Capítulo 1

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—Muy bien, niños, hoy haremos sumas y restas. ¿Quién quiere ser el primero? —mencionó la profesora Hoffman.

Me empecé a poner tenso, sentía unos nervios que me paralizaban.

Nadie levantó la mano.

—Muy bien, como veo que nadie quiso ser voluntario, lo elegiré yo.

La profesora Hoffman tomó su lista de asistencia y pronunció un nombre al azar, que para mi mala suerte, fue el mío.

—Erin Rogers. —masculló.

Mis brazos comenzaron a temblar, y mis ojos a parpadear muy rápido.

—Toby, pasa al frente. —replicó Hoffman estrictamente.

Mis dientes comenzaron a hacer un ruido que podía escucharse por todo el salón de clases que guardaba silencio. Los niños me miraban fijamente sin decir una sola palabra.

Comencé a temblar más fuerte, y a tener un ataque de tics.

—Tobias, sólo pasa al frente. —mencionó la profesora al ver mi estado.
—¡Ticci Toby! —gritó un niño llamado Ray, en forma de burla.

Todos los demás niños comenzaron a reír.

—Ticci Toby, Ticci Toby, Ticci Toby. —decían todos al unísono en forma de una canción.

Bajé la mirada.

—¡Basta! —exclamó Hoffman enojada. —No tienen por qué burlarse de su compañero.

Dirigí mi vista a Megan, una niña linda y dulce, que era la única que no se burlaba de mí. Su rostro inocente expresaba compasión hacia mí, sólo me sonreía ligeramente sin abrir sus labios.

—Toby, pasa al frente. —siguió insistiendo Hoffman.

Me levanté del pupitre aún temblando, caminé hasta enfrente y tomé la tiza.

—Muy bien, ahora resuelve la suma. —indicó.

Dí media vuelta para quedar de frente a la pizarra, para dejar de ver los rostros de los demás niños que aún seguían burlandose de mí a murmullos.

Razoné por un momento la operación y después de unos segundos pude resolverla.

—Listo. —dije mientras me daba media vuelta.
—Correcto, Toby, bien hecho. —dijo la profesora satisfecha.

Megan seguía observandome con una sonrisa.

Cuando intenté regresar a mi pupitre dí un paso en falso y caí al suelo, provocando que los niños volvieran a reírse de mí.

—¡Silencio! —replicó Hoffman.

Megan se levantó de su pupitre y me ayudó a levantarme.

—¿Estás bien? —me preguntó mientras tomaba mi brazo.
—Si, estoy bien. —dije forzando una sonrisa.

La verdad no me dolía nada, pues no podía sentir el dolor, pero odiaba que los demás se burlaran de mí.

Ticci TobyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora