Dos

1.7K 225 96
                                        

Tener seis años es raro.

Eso es lo primero que Katsuki piensa cuando empieza el primer año de primaria.

No es sólo que todo sea nuevo —una escuela más grande, compañeros que no conoce, clases más largas y menos tiempo para jugar—.

Es él. 

Él también ha cambiado.

Hace dos años creía que el mundo era sencillo. Que bastaba con ser fuerte, rápido y valiente para que todo saliera bien. Pero ahora entiende que no es así de fácil. Ahora siente, aunque todavía no sepa ponerle palabras, que hay cosas que no puede controlar. Cosas que no dependen de lo mucho que pelee o de lo alto que salte.

Porque en la primaria, los niños ya saben quién es fuerte y quién no. Saben quién vale y quién no.

A Katsuki lo miran diferente. Los maestros sonríen más cuando responde bien en clase. Los otros niños lo siguen en el recreo, lo rodean, lo alientan.

Todos lo empiezan a conocer cómo el niño prodigio de Aldera.

Están seguros de que se convertirá en un héroe famoso.

Empieza a ser consciente de que esperan cosas grandes de él. Lo siente en las voces cuando le hablan, en las palmaditas en la espalda, en la forma en que le dejan pasar cosas que a otros niños no.

Es fuerte. 

Es especial.

Y Deku… Deku es tratado diferente.

Antes, cuando eran pequeños, no importaba. Corrían juntos, jugaban juntos. 
Ahora, cuando Deku intenta acercarse, algunos niños fruncen la nariz. Otros se ríen. Algunos lo ignoran por completo.

Es un quirkless, murmuran.

Como si esas tres palabras fueran suficientes para decidir todo lo que Deku puede o no puede ser.

Y Katsuki, que es un niño listo aunque no siempre lo parezca, empieza a entender. 
Entiende que tener un gran poder hace que los demás lo vean como un líder.

Y que no tenerlo, hace que miren a Deku como a un error.

Sabe que no es justo.

Sabe que no debería importar.

Pero en su pecho empieza a crecer algo que no sabe cómo nombrar: una mezcla de incomodidad, orgullo y rabia.

Como si el mundo le estuviera entregando una corona que él nunca pidió, mientras le arrancaban a Deku el lugar a su lado.

Y poco a poco, aunque no quiera, aunque no se dé cuenta del todo, algo empieza a cambiar entre ellos.

No pensó mucho en eso en aquella época. Pero años después, cuando se encontrara solo con sus recuerdos, analizando una y otra vez en qué momento todo empezó a romperse, se daría cuenta de que fue ahí. 

En esos primeros días de primaria. En las pequeñas decisiones que parecían no importar.

Katsuki siempre había sido ruidoso. Valiente. Orgulloso. 

Pero conforme pasaban los meses, algo dentro de él empezó a tensarse. Se volvió más brusco, más terco, más explosivo.

En parte porque todos esperaban que fuera el mejor. Que siempre ganara. Que no mostrara dudas.

Y en parte porque, aunque no lo supiera aún, su cuerpo empezaba a cambiar con su don: la producción constante de nitroglicerina en sus palmas —una particularidad de su quirk— afectaba poco a poco su ritmo interno. Su frecuencia cardiaca tendía a bajar más de lo normal, obligando a su sistema a buscar estimulación constante para mantenerse activo.

The Only Exception Where stories live. Discover now