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Él nunca imaginó que su vida cambiaría al cruzar un umbral invisible, se ve arrastrado a una realidad donde las dimensiones se entrelazan y los encuentros no son casualidad.
Lo que comienza como una segunda oportunidad p...
Aquino sintió que el pecho se le apretaba, le temblaban las manos y la desconfianza, el reflejo, la grieta, todo se mezclaba en su cabeza.
Y entonces, por primera vez en mucho tiempo, alguien dijo exactamente lo que necesitaba oír:
—No tenés que pasar por esto solo, me tenes justo acá.. no le diré a nadie si no es necesario.
Andreh no se movió hacia él, no lo tocó, solo le dio lo que tanto necesitaba.. espacio.
Y Aquino, sin pensarlo, se dejó caer al suelo, no lloró. Pero estuvo cerca.
—No sé qué hacer —susurró.
Andreh se levantó, tomo camino hacia el contrario y se agacho hasta estar a su altura.
— Lo primero.. tomar una pausa para ti.
El silencio entre ambos no fue incómodo, fue humano.
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El silencio entre ambos no fue incómodo, fue humano.
Durante varios minutos, ninguno habló, el aire estancado del pequeño cuarto envolvía la quietud como una manta pesada. Aquino se dejó deslizar hasta el suelo, apoyando la cabeza contra la pared fría y el cuerpo entero le dolía, aunque no podía recordar en qué momento había empezado ese dolor, tal vez el cansancio le afecto de forma física.
Andreh no lo miraba. Tampoco lo presionaba.
Simplemente estaba allí.
Y por alguna razón, eso fue suficiente.
El tiempo se diluyó, como si la conversación real estuviera ocurriendo entre los latidos irregulares de sus corazones, en esa pausa suspendida.
En algún momento que Aquino no pudo precisar, Andreh habló.
—No tenés que confiar en mí.
Su voz no fue una orden, ni un consejo, fue una aceptación resignada.
—Pero dejá de huir, no te juzgaré.
Aquino alzó la vista, quiso responder algo, decir que no huía, que él solo... pero no encontró las palabras. Lo único que pudo hacer fue asentir, apenas un movimiento de la cabeza, casi imperceptible.
Andreh lo observó unos segundos más, sus ojos reflejaban algo quebrado, como si ver a Aquino fuera lo mismo que verse a sí mismo en otro momento.
Y entonces se levantó.
—Quedate acá hoy.. empezaron a aparecer muchos monstruos
No fue una sugerencia.
— nadie viene aquí, es mi zona, puedes descansar sin que nadie te moleste.