Capítulo 1

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Pov Rin.

—¡Mamá! Te comento que dentro de tres días es mi viaje a Tokyo. Realmente no me quiero ir de Osaka aún —exclamé con tristeza. Pues yo tenía razón. No quería abandonar este lindo lugar donde vivo; mucho menos dejar a mi familia.

—Así es, cariño—dijo mi madre, quien estaba preparando la cena en la cocina.

—No quiero... —suspiré.

Mi madre hizo una deliciosa comida para la cena: spaguetti con albondigas y encima, con salsa de tomate con queso rayado. Delicioso. Pusimos vajillas en la mesa. Y por último la comida y un poco de agua de naranja, ya que es mi preferida.

Comíamos las dos, faltaba poco para que papá y mi hermano regresarán. Puesto que mi hermano fue a competir por el trofeo del partido de fútbol. Ya estaban en la finales.

—¿Maa...? —hablé con un tono cantado mientras masticaba el spaguetti que había en mi boca.

—¿Qué sucede, cariño? —preguntó mi madre mientras me miraba.

—¿Crees que haya ganado el equipo de Rinto? —pregunté un tanto ilusionada.

—Tal vez..., la verdad no sé. Pero igual, les ha de ir bastante bien, ya que juegan bien. ¿O no? —decía ella mientras introducia a su boca la última albondiga que le quedaba en el plato.

—Hmm... Supongamos que sí—concluí.

Habíamos terminado de cenar. Yo lavé los platos (me tocaba lavarlos), siempre Rinto y yo nos turnamos para lavar los platos. Ahora siempre le tocará lavarlos a él.

¡Ja!

Aunque por otra parte me sentiría mal...

—¡Hemos vuelto! ¡Con el capitán del equipo, sus amigos y con un hermoso trofeo! —exclamaba mi padre entrando por la puerta, bastante eufórico. Sin embargo, se le veía bastante feliz. También los amigos de mi hermano pasaron, cabe mencionar que se les veía
bastante apuestos.

—¡Sí! —exclamó el equipo,entre ellos mi hermano.

—Me alegró por ustedes, chicos —dijo mi madre con una bella sonrisa en su rostro. Ésta mujer es hermosa sonriendo.

—¿Quién es ella? —dijo un chico pelicastaño mientras me apuntaba. Era bastante alto. Pero se veía bastante apuesto con ese cabello.

—¿Ella? —bufó Rinto—. Es mi hermana. ¿No te había comentado que tenía una?

—No —aclaró el pelicastaño.

Se puso un ambiente bastante incómodo. Mi padre observaba a el chico...,mientras mi madre me miraba con una cara bastante picara.

Demonios.

—Soy Meito —se presentaba el pelicastaño mientras extendía su mano para que la estrechase.

—Un gustó. Me llamó Rin —y  juntamos nuestras manos. Fue un saludó como cualquiera.

—Esto huele a que Rinto, tendrá un cuñado —murmuró un chico pelinegro.

—¡Cállate, Rei! —dio un grito mi hermano.

Me eché una pequeña risita. Y mi hermano me miró algo serio.

—¿Qué te da gracia a tí? —me miró fijamente.

—Nada —cubrí mi boca con mi mano mientras miraba hacía arriba.

Mi madre les invitó a cenar ya que habían hecho un gran esfuerzo por conseguir ése trofeo.

Habían pasado los tres días. Me iría ya a Tokyo a estudiar y vivir sola en el apartamento de la preparatoria. Meito me había invitado a salir..., la verdad es demasiado lindo. Y pienso que me ha empezado a atraer. Hace que me ponga nerviosa.

Estos tres días habían sido los mejores de mi vida. Estos tres días han sido excelentes. Estos tres días serán solo recuerdos a partir de ahora, porque tengo que partir para Tokyo: estaba demasiado alegre por haber sido admitida a una de las mejores preparatorias, por otro lado, estaba un poco nostálgica por abandonar mi hogar.
Era el ultimo día. Estábamos mi familia y yo en el aeropuerto, el vuelo salía en media hora. A las 15:30.

—Así que este es... ¿Un adiós temporal, hermanita? —suspiró mi hermano un poco triste.

—Sí... —suspiré triste—. Pero te juró que regresaré después de terminar la preparatoria. Quizás hasta ya te encuentro con novia e hijos y con carrera—. Hablé burlosamente. Y es que era cierto.

—Tendré veinte años para cuando tú vuelvas. Y...tampoco yo quiero ser tío tan rápido.
Y no te preocupes seguiré aún estudiando. Tu aprovecha la beca que tienes para estudiar en ésa preparatoria privada.

Asentí.

Volteé a ver mi padres y los miré con una sonrisa.

—Paá, maá... —me les acerqué y les abracé—. ¡Gracias! ¡Gracias! Por apoyarme demasiado. Los amo tanto, no se imaginan —ellos correspondían a mi abrazo y sentí otro abrazo detrás de mi, era Rinto —. Los amo, familia. Mucho, mucho. No se imaginan —sentía como de los ojos se me empezaban a salir unas cuantas lágrimas—. Los voy a extrañar demasiado.

Nos separamos de ése abrazo familiar. Y mi padre me miró con los ojos llorozos.

—Hija, no chilles. Te esperan cosas buenas —solamente asentí. Y talle mis ojos limpiando mi lágrimas y sonreí. No era el momento de llorar, era el momento de estar feliz.

—Ésa es mi hija, la que siempre sonríe.

—Voy a extrañar la deliciosa comida de mamá —mamá sólo sonrió—, también las tonterías que haces tú, Rinto. —Rinto asintió—. Y voy a extrañar el esfuerzo que hiciste tu papá, para sacarnos adelante —sonreí, estaba demasiado feliz, mal, feliz, mal. Pero más feliz.

Pasajeros del vuelo 504 con destino a Tokyo favor de pasar a la sala 12 —decían las vocinas del aeropuerto. Era el momento de partir.

—Rin... Ve—dijo mi familia al unísono.

Asentí mientras les daba mi última sonrisa.

—Adiós... Hasta pronto —y me dirigí a la sala con mis maletas, dejándolos. Quería llorar, pero no debo. Ellos están orgullosos de que yo pueda estudiar en una de las mejores prepas.

—¡¡¡Rin!!! —oí a alguienes gritar mi nombre. Me volteé a ver y eran Meito junto con mi mejor amiga, Ia.
Ellos corrieron hacía a mi.

—Rin —sollozaba Ia mientras me daba un fuerte abrazo—, te voy a extrañar demasiado, amiga. Ojalá regreses pronto —en verdad que sollozaba. Decía mientras se apartaba de mí—. Meito quería decirte algo. Lo conocí apenas ayer... y.. bueno. Ya dile, Meito.

Miré a Meito. Mientras desviaba su mirada, estaba hecho un tomate su cara, estaba sonrojado.

—Verás Rin... Yo...

—Mi vuelo pronto saldrá Meito. Dilo rápido... —lo interrumpí.

—¡Me gustas! Apenas te conocí hace tres días...y me enteré que te irías hoy. No me lo dijiste... Está bien no importa, yo solo quería que supieras mis sentimientos —hablaba mientras miraba hacía diferente lugares y se rascaba su nunca bastante apenado. Yo también estaba sonrojada, era una declaración—. Estarás en Tokyo estudiando y eso me impedira conocerte más ya que estaremos distanciados... Y yo...- —Lo interrumpí con un beso en su mejilla. A lo que el me miro sonrojado. Ia me miraba con una cara picara—. Me debo ir...,los quiero chicos —ésas fueron mi últimas palabras con ellos y, me fui a la sala corriendo.
Dejé mis maletas en equipajes y entregué mi boleto y subí al avión. Esto seria un "largo" viaje a Tokyo.








∆Perdonen la ortografía.

All the love, D.

La apuesta 》RiLen.Where stories live. Discover now