mí, hay tres personas más en esta casa, y siete mil millones más en el resto del mundo. Y yo estoy aquí. Pensando solo en una.

Me llevo el puño a la boca para no soltar un chillido, y aprieto los párpados con más fuerza. Los pulmones se me parten en pedazos, y lo que los separa se rompe. Algo frío y ácido se esparce por mi pecho, y no puedo detenerlo. Nunca puedo.

Ahí están los pasos de nuevo. No puedo evitar tragar aire cuando estoy a punto de ahogarme. Y escuchó esa voz dulce e inocente debajo de mí.

-¿Mamá? Hassan está llorando otra vez.

El sonido metálico de la cocina deja de sonar, y luego vienen más pasos.

-¿Hassan? -La voz de una niña a punto de convertirse en adolescente me llega desde la puerta. No me giro. Tal vez si cree que estoy muerto...-. Feliz cumpleaños.

Abro los ojos, regresando a mi realidad. A mi cuerpo y a mi pesadilla. No puedo morir simplemente cerrando los ojos, y no puedo engañar a nadie de que lo estoy.

Sus pequeños pies se acercan a mí, y puedo ver su sombra cuando se pone de cuclillas a mi lado y se asoma para ver mi rostro. Sé que mis mejillas están rojas y húmedas. Y que tengo una pinta espantosa. Si no sale corriendo es que todavía no he logrado verme tan horrible como a veces quisiera.

-Mamá te está preparando un pastel -continúa, en un intento de hacerme hablar.

Sé que no debería dejar que me vea así, pero no puedo controlarlo. Estoy despedazado. Hoy, hace veintiún años, estaba viendo a mi madre por primera vez. Y si yo no lo recuerdo, y ella ya no está, es como si no hubiera nacido realmente. Recuerdo su cara cuando abría mis primeros regalos. Cogía la mano de mi padre y se la apretaba tan fuerte, esperando mi chillido de emoción, aunque después me amonestara por ello.

¿Por qué una mujer puede tener varios hijos, pero cada humano solo tiene una madre? ¿Es acaso justo? ¿Es justo que mi vida dependa de las mujeres que me han abandonado? Ninguna de las dos eligió hacerlo, pero lo hicieron de todas maneras. Ambas se apartaron de mí para siempre. ¿Moriré a los sesenta, setenta, ochenta? ¿Cuántos años me esperan, cuántos días tendré que vivir sabiendo que nunca más volveré a ver a mi madre? Jamás. Y nada lo puede cambiar. Nadie. No hay manera. Imposible. Eterno. Irreversible. La muerte me la quitó. Ella me la quitó. ¿Acaso solo podía tener una y por desearlas a ambas me quedé sin ninguna? ¿Puedo arrancarme un trozo de vida por recuperar un poco de la de mi madre? ¿Puedo vender parte de mi alma por conseguir de regreso un trozo de corazón?

Si hubiera dejado que se quedara en Las Vegas, mi madre estaría viva todavía. Si hubiera accedido a todo lo que ella me pedía, mi madre estaría viva todavía. Si no la hubiera conocido, mi madre estaría viva todavía. Pero yo, ¿yo estaría vivo sin ella?

2. NIÑA MAL: Despertando en Las Vegas [Abi Lí]Where stories live. Discover now