Capítulo 3: Sombras

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Karla y Alejandra pasaron dos días molestas con su amiga, hasta que ésta última consiguió boletos para el cine y los rencores fueron olvidados. Elizabeth supo que estuvo mal al dejar así como así a sus amigas en una salida que ella consideraba importante para conectar con ellas y a decir verdad tenía recuerdos un tanto difusos de esa tarde. Lo último que lograba llegar a su mente era un aroma a sándalo mientras caminaba por los pasillos del lugar y posterior a eso ya le marcaba a su novio para que fuera a recogerla por un fuerte dolor de cabeza, aun sabiendo que en su mochila cargaba con pastillas para el dolor, en caso de cólicos. Era lógico que sus amigas terminaran molestas con ella, pero le alegraba que con la salida del fin de semana obtuviera su perdón.

A pesar del mal entendido en la feria, todo marchó bien después de allí. Incluso sus pesadillas desaparecieron de pronto, al igual que las marcas en sus muñecas. Le alegró vestir sus blusas de manga corta y ser libre de las pulseras por un rato. No sabia como esos sueños que llevaban con ella tantos años se fueron de la nada, pero prefería disfrutar de dormir mientras eso durara.



21 de septiembre

Elizabeth entró a lo que ella y su hermana solían llamar el cuarto de estudio, en donde en realidad se encontraba solo un escritorio con su computadora, el sofá y tres libreros. Anteriormente fue bautizado como el cuarto de juguetes y con el tiempo se convirtió en el lugar preferido para hacer las tareas.

Dejó su mochila en el suelo, al lado del escritorio y recogió su cabello hasta formar una cebolla. Al lado de la ventana que daba al patio se encontraba el sillón de respaldo alto, en el que decidió acurrucarse un momento. Se notaba el inicio del otoño, pues el aire frío venteaba con fuerza, arrasando sin piedad con las débiles hojas marrones de los árboles. Sin dudas era su época favorita. Deseaba quedarse ahí sentada a leer un buen libro por el resto de la tarde, pero seguía teniendo tarea y el semestre concluía hasta diciembre, así que con fastidio se levantó en busca de uno de los libros que necesitaba y fue directo al escritorio para concentrarse en su tarea. El celular marcaba apenas la 3:31pm y desde ahí supo que ese sería un día largo. Suspirando se colocó los audífonos y puso en aleatorio una de sus listas de reproducción favoritas para perderse en las canciones mientras acomodaba todo. Al encender la computadora la pantalla de inicio se mostró de forma normal y no pasaron ni 10 segundos cuando se apagó mostrando interferencia, como si de una televisión vieja se tratara. La música en sus oídos se detuvo al mismo tiempo, dando paso a un chillido ensordecedor a través de los auriculares que la obligó a levantarse.

—Ahh —gritó quitándose los audífonos, sintiendo que los tímpanos le explotarían. Ese molesto sonido parecía todavía resonar en sus orejas, taladrándole el cerebro. Colocó con irritación sus dedos sobre las sienes augurando un dolor de cabeza.

Tomó asiento de nuevo y volteó a su celular buscando de dónde venía el chillido y su pantalla se iluminó marcando las 3:33pm, para luego apagarse por completo. Elizabeth picó la pantalla otra vez, seguido de los botones para hacerlo funcionar, pero parecía estar descargado a pesar de tener más de la mitad de la batería. Era la primera vez que el celular le fallaba. Sus ojos se levantaron a la pantalla de la computadora que también se apagó, poniéndose en negro justo después del celular.

Perfecto

Estaba molesta por tener que aguantar las bromas de la tecnología, que parecía estar ese día en su contra. Su enojó fue sustituido por miedo cuando al ver la pantalla distinguió el reflejo de su silueta y una más de pie justo detrás de la suya, sacándole el susto de su vida. Se quedó paralizada, sin poder apartar los ojos del monitor. Quiso gritar, pero no fue capaz de hacerlo sintiendo su voz atascada en la garganta.

Cautivada por el ángelحيث تعيش القصص. اكتشف الآن